Varias de las víctimas mortales fueron decapitadas
24 feb 2021 . Actualizado a las 19:21 h.Ecuador vivió el martes la mayor masacre carcelaria de los últimos años. El enfrentamiento sin precedentes entre bandas ha dejado un reguero de muertos en motines en cuatro cárceles. El saldo provisional de víctimas mortales asciende ya a 79, algunos de ellos fueron decapitados, y el de heridos a más de una veintena. El Gobierno ecuatoriano dio por controlada la situación en la madrugada de este miércoles, tras denunciar una operación planificada. La seguridad de las cárceles fue reforzada con militares y policías para evitar nuevos ataques, según informa el diario El Comercio.
El jefe de prisiones, Edmundo Moncayo, atribuyó los motines en cuatro cárceles de tres ciudades a la lucha entre bandas para hacerse con el control de las prisiones. El detonante fue el vacío de poder que generó el asesinato el pasado diciembre, del exreo José Luis Zambrano, alias Rasquiña, cabecilla de la temida organización criminal Los Choneros.
Moncayo aseguró que estuvieron involucradas al menos cuatro bandas en los amotinamientos: Los Pipos, Los Lobos, Tiguerones y Chone Killer's, según recoge el diario local La Hora. Una de las organizaciones se habría adelantado a los intentos de otras rivales a sus planes de atentar contra ella golpeando primero, lo que habría desencadenado una reacción en cadena en varios centros penitenciarios.
La mayor parte de los presos fallecidos se ha registrado en la cárcel de Turi de la ciudad de Cuenca, donde han muerto 34 reos, seguida de dos centros ubicados en Guayaquil, con 31 y seis cada uno, y la de Cotopaxi (a unos 80 kilómetros de Quito), con ocho, según el balance del Servicio de Atención Integral de Personas Adultas Privadas de la Libertad y Adolescentes Infractores (SNAI) ecuatoriano. Entre las bajas no hay agentes, pero sí entre la veintena de heridos.
El analista Ricardo Camacho denuncia en La Hora la falta de una fuerza de reacción ante estos motines y la precaria seguridad en las cárceles de Ecuador: 38.000 presos, vigilados por 1.400 guardia penitenciarios y 1.000 policías «prestados», cuando la norma internacional recomienda un agente por cada 10 presos. Para retomar el control de las cárceles y evitar estos conflictos, se necesita urgentemente más de 5.000 agentes especializados en seguridad carcelaria, señala Camacho. La impunidad de los presos es total, «incluso después de los asesinatos, siguieron mandando vídeos», denuncia.