EE.UU. exige una reforma del sistema policial tras el veredicto contra Chauvin

Esperanza Balaguer NUEVA YORK / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Una mujer rompe a llorar en Mineápolis, tras conocer el veredicto contra el expolicía Chauvin
Una mujer rompe a llorar en Mineápolis, tras conocer el veredicto contra el expolicía Chauvin Europa Press

Protestas en Ohio por la muerte de una adolescente negra abatida por un policía

22 abr 2021 . Actualizado a las 08:43 h.

El jurado de Mineápolis tardó apenas diez horas en condenar al exagente Derek Chauvin por la muerte del afroamericano George Floyd por los tres cargos en su contra. El rápido veredicto, sin precedentes en la historia moderna de Estados Unidos, fue un alivio para la familia de la víctima, los activistas y la policía de la ciudad, que se había preparado para los disturbios en caso de que Chauvin hubiera sido declarado inocente.

El consuelo duró menos de una hora. En medio de las celebraciones, una nueva noticia llegó desde Columbus (Ohio). Un agente de policía había matado a tiros a Ma'Khia Bryant, una adolescente negra de 16 años, que aparentemente atacaba a otra joven con un cuchillo. Cuatro disparos a bocajarro y un nuevo nombre para el historial de víctimas de la brutalidad policial. «Es tan irónico», declaró a la CNN Ira Graham III, un vecino que acababa de llegar del trabajo cuando escuchó los disparos. Salió corriendo y se encontró a la adolescente en el suelo gravemente herida. «Estas cosas nunca terminan», añadió. El suceso empañó el momento, pero redobló las peticiones para una reforma integral del sistema policial estadounidense.

El foco se movió de inmediato a Washington, donde el presidente Joe Biden calificó el veredicto como «un paso gigante» para la justicia racial y declaró hasta tres veces que había que poner fin a la violencia ejercida por la fuerzas del orden. El demócrata quiere que el Congreso convierta en ley el proyecto contra los abusos policiales, que lleva el nombre de George Floyd y la Cámara de Representantes aprobó en marzo, pero que está paralizado en el Senado. Solo el Congreso puede unificar las reglas policiales para los 50 estados.

Pero los republicanos se niegan a acabar con la inmunidad cualificada, doctrina legal que protege a los agentes ante las demandas civiles por sus acciones discrecionales, así como por las técnicas de ahogamiento. Un cambio en el reglamento que consideran como «una píldora venenosa».

Investigación sobre la Policía de Mineápolis

La acción del Gobierno llegó este miércoles de manos del fiscal general, Merrick Garland, quien anunció la apertura de una amplia investigación de las prácticas policiales en Mineápolis. La medida puso en alerta al resto de comisarías del país.

El Departamento de Justicia revisará el historial del uso de fuerza por parte de los agentes para determinar si existe un patrón de discriminación, incluidas las acciones durante protestas. 

Contra los activistas

Los conservadores, por su parte, tienen la mira puesta en los activistas. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, promulgó el pasado lunes el proyecto de ley antidisturbios que aumentará los poderes de las fuerzas del orden para reprimir las manifestaciones en demanda de la justicia racial. Las críticas le llovieron desde las filas demócratas y los grupos por los derechos civiles por infringir el derecho a protestar pacíficamente.

El veredicto contra Chauvin supone un hito para la Justicia estadounidense. Los tribunales seguirán siendo el lugar donde se resuelven los abusos policiales, mientras llega una reforma integral del sistema policial. «Esto no es justicia, esto es una rendición de cuentas». Se cansaron de repetir este miércoles los activistas. Hoy entierran a Daunte Wright, el joven que murió el pasado 11 de abril de un disparo de una agente de policía en Mineápolis.

Los once meses que cambiaron la historia de la justicia racial

E. B.-

Estados Unidos celebraba el año pasado la fiesta nacional del Día de los Caídos en cuarentena a causa de la pandemia cuando un vídeo aterrador llegó a las pantallas de todo el país. Un hombre negro agonizaba en el suelo con la rodilla de un policía blanco sobre su cuello. «No puedo respirar». Se volvía a escuchar la frase convertida en eslogan por el movimiento Black Lives Matter, después de la muerte en el 2014 del afroamericano Eric Garner a manos de un agente. 

La incredulidad y dolor inicial estalló de inmediato en una liberación colectiva para exigir el fin de la violencia policial contra los afroamericanos. La gente inundó la intersección de Mineápolis donde falleció George Floyd, después se levantaron las grandes ciudades y la indignación alcanzó los lugares más remotos del país y también distintas ciudades del mundo.

El movimiento de protesta más grande en la historia de EE.UU. cristalizó en una sociedad golpeada por la pandemia, cansada de cuatro años de insultos racistas por parte del entonces presidente Donald Trump y acostumbrada a analizar con sus propios ojos los vídeos que ve en las redes sociales.

Durante los siguientes once meses, el activismo por la justicia racial inundó todos los aspectos de la vida estadounidense. Desde la política, a las calles, las conversaciones, la publicidad y los entornos laborales. Pero el cambio más significativo respecto al movimiento por los derechos de la década de los años 60 se produjo cuando a las reivindicaciones se sumaron los que los afroamericanos llaman «los aliados blancos». Una nueva generación de jóvenes, y no tan jóvenes, hicieron suyo el lema de «las vidas negras importan». Cuando el martes, el jurado dictó el histórico veredicto de culpabilidad contra el policía Derek Chauvin por asesinar a Floyd, parte del país respiró aliviado. Las celebraciones recordaron a la fiesta tras la victoria del demócrata Joe Biden del pasado noviembre. 

Cambio esquivo

Pero para muchos afroamericanos, el cambio real se siente esquivo, sobre todo porque en las últimas semanas dos jóvenes han fallecido por disparos de los agentes. Se tomaron la condena como una rendición de cuentas puntual. Como el primer paso para un futuro soñado. «Tenemos que entender que vamos a tener que protestar para siempre», declaró Philonise, el hermano de Floyd. Sus palabras resonaron como el eco en la distancia del no puedo respirar.