Una avalancha humana en una peregrinación judía causa la mayor tragedia civil de Israel

mikel ayestaran JERUSALÉN / COLPISA

INTERNACIONAL

Decenas de fieles ultraortodoxos mueren aplastados o asfixiados en un atasco en un pasillo estrecho que atravesaban miles de personas

30 abr 2021 . Actualizado a las 21:33 h.

«La gente se amontonaba una encima de otra. Se pisaban unos a otros», así describió la escena vivida en el descenso del monte Merón Rubi Hammerschlag, periodista del canal nacional Kan encargada de cubrir la peregrinación de Lag Baomer. Esa avalancha humana se convirtió con el paso de las horas en una de la mayor tragedia civil que ha visto el Estado judío y dejó 45 muertos por aplastamiento y asfixia. Otras cien personas resultaron heridas en una noche de fiesta en la que el llanto silenció la música de los conciertos y las lágrimas apagaron las tradicionales hogueras que se encienden a las faldas de este promontorio del norte de Israel.

Mientras el país despedía a los fallecidos, crecían las críticas sobre la pobre organización del acto y las posibles negligencias.

Decenas de miles de ultraortodoxos acudieron puntuales a su cita en la tumba del rabino Shimon Bar Yojai, talmudista del siglo II al que se atribuye la redacción del Zohar, una obra central de la mística judía. La Policía cifró en 100.000 el número de presentes en un acto que no se pudo celebrar el año pasado debido a las restricciones impuestas por la pandemia y para el que, según los medios locales, estaba autorizado un máximo de 10.000 asistentes. Una información que negaron posteriormente las autoridades, que afirmaron que en esta edición no había un límite de aforo.

El monte Merón está dividido por sectas. Cada una de ellas tiene su espacio al aire libre para hacer conciertos y hogueras. La avalancha se produjo en uno de los pasillos que conecta estos espacios abiertos.

La tragedia sucedió en la sección de hombres -las fiestas de los ultraortodoxos son segregadas- cuando un grupo de fieles resbaló en unas escaleras.

La masa humana que en esos momentos descendía por un corredor de apenas tres metros de ancho no tardó en convertirse en una montonera mortal, un tapón en el que las víctimas, entre ellas varios niños, fallecieron por falta de aire y aplastadas.

Evacuación imposible

Los servicios de rescate del Magen David Adom, equivalente israelí a la Cruz Roja, reaccionaron de manera rápida, pero el trabajo resultó muy complicado debido a aglomeración de gente en tan poco espacio. «La escena era surrealista, con veinte personas recibiendo masaje cardiaco por nuestros voluntarios, pero sin posibilidad de evacuarles porque era imposible hacerlo entre tanta gente», relató a la cadena BBC Doy Maisel, director del equipo de rescate de la organización United Hatzalah.

El primer ministro, Benjamín Netanyahu, se desplazó hasta el lugar de la tragedia, donde fue recibido entre abucheos por parte de algunos de los presentes. Tras decretar que el domingo será día de luto nacional, aplaudió el «rápido trabajo» de los equipos de rescate y aseguró que se llevará a cabo una investigación «exhaustiva, seria y detallada para garantizar que este tipo de desastre no vuelve a ocurrir».

El comandante de la Policía de la región norte, Shimon Lavi, declaró a los medios que «asume la responsabilidad» de un desastre que abrió un intenso debate en los medios nacionales. El fiscal general, Avichai Mandelblit, anunció que el Departamento de Investigaciones Internas de la Policía (PIID) del Ministerio de Justicia abrirá una investigación para esclarecer si se ha producido una negligencia por parte de los agentes.

Numerosas críticas

Pese a la vacunación masiva en Israel, 100.000 asistentes en medio de una pandemia es una cifra que resulta difícil de defender, aunque esta peregrinación antes del coronavirus superaba en cada edición los 200.000 fieles. Un volumen para el que no está preparada la infraestructura como ya alertaron sendos informes en el 2008 y el 2011, aunque nadie hizo caso a las alertas.

En el seno de la comunidad ultraortodoxa algunas voces críticas como la del periodista Yossi Elituv, director del semanal Mishpacha, pidieron al Estado que pasara a controlar esta peregrinación y quitase el poder a las distintas sectas que gestionan el lugar santo. «El rabino Shimon Bar Yojai es un líder espiritual de todos los judíos, no sólo de unos determinados grupos. El Gobierno debe administrar este lugar con el objetivo de garantizar la seguridad de los peregrinos y el bienestar público».

A las críticas internas se sumaron opiniones como la del analista Herb Keinon en The Jerusalem Post, quien aseguró que «si un ataque con cohetes desde Gaza mata a 45 personas en Ashdod, Israel iría directo a la guerra contra Hamás. ¿Pero qué ocurre cuando en vez de cohetes las muertes las causa un hacinamiento imprudente en el que la gente muere pisoteada? ¿Cuál debe ser la respuesta?».