El pasado lunes, una comunicación online firmada por el propio presidente, aseguraba que el final de noviembre representaba «la fecha límite más importante» para reclamar la anulación de los resultados ante los tribunales, a pesar de los sucesivos rechazos de los jueces de sus demandas por falta de pruebas de un presunto fraude electoral.
Georgia, en el punto de mira
A 50 días del traspaso de poderes, Trump ha dejado de lado sus responsabilidades como presidente para entregarse de lleno a una batalla contra los líderes republicanos que certificaron la victoria de Biden en los estados claves. Su principal diana es Brian Kemp, gobernador de Georgia, de quien aseguró, en una entrevista con Fox News, sentirse «avergonzado» de haberle respaldado como candidato en el 2018. El presidente acusa a Kemp de no utilizar su poder para anular los votos donde no se hizo una comparación de firmas entre los sobres y las papeletas, algo prohibido por las leyes del estado por violar la privacidad del votante. «Será una ‘mina de oro’ de fraude, y fácilmente GANAREMOS el estado», dijo Trump en Twitter sin aportar pruebas ni mencionar la ley estatal.