Díaz-Canel releva por completo a Raúl Castro al frente de Cuba

t. díaz MADRID / COLPISA

INTERNACIONAL

LUONG THAI LINH | EFE

El presidente adquiere plenos poderes al ser nombrado primer secretario del PCC

20 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El color verde oliva que durante 62 años fue el símbolo inequívoco del poder en Cuba es desde ayer el recuerdo de la era liderada por los hermanos Castro. Por primera en este período, las riendas del país pasaron íntegramente a un civil: Miguel Díaz-Canel. El fiel discípulo que en el 2018 relevó al general Raúl Castro, de 89 años, al frente de la presidencia hizo lo propio con el Partido Comunista de Cuba (PCC) al ser designado primer secretario en el octavo congreso que ha celebrado a lo largo de estos últimos cuatro días la formación política, la única existente en la isla.

«19 de abril, día histórico. La Generación del Centenario, fundadora y guía del Partido, traspasa responsabilidades», proclamó Díaz-Canel en Twitter. La fecha elegida para la entrega de los poderes no podía estar más llena de significado al cumplirse 60 años de la Victoria de Playa Girón, como le llaman en Cuba al triunfo en Bahía de Cochinos frente a la invasión anticastrista organizada y financiada por la CIA.

Toda una declaración de intenciones sobre la hoja de ruta tras el relevo en la cúpula, como el propio nombre con el que bautizaron el cónclave del PCC: «Congreso de la continuidad».

Díaz-Canel, de 60 años, ingeniero informático de profesión, amante de los Beatles y de la tecnología «no es un advenedizo ni un intruso», como lo definió Raúl Castro cuando le cedió la presidencia de Cuba en el 2018, dos años después de la muerte de su hermano Fidel. Ha pasado toda su carrera en el PCC, siguiendo escrupulosamente cada escalón hasta llegar a la cima. «Su principal trayectoria ha sido dentro del partido, no en el Gobierno. Él está en el plano de la lucha política, ideológica», apunta el profesor y exdiplomático cubano Carlos Alzugaray. De ahí que no se esperen grandes cambios con él al frente, a juzgar por su reiterado compromiso con la «continuidad», recalcado estos días.

En cualquier caso, el traspaso total de los poderes hacia su persona será, sin duda, un desafío. En primer lugar, tendrá la difícil tarea de afirmar su legitimidad tras el vacío que deja la generación de los Castro. Y segundo, deberá lidiar con la peor crisis económica que enfrenta Cuba en casi 30 años, que se ha visto agudizada por la pandemia y las sanciones de EE UU.

La precaria situación que atraviesa la isla caribeña ha conducido hacia el hartazgo y el cansancio a muchos cubanos por la escasez y las largas colas que deben hacer para abastecerse de los productos más básicos, a precios desorbitados. En un país que importa el 80 % de lo que consume, las voces críticas han comenzado a hacerse oír de forma clara, como es el caso del Movimiento San Isidro. Una veintena de activistas, periodistas independientes y artistas de este grupo contestatario denunciaron que durante el octavo congreso del PCC la Policía les impidió salir de sus casas para evitar que se reunieran y también sufrieron el corte de Internet en sus domicilios.

«¿A que le temen los asistentes al #8voCongresoPCC? A que les arruinen la fiesta de simulaciones», se preguntaba Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional. Como ella, son muchos los que se preguntan qué ocurrirá ahora que no estará Raúl Castro en la primera línea, ni otras históricas figuras también nonagenarias que se han ido con él, como José Ramón Machado Ventura y Ramiro Valdés, así como Marino Murillo, considerado el «zar» de las reformas económicas iniciadas hace una década y que han quedado en papel mojado.