La comunidad gallega en Caracas ignora una cita con las urnas muy alejada de los problemas del país

Pedro García Otero CORRESPONSAL / CARACAS

INTERNACIONAL

Un miembro de la Hermandad Gallega de Caracas, junto a los militares, en el colegio Castelao
Un miembro de la Hermandad Gallega de Caracas, junto a los militares, en el colegio Castelao Pedro Garcia Otero

Solo uno de cada seis consultados manifiesta su intención de acudir este domingo a la cita con las urnas

05 dic 2020 . Actualizado a las 21:01 h.

Hace cinco años, en vísperas de las últimas elecciones parlamentarias en Venezuela, La Voz consultó a los gallegos, en la Hermandad Gallega de Caracas, sobre sus expectativas. Todos los consultados expresaron su esperanza en que la inminente victoria de la oposición venezolana abriera espacios democráticos.

Cinco años después, en un club semidesierto (no solo por la pandemia), los escasos gallegos que acuden a la Hermandad Gallega, que acaba de reabrir tras nueve meses de confinamiento, solo sonríen socarronamente si se les pregunta si votarán hoy.

«Vou botar o lixo», dice un entrevistado. Cuesta, incluso, que comprenda que la pregunta es seria. Solo dice: «Amigo, un país no puede vivir de las limosnas. La gente tiene que entender que tiene que trabajar».

La base social del club, el centro gallego más importante de América Latina, se ha erosionado en la misma medida en la que se han ido 5,5 millones de venezolanos de su país. La generación más joven casi ha desaparecido de la Hermandad Gallega, y la emergencia humanitaria que vive el país ha hecho que la institución «haya dejado de ser un club de ocio y recreación, y se haya vuelto un centro de asistencia social» para los gallegos en Venezuela, señala su presidente, José Antonio Alejandro, quien es, de modo extraoficial, portavoz de la comunidad gallega en el país.

Urnas en el Colegio Castelao

En la Hermandad Gallega de Caracas funciona el Colegio Castelao, con primaria y bachillerato, que se encuentra cerrado desde marzo por la pandemia. Es un centro electoral, y está tomado por el Ejército desde el lunes.

«Jamás la gente se quejó de que no abriésemos [el club] en día de elecciones, la gente entendía que ese era un día de votación», señala Alejandro. «Este año los socios preguntan que por qué no abrimos», afirma.

Como en la calle, en la Hermandad no se siente ambiente electoral, en línea con encuestas que señalan que los «muy seguros» de participar en el proceso son uno de cada seis consultados.

La diáspora ha dejado a la Hermandad con dos clases de socios: aquellos que aún están en edad laboral, acercándose a la jubilación, y gallegos muy mayores que se han quedado en Venezuela mientras en los últimos cinco años sus hijos se han ido a buscarse la vida, a España, Latinoamérica o Estados Unidos.

Los veteranos son los que llevan el mayor peso de la crisis, también dentro dela comunidad gallega. En muchos casos, «ni siquiera se quieren ir de un país al que aman», señala Alejandro.

Las ayudas sociales de la comunidad gallega a la Hermandad se han más que duplicado entre el 2016 y el 2020. Es grande la desesperación del país, que también se refleja en el colectivo gallego: «Antes, las ayudas eran especialmente para gente mayor. Hoy llega gente de edad mediana, comerciantes, gente que antes era próspera y ahora necesita ayuda», asegura.

Es la desesperación de un país que también se refleja en el colectivo gallego: «Antes, las ayudas eran especialmente para gente mayor. Hoy llega gente de edad mediana, comerciantes, gente que antes era próspera y tenía seguros médicos y ahora necesita ayuda», agrega.