Por primera vez desde el colapso de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría hace tres décadas, el Reino Unido aumentará su arsenal de armas atómicas desde las 180 ojivas actuales hasta 260. Es decir, un 44 %. Así lo anunció el pasado lunes el primer ministro británico, Boris Johnson, con el objetivo marcado de hacer al país más «fuerte, seguro y próspero».
El rearme atómico se incluye en la estrategia de política exterior y de defensa, conocida como Revisión Integrada, que el premier presentó ayer a la Cámara de los Comunes. El presupuesto en defensa aumentará en unos 24.000 millones de libras (28.000 millones de euros) para modernizar y reequipar a las Fuerzas Armadas.
Después de que en el 2010 el Gobierno del tory David Cameron optara por reducir el número de misiles con cabezas atómicas de 225 a 180, ahora Downing Street considera que esta decisión debe revertirse, debido a «un amplio rango de amenazas», entre las que incluyó la posibilidad de que para el 2030 grupos terroristas lancen «un ataque químico, biológico, radiológico o nuclear».
«Nuestra política internacional es un instrumento vital para cumplir la meta de este Gobierno de reforzar la unidad nacional y asegurarle al país un lugar en el mundo como superpotencia científica y centro de innovación e investigación», aseguró Johnson a los diputados, al dejar claro que tras el brexit el Reino Unido ampliará sus alianzas más allá de sus otrora socios de la Unión Europea y que estrechará nexos con estados de la región indo-pacífica. Prueba de este giro es que el portaviones británico Queen Elisabeth será enviado a Asia en las próximas semanas. «Seremos el socio europeo con la mayor presencia en el Pacífico e Índico», se lee en el documento.
Guerra Fría 2.0
Como en los tiempos previos a la caída del Muro de Berlín, Londres cree que Estados Unidos es el aliado más importante del país y los principales peligros para su seguridad y sus intereses provienen de Rusia y China. Así, en el documento se califica de «amenaza activa» a la Rusia gobernada por Vladimir Putin. Respecto a Pekín, el documento hace una distinción interesante, porque, pese a que considera que el régimen chino es un «reto sistémico para una sociedad abierta» como la británica, también considera necesario estrechar los lazos comerciales y políticos con él.
Una visión que seguramente no agradará a todos en las filas conservadoras, donde no pocos abogan por romper lazos con el gigante comunista. Esta decisión de Johnson no ha sido bien recibida por la oposición. El líder laborista, Keir Starmer, lo acusó de revertir la desnuclearización del país, sin explicar claramente «por qué ni cuál es su propósito estratégico». «Esta revisión rompe el objetivo de varios primeros ministros y los esfuerzos de ambos partidos para reducir nuestro arsenal nuclear», dijo Starmer.