Un enfoque con condiciones políticas
Como primera medida, Berlín podría decirle a Gazprom, operadora y principal propietaria del gasoducto, que la oposición nacional e internacional al Nord Stream 2 se ha incrementado tan dramáticamente que el proyecto ya no es políticamente sostenible. Su mensaje debería ser claro: Rusia debe ayudar a Alemania a crear las condiciones políticas bajo las cuales Berlín pueda permitirse dar luz verde a que el gas fluya.
Alemania podría enlazar la finalización del gasoducto con las mejoras en las relaciones bilaterales con Moscú y a la resolución de asuntos polémicos, como las campañas de hackeo, desinformación y asesinatos en suelo extranjero; la aceptación de las decisiones de la Corte Europea de Derechos Humanos; la liberación de Navalni o resolver los conflictos con Georgia y con el este de Ucrania. Berlín podría también condicionar la apertura del gasoducto a la voluntad de Rusia para celebrar elecciones libres y justas este año.