Las elecciones, tanto presidenciales —en las que Moïse no podía participar— como parlamentarias iban a celebrarse a finales de septiembre. La cita incluía también un referendo sobre una muy polémica nueva Constitución, que iba a darle, presuntamente —no se conoce todavía la redacción completa del texto— más poder al presidente ante los grupos de poder económico de Haití.
El presidente fue acusado de reprimir las protestas de los últimos cuatro años, que dejaron decenas de muertos, en un país donde la violencia ha estallado.
Puerto Príncipe, la capital, es una ciudad tomada por las bandas criminales, algunas de las cuales habían declarado la guerra a Moïse. Centenares de personas armadas han generado el caos, desde los barrios más humildes, en una crisis que ha dejado más de 150 asesinatos y 200 secuestros en la urbe, solo en el mes de junio.
Moïse denunció, en entrevista con El País fechada en febrero, que «un pequeño grupo de oligarcas están detrás del golpe y quiere apoderarse del país».
Máxima tensión
Haití permanecía este miércoles, al cierre de esta edición, en máxima tensión, con la gente refugiada en sus casas por miedo a salir, tras el magnicidio.
Joseph había declarado el estado de sitio, que impone el control militar del país, pero su liderazgo no está claro.
La Constitución dice que, a falta del presidente, es el primer ministro quien se hace cargo del país, pero existen dos particularidades. Una, que Joseph es interino, porque Moïse nombró primer ministro a otro político, Ariel Henry, la semana pasada, pero aún no había tomado posesión.
Por otro lado, las leyes también establecen que si el presidente ausente se encuentra en su último año de mandato, como es el caso, será el Parlamento el órgano que decida un nuevo líder, pero el legislativo lleva dos años clausurado en el convulso país caribeño, que este miércoles cerró su aeropuerto, y quedó aislado, después de que la República Dominicana cerrase sus pasos fronterizos.
El asesinado presidente Moïse, en el poder desde el 2017
Jovenel Moïse, presidente de Haití desde el 2017, pidió apoyo internacional en junio para acabar con la grave crisis de seguridad que atravesaba el país.
Moïse nació en Trou du Nord, departamento Nordeste de Haití, el 26 de junio de 1968. Hijo de un mecánico y agricultor y de una costurera, en 1974 se trasladó con su familia a la capital del país, donde cursó estudios secundarios en el liceo Toussaint y en el centro cultural del colegio Canado Haïtien, regentado por los Hermanos del Sagrado Corazón. Se tituló en Ciencias de la Educación en la Universidad de Quisqueya y en 1996 se trasladó a Port-de-Paix, capital del departamento de Noroeste, donde creó la empresa Jomar Auto Parts y, poco después, explotó una finca de 10 hectáreas dedicadas al cultivo del banano. En este mismo año, Moïse se casó con Marie Martine Etienne Joseph, antigua compañera de estudios.
En el 2001, junto con la compañía Culligan, emprendió proyectos para llevar agua canalizada a zonas del Nordeste y de Noroeste del país.
Luego, se convirtió en secretario general de la Cámara de Comercio e Industria de Haití (CCIH). En el 2008 fue socio de la empresa eléctrica solar y eólica Compagnie Haïtienne d'Energie (Comphener SA), informa Efe
En el 2012 puso en marcha, a través de su empresa Agritrans, en la cual ocupaba el puesto de presidente-director general, el proyecto agrícola Nourribio en su localidad natal, una plantación platanera de una extensión de 10 hectáreas.
Tras abandonar los puestos de responsabilidad en Agritrans, el 15 de septiembre del 2015 lanzó su candidatura para las elecciones presidenciales de ese año por el oficialista Partido Haitiano Tet Kale (PHTK). En la primera vuelta de las presidenciales de octubre del 2015, Moïse fue el candidato más votado, con el 32,76 % de los votos, y pasó a la segunda vuelta de diciembre junto a Jude Celestin, de la Liga Alternativa por el Progreso y Emancipación Haitiana (LAPEH), quien obtuvo un 25,29 %. Sin embargo, hubo denuncias de fraude masivo a su favor que obligaron al aplazamiento electoral para revisar los resultados.
Celestin se negó a participar en la segunda vuelta el 24 de enero del 2016, por considerar que había parcialidad de este órgano electoral al consentir el supuesto fraude.
El país permaneció sin presidente al expirar el mandato de Michel Martelly el 7 de febrero del 2016, por lo que días después le relevó de forma interina Jocelerme Privert, presidente del Senado.
El 6 de junio de ese año el nuevo Consejo Electoral Provisional (CEP) invalidó los resultados de octubre del 2015 y convocó nuevas presidenciales para el 9 de octubre, a las que concurrió Moïse por el PHTK. El paso del huracán «Matthew» días antes de la celebración de los comicios, con casi seiscientos muertos, obligó a su aplazamiento. Finalmente, el fallecido consiguió la victoria en la primera vuelta de los comicios, en noviembre del 2016, con el 55,60 % de los votos.
Dos semanas antes de su toma de posesión, el 7 de febrero del 2017, prestó declaración ante un juez por las sospechas de lavado de dinero, por una investigación iniciada en 2013, acusaciones que él rechazó.
Moïse relevó al frente del país al interino Jocelerme Privert. El 23 de febrero nombró primer ministro al médico Jack Guy Lafontant, sin experiencia política. La dimisión del primer ministro Lafontant y de su Gobierno, en julio del 2018, debido a las violentas protestas desatadas por el anuncio de un alza en el precio del combustible llevó a Moïse, al mes siguiente, a encabezar el ejecutivo al político y notario Jean Henry Ceant. Estas manifestaciones no fueron aplacadas, y en ellas pidieron conocer el destino de los fondos de Petrocaribe ante las sospechas de corrupción, por lo que Moïse respaldó que su investigación. Las protestas arreciaron desde el 7 de febrero del 2019, coincidiendo con su segundo aniversario en el poder.
Al mes siguiente, el legislativo destituyó en una moción de censura al primer ministro Ceant y Moïse nombró para sucederle a Jean-Michel Lapin. El 31 de mayo del 2019 la Corte Superior de Cuentas envió al Parlamento su informe sobre el destino de los fondos de Petrocaribe, y apuntó que las empresas de Moïse y de su predecesor Martelly habían sido beneficiadas con proyectos millonarios que no se han ejecutado. Desde entonces continuaron las manifestaciones, con fallecidos.
Desde el 16 de septiembre se sucedieron las concentraciones en demanda de la dimisión del presidente, en unos momentos de crisis por la corrupción, la escasez de combustible, el hambre y la inseguridad. Ello llevó a la suspensión de las elecciones previstas para octubre, por lo que en enero del 2020 Congreso y Senado fueron clausurados debido a la finalización del mandato. Pese a ese vacío, en marzo del 2020 se nombró como primer ministro a Joute Joseph, que llevaba dirigiendo de forma interina el país desde hacía un año.
Para el 2021 están previstas que se celebren las aplazadas elecciones legislativas, así como la convocatoria de presidenciales, para septiembre y noviembre, en las que Moïse no podía ser candidato.
Ante una distinta interpretación de su mandato presidencial, contaba con una gran oposición de distintos sectores que querían que dejara el poder, por lo que el 7 de febrero del 2021, el Consejo Superior del Poder Judicial dictó una resolución que daba por concluido su mandato al frente del país, el cual él tildó de intento de golpe de Estado. La oposición nombró presidente interino al magistrado Joseph Mécène Jean Louis.
El presidente Moïse pidió, en junio del 2021, el apoyo internacional y la colaboración de todos los ámbitos de la sociedad para acabar con la violencia de las bandas armadas, situación que se ha recrudecido. El 5 de julio del 2021, nombra a Ariel Henry como nuevo primer ministro, con la tarea de formar un Gobierno de consenso que integre a diferentes sectores de la vida política del país. El quinto primer ministro la presidencia de Moïse debería enfrentar la grave crisis de seguridad que atraviesa el país y apoyar la organización de las elecciones presidenciales y legislativas.
Sin embargo, todo cambió hoy, cuando fue asesinado por hombres armados que perpetraron un asalto a su residencia.
Miguel-Anxo Murado
Nadie (salvo los implicados) sabe por ahora quién ordenó el asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse; puesto que todo indica que se ha tratado de un asesinato de encargo. Hace un año que el país es escenario de constantes manifestaciones de protesta, a menudo violentas, contra el Gobierno de Moïse, a causa de su corrupción e ineficiencia. Pero, esto, ni es nuevo (las protestas se suceden puntualmente cada año desde hace una década, al menos) ni parece que sea esa ira popular la que se ha cobrado la vida del presidente. Según las fuentes oficiales, la operación para matar a Moïse fue una acción de profesionales, probablemente mercenarios, que se hicieron pasar por agentes de la DEA norteamericana y que, según ha trascendido, hablaban en español entre ellos (las lenguas de Haití son el criollo haitiano y el francés). Pétion-ville, el barrio elegante de Puerto Príncipe en el que residía el presidente Moïse, es uno de los lugares más seguros del país; ni siquiera las numerosas bandas criminales que campan a sus anchas por la capital pueden entrar allí fácilmente. De modo que es legítimo sospechar (aunque esto no deje de ser una conjetura) que detrás de este asesinato está la decisión de alguna parte de la élite política haitiana de poner fin al tortuoso mandato de Moïse.
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