Hamás e Israel claman victoria entre vítores palestinos y críticas a Netanyahu

mikel ayestaran JERUSALÉN / COLPISA

INTERNACIONAL

MOHAMMED SABER | EFE

Sectores judíos lamentan que no se haya acabado con la amenaza islamista

22 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de cuatro guerras en 13 años, Hamás e Israel volvieron a proclamarse vencedores tras la ofensiva de 11 días que decidieron terminar con un alto el fuego a primera hora del viernes. Las sensaciones son diferentes a los dos lados de la verja de separación en la que viven encerrados desde hace 14 años los dos millones de gazatíes. Los islamistas hablaron de una «victoria divina» y miles de personas tomaron las calles de la Franja y también se juntaron de madrugada para celebrar el alto el fuego en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén. Las banderas verdes del grupo islamista ondearon en manos de palestinos de Gaza, Israel, Jerusalén oriental y hasta de Ramala, un gesto de unidad poco habitual ya que es el bastión de Fatah, facción palestina enemiga.

Benjamin Netanyahu definió la operación Guardián de los Muros de «éxito excepcional», pero filtraciones a los medios revelaron las discrepancias en el seno del gabinete de seguridad sobre la efectividad de la ofensiva. En Israel no hubo celebraciones y las comunidades del sur salieron de sus refugios entre las críticas al primer ministro por aceptar un cese de hostilidades sin haber eliminado la amenaza de Hamás.

La concentración en la Explanada de las Mezquitas se repitió tras la oración principal del día, en la que tomaron parte decenas de miles de fieles y terminó con un nuevo asalto policial que dejó decenas de heridos. La multitud coreó el nombre de Mohamed Deif, invisible líder militar de Hamás, y pidió la dimisión del presidente Mahmud Abás y del muftí de Al Aqsa, a quien criticaron por no hacer mención a la labor del movimiento islámico en los últimos días.

Hamás mira a Jerusalén

«Gaza ha defendido Al Aqsa y ha dicho al mundo que la resistencia nunca se rendirá. Además, hemos conseguido destruir el proyecto de coexistencia y de normalización con Israel. Nuestra nación ha despertado para unirse en torno a Jerusalén, Palestina y la resistencia», fueron las palabras del líder de Hamás, Ismael Haniya. El dirigente islamista, que reside en Catar, envió un mensaje de agradecimiento a Irán «por no escatimar en su ayuda». Mientras la diplomacia internacional aplaudía la decisión de Netanyahu de haber declarado el alto el fuego unilateral, la felicitación a Hamás llegó de Hezbolá, milicia libanesa chií para la que esta ofensiva «pone unas nuevas reglas sobre la mesa que abren el camino para una próxima gran victoria».

El precio pagado por Gaza para obtener esta auténtica oleada de simpatía hacia Hamás entre los palestinos ha sido altísimo. La ofensiva deja al menos 243 muertos (la cifra crecerá porque siguen rescatando cadáveres entre los escombros), miles de heridos, decenas de miles de desplazados, más de mil unidades residenciales destruidas, cinco grandes torres de oficinas derribadas por misiles, tres mezquitas bombardeadas, 17 hospitales y clínicas y decenas de escuelas dañadas, graves desperfectos en los servicios de electricidad y agua…

«Tener una Franja aun más empobrecida, cercada, enfadada, hambrienta y traumatizada es el caldo de cultivo perfecto para que esto vuelva a repetirse», advirtió el investigador Khaled Elgindy, del Middle East Institute, en declaraciones al diario The New York Times.

«Éxito excepcional»

Mientras los palestinos de Gaza celebraban su «victoria» entre los escombros y en Jerusalén se juntaban por miles en la Explanada de las Mezquitas, Netanyahu insistió en que Israel ha «alcanzado los objetivos, es un éxito excepcional» y dejó claro que Hamás no puede ya esconderse. «Hemos abatido a más de 200 terroristas, entre ellos 25 oficiales». Ante el escepticismo de parte de la opinión pública israelí, el dirigente conservador señaló que «el público no conoce todo y Hamás tampoco, pero todos nuestros logros serán revelados con el tiempo», unas palabras que no sirvieron para calmar a las voces críticas. El ministro de Defensa, Benny Gantz, respaldó al primer ministro y añadió: «Les hemos asestado un golpe muy duro y sus capacidades han retrocedido a las de hace años atrás».

Las palabras de Netanyahu intentaron calmar los ánimos tras las filtraciones a la prensa sobre las dudas en el seno de un gabinete de seguridad donde algunos ministros lamentaron «la pobre información» que tenía el Ejército sobre los túneles de Hamás, la incapacidad para asesinar a uno de los grandes líderes y la falta de decisión para lanzar una operación terrestre capaz de neutralizar el lanzamiento de cohetes y morteros. Las facciones lanzaron 4.360 cohetes y morteros, según los datos de un Ejército que reveló que ellos atacaron 1.500 objetivos.

«El balance es decepcionante», opina Amos Harel, columnista del diario Haaretz, quien criticó el intento de Netanyahu de justificar el alto el fuego en los informes del Ejército cuando «la operación terminó solo porque la Casa Blanca perdió la paciencia». La intervención directa de Joe Biden y sus cuatro llamadas al primer ministro fueron decisivas para que los israelíes decidieran parar los bombardeos y demostró que las cosas han cambiado respecto a la era Trump.

Expertos de la ONU piden que la Corte Penal Internacional investigue los ataques a civiles

Expertos de Naciones Unidas dieron ayer la bienvenida al alto el fuego alcanzado por israelíes y palestinos, pero pidieron que la Corte Penal Internacional (CPI) abra una investigación sobre los ataques a civiles en los últimos días y otras violaciones de los derechos humanos perpetradas durante el conflicto. Los expertos recordaron que la crisis se originó por el desalojo de familias palestinas en Jerusalén Este, desencadenando una escalada de enfrentamientos que causó al menos 222 muertos en la Franja palestina de Gaza y 12 en Israel, recoge Efe. Los ataques con misiles destruyeron o dañaron 450 edificios en Gaza, entre ellos seis hospitales, nueve clínicas y una planta de desalinización con la que se suministraba agua potable a 250.000 personas.

«Las víctimas del conflicto han sido desproporcionadamente palestinos en Gaza, donde 74.000 personas, en su mayoría mujeres y niños, quedaron sin hogar», señalaron en un comunicado, firmado entre otros por los relatores de la ONU para Palestina, Michael Lynk, y para la libertad de expresión, Irene Khan. «El bombardeo indiscriminado o deliberado de edificios con civiles, medios de comunicación y campos de refugiados constituye un crimen de guerra no justificable por los principios de proporcionalidad y necesidad», aseguraron.

Los expertos de la ONU pidieron a los Gobiernos que cesen toda exportación de armas a las partes, a las que urgieron a iniciar un «proceso creíble» de negociaciones para una paz duradera.