El acuerdo «posbrexit» ahonda la división entre Londres y Edimburgo

juan francisco alonso LONDRES / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Partidarios de la independencia de Escocia durante una manifestación
Partidarios de la independencia de Escocia durante una manifestación RUSSELL CHEYNE | Reuters

Johnson promete centrarse en superar las desigualdades entre territorios

28 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El brexit sigue ahondando la división entre Londres y Edimburgo. La noticia de que esta Nochevieja el Reino Unido y la Unión Europea (UE) materializarán su divorcio de manera pactada, tras haber logrado acordar su relación comercial y de seguridad la pasada Nochebuena, no ha servido para acercar posiciones. Por el contrario, el Partido Nacionalista Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) dejó claro ayer que utilizará el pacto, que ha tachado de «malo para Escocia», para seguir impulsando su propuesta independentista.

«Escocia ha sido completamente ignorada por Westminster durante todo el proceso del brexit y nos vemos obligados a pagar un precio devastador. Está claro que la única forma de proteger los intereses de Escocia y recuperar todos los beneficios de ser miembro de la UE pasa por convertirnos en un país independiente», dijo el diputado Ian Blackford, jefe del grupo parlamentario del SNP en la Cámara de los Comunes, quien anunció que sus 46 diputados votarán en contra del tratado.

El portavoz nacionalista justificó su posición en contra alegando que es «muy malo para Escocia». ¿La razón? «Nos sacará del mercado único y de la unión aduanera más grande del mundo, terminará con nuestros derechos de libertad de movimiento e impondrá montones de trámites burocráticos, costos adicionales y barreras para comerciar a las empresas escocesas. Y todo esto es culpa de este Gobierno conservador», explicó.

El SNP prevé impulsar un segundo referendo sobre la independencia de Escocia. Esa es su principal oferta para las elecciones regionales de mayo. Desde Downing Street ya han rechazado esta posibilidad, recordando que cuando permitió la anterior votación, celebrada en el 2014, se acordó que la cuestión quedaría cerrada por una generación.

En su voto en contra a los escoceses los podrían acompañar los 11 liberales demócratas. El sábado, su líder, Ed Davey, ya puso en duda su respaldo al acuerdo porque es «malo para los empresarios y las familias británicas».

A medida que pasan las horas crecen las críticas y objeciones al tratado, pero también lo hace la campaña que el primer ministro Boris Johnson ha emprendido para venderlo a la opinión pública. Este domingo, en una extensa entrevista en The Sunday Telegraph, el premier sostuvo que el pacto permitirá «una mejor y más saludable relación con la UE» y abrirá las puertas para que su Gobierno pueda poner en marcha proyectos que acaben con las desigualdades entre zonas como el norte y el sur de Inglaterra.

«No queremos divergir por el simple hecho de divergir. Pero vamos a querer hacer las cosas de manera diferente cuando eso sea útil para los británicos», dijo. También anunció que su Gobierno pondrá en marcha «puertos libres», es decir, zonas de comercio con bajos impuestos que han sido acusadas de ayudar a la evasión fiscal.

No obstante, Johnson admitió que el texto no es ideal, sobre todo para el sector de los servicios financieros; y también reconoció que permite imponer aranceles en el caso de que el Reino Unido desmejore su legislación para competir deslealmente contra sus otrora socios, algo que descartó vaya a ocurrir. «No vamos a poner a los niños a limpiar chimeneas ni contaminar nuestras playas», prometió.

El Reino Unido tendrá su propio programa Erasmus para estudiantes

Paula rosas

El Gobierno británico invertirá 110 millones de euros en un nuevo programa de intercambio que sustituya al Erasmus, del que Reino Unido se quedará fuera el 31 de diciembre a causa del brexit. La pretensión del Ejecutivo es que en septiembre entre en vigor el proyecto Turing, bautizado así en honor al matemático que desveló el sistema de criptografía nazi en la Segunda Guerra Mundial, donde podrá participar un número similar de estudiantes al Erasmus: 35.000. Pretende mantener así la condición de las islas como potencia educativa de primer orden, que Boris Johnson garantizó que no se perdería con el brexit, algo que muchos expertos ponen en duda.

Oxford será siempre Oxford y Cambridge será siempre Cambridge. Pero, en su mayoría, las universidades británicas perderán un atractivo que otros centros en el continente están ya aprovechando: cada vez son más los centros superiores que ofrecen enseñanza en inglés en países como Holanda, Alemania o Francia, por ejemplo. Y también al revés: aunque aún es anecdótico, algunas universidades británicas planean o han abierto ya antenas en Europa para facilitar el acceso a estudiantes y personal comunitarios, así como a los fondos europeos. Una de ellas es la de York, que piensa inaugurar el próximo curso un campus en la ciudad griega de Tesalónica. Pero no solo se trata de la enseñanza en lengua inglesa. El 83,1% de los miembros de la Sociedad de Investigadores Españoles en el Reino Unido (SRUK, por sus siglas en inglés) considera que las islas han perdido atractivo como destino para hacer investigación, según una encuesta de este año.

«La ciencia es colaborativa e internacional», explica su presidenta, Carmen Sánchez Cañizares, necesita de la cooperación entre investigadores así como de los intercambios de conocimiento entre los centros, y el brexit va a obstaculizar todo eso. La microbióloga recuerda que las universidades británicas van a quedar fuera de las grandes becas de financiación de proyectos de investigación, como las Marie Curie o las Starting Grants del Consejo Europeo de Investigación. Además, los investigadores españoles y el resto de comunitarios en el Reino Unido «ya no podrán liderar proyectos europeos porque no tendrán acceso a esos fondos. Como mucho podrán participar como investigadores asociados», reconoce Sánchez.

Sin acceso a bases de datos

Lobis como Universities UK, que agrupa a 140 campus británicos, llevan meses presionando al Gobierno para que mantenga la participación en proyectos como Horizonte Europa, el programa marco de investigación e innovación de la UE que desembolsará en los próximos siete años más de 95.000 millones de euros. Existe temor a que «las actividades de las universidades se vean afectadas de inmediato, lo que podría tener consecuencias a largo plazo sobre su competitividad internacional», reconoce un portavoz de UUK.

Una pérdida que el Gobierno británico ha prometido paliar con una inversión del 2,4 % del PIB en I+D+i, aunque los académicos se mantienen escépticos. La economía británica va a sufrir este año el doble impacto del brexit y la pandemia, y de ahí a los recortes hay solo un paso. La financiación no es el único problema. Los datos son fundamentales en la investigación y, a partir del 1 de enero, el Reino Unido dejará de tener acceso a las bases de datos europeas. Sus consecuencias ya las están sufriendo estudiantes como Carmen Mira, que cursa en la London School of Economics un máster de Administración Pública, y que va a tener que cambiar el tema de su tesina sobre política laboral porque los datos que necesita están en España. «La probabilidad de que me puedan dar acceso es muy baja, así que ahora voy a tener que cambiar el tema», aduce.

Un problema más: las contrataciones. Los europeos suponen el 17 % del personal académico de las universidades británicas, pero los futuros contratos se complican a partir de ahora porque deberán hacerse a través del nuevo sistema migratorio por puntos, que penaliza los bajos salarios -habituales entre los recién diplomados- y que otorga, por ejemplo, la mitad de puntos a los doctorados en letras que a los de ciencias. Otra de las pesadillas recurrentes para decenas de miles de estudiantes es el del reconocimiento mutuo y automático de las titulaciones, que también tiene fecha de caducidad por el brexit.