Cheney, a punto de perder el pulso con los republicanos trumpistas

Esperanza Balaguer NUEVA YORK / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Liz Cheney
Liz Cheney POOL | Reuters

Mañana votan si le retiran el cargo de número tres en el Congreso

11 may 2021 . Actualizado a las 08:37 h.

Desde que presentó su candidatura a la presidencia en el verano del 2015, Donald Trump ha ganado todas las batallas abiertas contra él por el establishment del Partido Republicano. Ahora, cinco meses después de abandonar la Casa Blanca, está a punto de ganar la guerra. El pulso emprendido por la número tres del partido, la congresista Liz Cheney, contra las falsas acusaciones de fraude electoral del exmandatario, le va a costar el puesto a ella y a perpetuar el poder de Trump. 

En juego está el rumbo del partido de Abraham Lincoln de cara a las elecciones legislativas del 2022, en las que los republicanos aspiran a arrebatar el control de la Cámara de Representantes a los demócratas. Cheney, hija del poderoso vicepresidente Dick Cheney de la era George W. Bush, defensora del uso de armas, de una política exterior fuerte y contraria al aborto, fue uno de los diez conservadores que votó a favor del impeachment de Trump por incitar a sus fieles a asaltar el Capitolio. En el que puede ser su último envite contra el magnate neoyorquino, por el momento, cuenta solo con el apoyo de los senadores Mitt Romney y Susan Collins. 

Los congresistas conservadores, guiados por su líder Kevin McCarthy, en contacto permanente con Trump, han puesto en cuestión la capacidad de Cheney para llevar a cabo su trabajo por defender la legitimidad de la victoria de Joe Biden. Mañana tienen previsto votar por segunda vez desde febrero si la echan de su puesto como número tres de los republicanos en la Cámara Baja. 

Réplica al expresidente

La contienda comenzó la pasada semana cuando Trump envió desde su retiro en Florida una breve declaración, al estilo de sus antiguos tuits, en la que proclamaba que las elecciones presidenciales «fraudulentas» del 2020 serían conocidas como «la gran mentira». Poco después, Cheney acudió a Twitter para replicar al expresidente que los comicios «no fueron robados» y que cualquiera que sostuviera esa posición estaría difundiendo una falsedad. Abierta la guerra, la republicana reiteró su postura en una columna de opinión publicada el pasado miércoles en el diario The Washington Post, en la que advirtió del «peligroso» y «antidemocrático» culto a la personalidad a la que se encaminan sus correligionarios con el fin de recaudar fondos y poder ganar las próximas elecciones. 

La respuesta de Trump fue lanzar como su sucesora a la legisladora por Nueva York Elise Stefanik. Con tan solo 36 años y en su cuarto mandato como congresista, es una acérrima partidaria del expresidente, cuenta con el apoyo de McCarthy y de la enorme base de votantes que siguen del lado del expresidente Trump.

Detrás del intento de Cheney de devolver al Partido Republicano a su esencia y pasar página de la era Trump, estaría su deseo a aspirar a la nominación para la carrera a la Casa Blanca en el 2024. Su defensa de la verdad sobre la victoria de Biden avalada por jueces, y funcionarios estatales y locales de ambos partidos, está perdida.