La vacuna exalta el nacionalismo británico

Tom McTague THE ATLANTIC

INTERNACIONAL

María Pedreda

El remedio para frenar el covid abre otro frente en la guerra interminable entre «brexiters «y proeuropeos

13 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«Este será un año fantástico para Gran Bretaña», se puede leer en un tuit publicado por Boris Johnson. Debajo del texto, una fotografía del primer ministro británico mirando fijamente a la cámara, con los pulgares en alto. Esta fechada el 2 de enero del 2020, hace once meses pero en un mundo diferente. 

Examinando la escena del último mes del 2020, lejos de ser un año fantástico, en el que el Reino Unido se desliga de la Unión Europea y traza un nuevo camino después de años de un brexit que pesa sobre su política y sobre su sociedad, ha sido un año horrible en casi todos los sentidos. En cifras brutas, al país le ha ido peor que a casi cualquier otro, sufriendo decenas de miles de muertes y un dolor económico significativo. Gastó más en combatir el virus que muchos de sus vecinos, implementó cierres más estrictos y aún así perdió más vidas. En el mismo momento en que se preparaba para «recuperar el control» ya fuera de la UE, parecía haber perdido el control de sí mismo. 

Y, sin embargo, aquí estamos, una vez más se nos dice que el sol podría, solo podría, estar a punto de brillar en el Reino Unido. La semana pasada, se convirtió en el primer país del mundo en autorizar la vacuna de Pfizer-BioNTech contra el covid-19, con un lanzamiento nacional el 8 de diciembre. Además de esto, una vacuna desarrollada y probada parcialmente en el Reino Unido también ha mostrado resultados prometedores (aunque sus datos ahora están siendo cuestionados), mientras que el país ha comprado silenciosamente una reserva global que cubrirá la proporción de población más grande que casi cualquier otro país.

Pero lejos de ser un momento de unidad nacional, el anuncio de la autorización de la vacuna por el Reino Unido se transformó rápidamente en otro frente en la guerra interminable por el brexit. Después de que un ministro del Gobierno tuiteara que la autorización de la vacuna demostrará, con el tiempo, ser el momento en el que el Reino Unido «encabezó la lucha de la humanidad contra esta enfermedad», el embajador alemán en el país devolvió el golpe , respondiendo: «Por qué es tan difícil reconocer este importante paso adelante como un gran esfuerzo y éxito internacional». Las partes en disputa de Gran Bretaña se unieron a la lucha. Quienes están a favor del brexit afirmaron que la rápida aprobación de la vacuna era una prueba a favor del brexit; quienes quieren permanecer en la UE, en tanto, señalaron que el medicamento fue fabricado en parte por una empresa alemana y que se producirá en Bélgica.

En cierto sentido, el debate es tan agotador como tedioso. El Reino Unido todavía se rige por la legislación de la UE, por lo que la autorización de la vacuna no tiene nada que ver con el brexit. Los estados miembros de la UE tienen el poder de seguir el ejemplo de Londres, pero han acordado esperar hasta que la vacuna haya sido aprobada por su organismo regulador colectivo. La Unión Europea criticó la decisión de Gran Bretaña, y el regulador del bloque, la Agencia Europea de Medicamentos, aseguró que su proceso de aprobación era más completo y que decidiría para el 29 de diciembre si autorizaba provisionalmente la vacuna. Peter Liese, un legislador de la UE que es miembro del partido de la canciller alemana, Angela Merkel, indicó que la decisión de Gran Bretaña era «problemática» e instó a los estados miembros de la UE a no seguir su ejemplo. 

En el fondo, sin embargo, hay una interesante pregunta sobre el brexit que todas las partes deben considerar. En definitiva, el brexit es una apuesta a que, fuera de la UE, el Reino Unido puede regular mejor su economía para ser más competitivo. En esencia, el brexit se basó en la idea de que, liberado de tener en cuenta las economías y la política de otros 27 países, Gran Bretaña puede gobernarse a sí mismo de forma más rápida, eficiente y eficaz. 

Hay un sinfín de argumentos que sugieren que el país gobernado por Boris Johnson ha calculado mal, y horriblemente. De hecho, provoca que el comercio con su mayor mercado sea más difícil y costoso, al tiempo que ha cedido su lugar en la mesa donde se establecen las reglas que rigen este mercado. Esto a su vez ha hecho que el Reino Unido sea menos útil para Estados Unidos, su socio y aliado de seguridad existencial. Finalmente, la decisión de buscar la autonomía regulatoria ha creado tensiones sistémicas dentro del propio país, particularmente con Irlanda del Norte, que se ha visto impedida de tener esta libertad regulatoria debido a su frontera terrestre con Irlanda, así como con Escocia, que no quería salir de la UE en primer lugar. En esencia, Gran Bretaña se ha arriesgado mucho sin estar seguro de lo que, en todo caso, podría ganar.

Pero eso no significa que sea una mala apuesta; solo que es arriesgada. La autorización de la vacuna es un momento importante en este debate porque es un ejemplo del tipo de ventaja pionera que el Reino Unido tendrá que aprovechar una y otra vez fuera de la UE para tener éxito. La autorización acelerada de una vacuna producida en la UE de conformidad con la legislación de la UE no es un argumento a favor del brexit, pero es un ejemplo de lo que el país quiere hacer en el futuro.

Como señaló un exdiplomático irlandés sobre la prisa de Londres por reclamar una victoria nacional a partir de una historia de éxito internacional, claramente involucra elementos de inseguridad y la «falta de autoconfianza nacional que llevó al brexit».Sin embargo, en la prisa por criticar los golpes de pecho británicos, se refleja una peculiar imagen de inseguridad. 

Los desafíos que trae el divorcio entre Londres y Bruselas

Quienes están alrededor de Johnson creen claramente que el brexit ofrece una oportunidad para superar a la UE no solo en las industrias actuales sino, quizás más importante, en las industrias que aún no se han inventado y, por lo tanto, no han sido reguladas. Lo que se reconoce con menos frecuencia es que esta creencia -o miedo- se comparte en el continente. La perspectiva de una Gran Bretaña desregulada tras el brexit que supere a la competencia europea es la razón por la que la UE ha exigido regulaciones mucho más estrictas para proteger un «campo de juego nivelado« con el Reino Unido, que con cualquier otro país. 

Un embajador en la UE de un importante estado europeo confesó recientemente sus temores de que la UE fuera complaciente, proteccionista y demasiado rápida para entregarse a sí misma, convencida de que su propia fuerza la hacía autónoma. Este diplomático, que habló bajo condición de anonimato, afirmó que si bien no creía que el brexit fuera particularmente inteligente o ser un éxito, la UE tenía que hacer frente a algunos de los desafíos que plantea. Por ejemplo, indicó que la UE tiene muy pocas universidades entre las mejores del mundo, y casi ninguna innovación tecnológica en comparación con sus supuestos rivales comerciales, EE.UU. y China. Aseguró además que su gran temor era que la UE esencialmente se quedara atrás en la próxima revolución industrial, al igual que sucedió con China en la anterior.

Nicolas Bauquet, director asociado del Institut Montaigne con sede París, señaló que la vacuna fue un momento revelador en la lucha entre Gran Bretaña y la UE sobre la mejor forma de proteger la soberanía en un mundo globalizado. Francia, al igual que el Reino Unido, estaba preocupada por su capacidad para actuar de forma independiente en el mundo, pero había hecho una apuesta diferente: «Gran Bretaña ha elegido irse de Europa para reclamar su soberanía», afirmó, «Francia ha decidido fortalecer la UE para reclamar su soberanía».

Bauquet explicó asimismo que el presidente francés, Emmanuel Macron, que encabeza las iniciativas para reformar la UE con el fin de hacer a Bruselas más poderoso y efectivo, estaba, en efecto, apostando a que en el siglo XXI, estar en un bloque de cientos de millones de personas era mejor que estar entre «docenas de millones»,

© 2020 The Atlantic. Distribuido por Tribune Content. Traducción, Lorena Maya