La Fiscalía de Manhattan pone en la palestra a la Organización Trump por evasión de impuestos

Mercedes Gallego NUEVA YORK / COLPISA

INTERNACIONAL

Allen Weisselberg, con mascarilla blanca, en el centro, en julio del 2021, antes de su comparecencia ante un juez de Manhattan
Allen Weisselberg, con mascarilla blanca, en el centro, en julio del 2021, antes de su comparecencia ante un juez de Manhattan ANDREW KELLY

La empresa del expresidente estadounidense disfrazaba parte de los salarios de sus ejecutivos en complementos como pisos, coches y hasta la universidad de hijos y nietos

02 jul 2021 . Actualizado a las 10:59 h.

Donald Trump se rodea de leales. Son sus cortafuegos, aquellos que le hacen el trabajo sucio y dan la cara por él. Los que no le hacen preguntas, los que entienden lo que dice con un solo gesto y, sobre todo, los que nunca le delataran. Su brutal ascenso a la política ha puesto en el ojo público décadas de turbias prácticas empresariales en el mercado inmobiliario, pero también ha puesto a prueba la fidelidad de sus leales.

Uno de ellos, Alllen Weisselberg, el director financiero de la organización y antiguo tesorero de la misma, se entregó este jueves a la justicia al ser imputado en un caso de evasión fiscal que muchos ven como un acto de presión para forzarle a colaborar en otras acusaciones contra su jefe, que no está imputado, solo su empresa. La táctica le funcionó al fiscal especial de la trama rusa Robert Mueller, pero el fiscal de Manhattan Cyrus Vance tiene peores perspectivas porque Allen Weisselberg salió poco después libre sin fianza. No sentirá el aislamiento de la cárcel que experimentaron Roger Stone, Paul Manafort, Rick Gates, Michael Flynn y Michael Cohen, entre otros.

Trump ha demostrado que premia la lealtad. Stone, Manafort, Flynn y Steve Bannon recibieron clemencia antes de que abandonase la Casa Blanca, pero Roma no paga traidores. Con esos precedentes no es de sorprender que Weisselberg se declarase inocente de los 15 cargos presentados contra él por disfrazar parte de su salario y el de otros empleados entre 2005 y 2016.

Con ello evadió el pago de 1.7 millones de dólares en impuestos personales, de lo que guardó buena nota en las hojas de cálculo que ahora se utilizan contra él como prueba de que se trataba de una conspiración premeditada. Por esa razón podría ser condenado hasta a siete años de prisión y perdería su habilidad para seguir ejerciendo. Algo que a sus 73 años eso puede no ser tan importante, a diferencia de Cohen, de 54, que tiene media vida laboral por delante.

Fue precisamente su declaración ante el Congreso la que dio material al fiscal de Manhattan, en cuyo ámbito queda la organización Trump para abrir la investigación contra la empresa del ex mandatario por fraude fiscal y bancario. «En mi experiencia inflaba el valor de sus bienes cuando servía a sus propósitos para que le incluyesen en la lista Forbes de los más ricos del mundo, pero los desinflada para cosas como pagar impuestos», dijo al Congreso cuando le preguntaron por la fortuna del magnate.

«Caza de brujas»

Vance tomó nota y requirió a la empresa las declaraciones fiscales y al Deustche Bank la documentación de los préstamos que le concedió.

Trump no se lo puso fácil. Tuvo que pelearlo en los tribunales, donde ganó la batalla en febrero pasado. Por sí solos los cargos serían débiles de referirse a prebendas ocasionales, ya que a Weisselberg se le acusa de no haber declarado parte de lo que recibía de la Organización Trump en concepto de complementos no económicos.

La empresa pagaba el colegio privado de sus hijos y hasta la universidad de sus nietos, le proporcionaba un coche con chófer para ir al trabajo, un piso de lujo y otros beneficios que no incluía en su declaración de la renta. Pero como director financiero, Weisselberg era el cerebro de esa argucia que extendió a toda la organización Trump, con 3.500 empleados en todo el mundo, y guardó la debida contabilidad de la parte de sus sueldos que representaban.

Por su papel como director financiero en la empresa en la que ha trabajado 48 años, su defensa no puede argumentar que no conocía las leyes, solo que los cargos «no son apropiados» y forman parte de «una caza de brujas» contra el ex presidente. «Estos casos normalmente se resuelven en una habitación», adelantó. En el tribunal, sin embargo, el fiscal tiene la oportunidad de demandar más documentos y testimonios con los que cazar peces más grandes.