Joe Biden da el mayor giro a la izquierda del Partido Demócrata en décadas

Esperanza Balaguer NUEVA YORK / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Kamala Harris y Nancy Pelosi hicieron historia, y Biden no dudó en rendir homenaje: «Señora presidenta, señora vicepresidenta»
Kamala Harris y Nancy Pelosi hicieron historia, y Biden no dudó en rendir homenaje: «Señora presidenta, señora vicepresidenta» Chip Somodevilla | Efe

En su primer discurso ante el Congreso impulsa una ambiciosa agenda social

30 abr 2021 . Actualizado a las 08:44 h.

El hombre que ha estado durante casi 50 años en la política de Washington ha prometido dar el cambio más ambicioso de cualquier presidente demócrata en generaciones. Joe Biden se subió el miércoles a la tribuna del Congreso para despojarse de su imagen de centrista y presentar una agenda social progresista que ni Bill Clinton ni Barack Obama se atrevieron a afrontar.

Biden quiere romper con la idea impulsada por Ronald Reagan a su llegada al poder en 1981 de que el principal problema del país es el Gobierno. «Nosotros, el pueblo, somos el Gobierno, tú y yo», proclamó Biden al final del discurso en el que repasó sus primeros cien días en el cargo. Si consigue que los legisladores aprueben sus medidas -ese es el gran interrogante del plan-, las políticas de la primera potencia mundial se centrarán en paliar las desigualdades económicas, raciales y de género, más evidentes desde la pandemia, con cargo a un aumento de los impuestos a los ricos. «America is back» (EE.UU. está de vuelta), proclamó frente al America first defendido por su antecesor Donald Trump. 

Apuesta por la paridad

Las mujeres hacen historia. La noche arrancó con un homenaje a las dos mujeres que, por primera vez en la historia de EE.UU., flanqueaban a un presidente durante su discurso ade la Unión. Kamala Harris ocupó por primera vez la butaca de la vicepresidencia, mientras que la líder de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ya había roto el techo de cristal para ese cargo en el 2019.«Ya era hora», dijo Biden, después de referirse a ellas como «señora presidenta, señora vicepresidenta». El simbolismo de la escena certificó su apuesta por la paridad, una promesa cumplida, después de que el 58 % del voto femenino fuera clave para su victoria. 

PACTO SOCIAL

Más Gobierno para más gente. Biden reclamó reescribir el pacto social con una petición de cuatro billones de dólares de gasto federal para sus audaces planes de protección social e inversión en infraestructuras. «EE.UU. está avanzando, no podemos parar ahora», dijo para defender esta inversión en el Estado del bienestar, que no fue sido posible contemplar durante la presidencia de Barack Obama. 

En marzo consiguió aprobar un rescate de 1,9 billones, más tarde pidió 2,3 billones para reconstruir la red de transporte y el miércoles sumó otros 1,8 billones para las familias, la educación y la salud pública. Biden pretende sacar a millones de estadounidenses de las montañas de deudas, la incertidumbre económica y las tensiones familiares. 

Más impuestos

Los ricos pagarán más. El enfoque al estilo del New Deal de Franklin D. Roosevelt es difícil de vender en la política estadounidense moderna. Porque Biden pretende financiar el gasto con un aumento de los impuestos a los más ricos y a las grandes corporaciones. «Ya es hora de que paguen su parte justa», sentenció en una llamada al 1 % de los ciudadanos que acaparan el 35 % de toda la nueva riqueza generada en el país durante la pandemia. 

contra la pandemia

Vacunación para el mundo. Más cerca de conseguir el objetivo primordial de su llegada a la Casa Blanca de llegar a la inmunidad mediante la vacunación masiva, Biden prometió que EE.UU. será un «arsenal de vacunas» para el resto del mundo con un papel de liderazgo similar al de la Segunda Guerra Mundial. El presidente insistió a los ciudadanos que vayan a vacunarse, cuando el 43 % de la población cuenta ya con al menos una dosis y se encuentra más cerca de la normalidad. 

Llamadas al consenso

Fin del choque partidista. El discurso de casi una hora estuvo plagado de llamadas al consenso con los republicanos para hacer frente a los grandes desafíos de la crisis migratoria en la frontera sur, el control de armas para frenar los tiroteos y la reforma del sistema policial para acabar con el racismo. Las tres minas que han sembrado el exitoso camino de los primeros cien días.

Los republicanos rechazan apoyar los planes demócratas

El senador republicano Tim Scott, el único legislador afroamericano de las filas conservadoras, acusó al presidente, Joe Biden, de abandonar su promesa de buscar un consenso político para imponer una agenda política divisiva y partidista. «Cuando Estados Unidos se une, hacemos avances tremendos, pero fuerzas poderosas quieren separarnos», dijo Scott, encargado de dar la respuesta oficial del Partido Republicano al primer discurso del presidente Biden ante el Congreso. «Hace que sea muy difícil el bipartidismo», concluyó la senadora republicana Lisa Murkowski, una de las pocas dispuestas a entenderse.

En su refutación, el senador Scott advirtió de la amarga lucha que se avecina contra la planes del demócrata de expandir el gasto del Gobierno en ayudas sociales. El legislador de Carolina del Sur calificó de «desperdicio del gran gobierno» la ayuda de 1,8 billones de dólares destinada a las familias anunciada el martes por Biden y dejó claro que los republicanos no apoyarán el impulso de esta agenda que consideran «partidista».

La respuesta se produjo después de que muchos conservadores asistieran con cara de póker y en silencio al giro progresista desgranado por el dirigente demócrata en su discurso, mientras los demócratas aplaudían, hasta 62 veces, sus propuestas.

Scott también utilizó su respuesta para reivindicar que Estados Unidos no es un país racista. Así recordó que hace cien años los niños afroamericanos aprendían en la escuela que el color de su piel era su característica más importante y que si su apariencia era de una manera determinada eran considerados inferiores. Señaló que si actualmente ocurre lo mismo es porque «hay gente haciendo dinero y ganando poder fingiendo que no ha habido ningún progreso en absoluto y redoblando las divisiones». «Escúchenme claramente, EE.UU. no es un país racista»

La vicepresidenta, Kamala Harris, replicó sus palabras al apuntar que el principal problema es el supremacismo blanco.