Lapid y Bennet aúnan fuerzas para acabar con la era Netanyahu en Israel

Mikel Ayestaran JERUSALÉN / COLPISA

INTERNACIONAL

Yair Lapid, a su llegada a la residencia del presidente israeli
Yair Lapid, a su llegada a la residencia del presidente israeli ABIR SULTAN | Efe

La prensa local ve más probable un nuevo Gobierno de unidad nacional entre la izquierda y la ultraderecha, que sería rotatorio entre ambos líderes

05 may 2021 . Actualizado a las 21:22 h.

Esta vez Benjamin Netanyahu no cumplió con su fama de «mago de la política» y fue incapaz de sacar un conejo de la chistera que le permitiera formar un nuevo Gobierno. Después de cuatro elecciones en menos de dos años se mantiene el bloqueo político en Israel y ahora podría perder su asiento de primer ministro por primera vez desde el 2009.

Todas las miradas apuntan al centrista Yair Lapid, la persona que obtuvo el mayor número de apoyos y fue designada por el presidente Reuven Rivlin para intentar formar una alianza que diera pie a un nuevo Ejecutivo. Netanyahu admitió su fracaso tres minutos antes de la medianoche del martes y culpó a Naftali Bennet, líder del ultraderechista Yamina, de bloquear la opción de una gran alianza de los partidos de derecha, ultraderecha y religiosos y apostar por un «peligroso Gobierno de izquierda». El propio Bennet también se postuló como candidato, pero finalmente solo recibió el apoyo de su propio partido, Yamina.

Tras la ronda de consultas realizada por el presidente entre los distintos partidos políticos con representación parlamentaria, Lapid obtuvo el respaldo de los 56 diputados de Yesh Atid, Kahol Lavan, Nueva Esperanza, Yisrael Beiteinu, Meretz, los laboristas y cinco de los seis representantes de la Lista Arabe Conjunta.

El bloque leal a Netanyahu, formado por Likud, Judaísmo Unido de la Torá, Shas y Sionismo Religioso, recomendó a Rivlin que diera el mandato directamente al Parlamento. El partido islamista Raam, convertido en la auténtica formación bisagra, no respaldó a nadie pero insistió en que apoyará a aquel candidato que necesite sus cuatro escaños para gobernar y acepte a negociar sus demandas.

Fuentes consultadas por el diario Haretz señalaron que el escenario más probable es el de la formación de un Gobierno de unidad nacional entre Lapid y Bennet. Sería un Ejecutivo rotatorio y, según los detalles que se han filtrado a la prensa, será Bennet quien ocupará en primer lugar el asiento de primer ministro. El propio político ultranacionalista declaró tras su encuentro con Rivlin que «con la ayuda de Dios formaremos un buen Gobierno». En una encuesta realizada por el Canal 13, el 43 % de los encuestados se mostraron a favor de esta alianza.

A lo largo de la semana, conforme se complicaban los planes de Netanyahu, Lapid declaró que «llegó el momento para un nuevo Gobierno. Se trata de una oportunidad histórica para romper las barreras que dividen a la sociedad israelí, también para unir a los religiosos y los laicos, la izquierda, la derecha y el centro». Un mensaje que, sin embargo, no aceptaron los partidos ultraortodoxos que permanecen fieles a Netanyahu y desconfían de un político laico que siempre ha arremetido contra los privilegios de los religiosos.

Nuevas elecciones

En el nuevo escenario que se dibuja en el panorama político israelí Netanyahu abandonaría el poder por primera vez desde el 2009 y el Likud, la fuerza más votada, se convertiría en el principal partido de la oposición.

«Probablemente Bibi (apodo con el que es conocido el primer ministro) no sea primer ministro, pero esto no significa el final de su carrera política, ni muchísimo menos», considera Meir Margalit, activista y ex político israelí y autor de libros como Jerusalén, la ciudad imposible.

Margalit adelanta que «un posible Gobierno entre Lapid y Bennet no puede durar más de seis meses, sobre todo con el Likud presionando desde la oposición. En seis meses volvemos a las urnas».

Este activista de origen argentino recuerda que Israel sale de este año de pandemia con un complicado panorama económico y un déficit nacional del 13 %, lo que obligará a hacer fuertes recortes en áreas como la educación, la asistencia social o la cultura y asimismo provocará fuerte malestar que llevará a la gente a las calles. «La diferencia será que esta vez saldrán los votantes del Likud, que son muchos más y más violentos, ellos sí tienen la capacidad de paralizar el país», opina Margalit.

En cualquier caso, a partir de ahora se abre un plazo de 28 días para que Lapid consiga lo que parece una misión imposible en Israel, sumar 61 escaños en el Parlamento.

Un periodista para tumbar a Netanyahu

Yair Lapid (Tel Aviv, 1963) sigue los pasos de su padre, el también periodista Tommy Lapid, fallecido en 2008. Padre e hijo llegaron a la política tras una exitosa carrera en el mundo del periodismo.

Tommy obtuvo seis escaños en las elecciones de 1999 al frente de la formación Shinui, Yair, que en hebreo significa antorcha. Luego sorprendió a todos al alcanzar los 19 asientos en las parlamentarias del 2013 con Yesh Atid (Hay Futuro). Nueve años después es el candidato designado por el presidente Reuven Rivlin para intentar formar el primer Gobierno de la era pos-Netanyahu.

La clave del éxito del heredero de la saga Lapid está en su ciudad, Tel Aviv, y su irrupción en la política estuvo basada en un programa en el que pedía el fin de privilegios para el medio millón de judíos ultraortodoxos que viven de las subvenciones del Estado.

Yair fue ministro de Economía de Netanyahu entre el 2013 y el 2014, pero su relación con el primer ministro nunca fue buena. En el 2019, su partido formó parte de la coalición Azul y Blanco encabezada por el exgeneral Benny Gantz, pero no dudó en abandonarla cuando Gantz aceptó pactar con Netanyahu y formar un Gobierno rotatorio con el pretexto de hacer frente a la pandemia. Ese Ejecutivo nunca funcionó. Lapid quedó entonces como voz principal de la oposición y esta ha sido su gran reclamo en las urnas: no pactar con un Netanyahu procesado por casos de corrupción.