EE.UU. contiene la respiración ante unos comicios presidenciales históricos

esperanza balaguer NUEVA YORK / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

CARLOS BARRIA | Reuters

Biden parte como favorito con una ventaja mayor a la que tuvo Clinton

02 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Estados Unidos afronta la víspera de las elecciones presidenciales más importantes de su historia rehén del recuerdo de la victoria por sorpresa de Donald Trump frente a Hillary Clinton de hace cuatro años. El fantasma de aquella noche electoral sobrevuela la recta final de campaña que ha coincidido con el tradicional Halloween sin celebraciones a causa de la pandemia. El candidato demócrata, Joe Biden, parte con una ventaja sobre el republicano mayor de la que tuvo Clinton, pero aún existe una opción entre seis de que pierda. Pocos son los que se atreven a vaticinar el fracaso de Trump como hicieron hasta el último minuto en el 2016. Pero los estadounidenses votan mañana bajo un clima electoral muy diferente.

«Lo que más me preocupa es que haya disturbios y tenga que cubrir todo esto», comentaba el viernes por la noche Felipe González, propietario del restaurante gallego Tomiño situado en Little Italy y uno de los lugares de reunión de la comunidad gallega y española de la Gran Manzana. González, nacido en EE.UU. e hijo de emigrantes del municipio pontevedrés que da nombre al local, se mostraba confiado en la victoria de Biden sin ocultar ser víctima de la incertidumbre que sobrevuela el ambiente. «Votaré el mismo martes porque quiero estar seguro de que mi voto se cuenta», añadía. El miedo a un recuento de papeletas caótico como aventura el presidente y los posibles disturbios son las principales inquietudes que marcan estas elecciones. La predicción de consenso le da a Biden un 85 % de opciones de ganar, frente al 15 % que conserva el republicano. «Trump todavía puede ganar. Pero hace cuatro años le dimos un 29 % de posibilidades al final y ahora le damos un 15 %», pronostica Nate Silver, conocido como el mago de las predicciones y fundador de la web de sondeos FiveThirtyEight. Silver fue el único que vaticinó la victoria de Trump. Los pronósticos otorgan al demócrata más de 200 votos electorales, para alcanzar los 270 necesarios para ganar. Por lo que solo necesitaría recuperar tres estados que Clinton perdió por poco: Míchigan, Pensilvania y Wisconsin. Si pierde uno de ellos, aún podría ganar si consigue Arizona, Florida, Georgia o Carolina del Norte.

Trump contra Trump

Encuestas aparte, además del impacto de la pandemia de covid-19, el pánico al colapso económico y el récord histórico de 93 millones de votos depositados por anticipado, la fuerza motora del posible fracaso de Trump es el propio Trump. «Su inminente derrota se debe a su falta de simpatía», afirma Tim Albert, periodista y autor del libro Carnicería Americana, después de peinarse los condados republicanos. El malestar con el presidente quedó patente en las elecciones de medio término del 2018 con la victoria demócrata. «Cuatro años, en este sentido, equivalen a una eternidad», dice Alberta. En el 2016, ni siquiera el Partido Republicano confiaba en su victoria. Todo eran incógnitas sobre su modo de gobernar. Su paso por la Casa Blanca ha borrado todas esas ambigüedades. Los estadounidenses deciden mañana sabiendo bien quién es Trump.

Ocasio-Cortez no descarta violencia de grupos de extrema derecha tras las elecciones

La congresista Alexandria Ocasio-Cortez, representante del ala más izquierdista demócrata, dijo este domingo a Efe que EE.UU. está en un «momento extremadamente peligroso» y subrayó la importancia de insistir en la «no violencia» y en que los responsables respondan por sus actos.

«Estamos en un momento extremadamente peligroso y por eso es muy, muy, muy importante insistir en la no violencia y que la gente responda por sus actos», aseguró Ocasio-Cortez, quien aspira a la reelección.

La política de origen puertorriqueño denunció a los grupos racistas blancos y el acoso al que fue sometido un autobús de la campaña del candidato demócrata a la Presidencia, Joe Biden, este fin de semana en Texas.

Los temores a una posible ola de violencia han contagiado a varios comercios y edificios icónicos del centro de Manhattan, como el Empire State Building, que han protegido sus cristaleras con paneles de madera para evitar eventuales destrozos y saqueos, como los ocurridos a finales de mayo y principios de junio.

Ocasio-Cortez también mostró su preocupación por las críticas de Trump contra el voto por correo. En su opinión, está intentando «declarar su victoria prematuramente en varios estados clave y que los tribunales invaliden los votos por correo». Según ella, si esto ocurriera, deberían «marcar claramente las líneas» y dar una «respuesta cívica muy fuerte con millones de personas manifestándose» en la calle.

BRENNA NORMAN | Reuters

El factor femenino en el equipo de Trump 

c. conejero

En un intento por atraerse el voto perdido de las mujeres de los suburbios, Trump dijo en un mitin de campaña que «les iba a encontrar empleo a sus maridos» para convencerlas de que debían votarle de nuevo. El presidente, que no parece estar familiarizado con las estadísticas de la mujer en el trabajo, habita claramente un mundo de nostalgia en el que ellas esperan todo el día a que sus esposos traigan el dinero a casa.

Como apunta Bob Woodward en su libro Miedo, al líder republicano «le gustan los hombres con aspecto de generales y las mujeres que parezcan haber jurado afiliación a la misma hermandad». En otras palabras, ellos mandan y ellas obedecen. Pero, independiente de las nociones del presidente sobre la feminidad, el rubio predomina entre las mujeres del universo Trump. Desde la exconsejera Kellyanne Conway -ejemplo de rubio republicano- hasta su hija Ivanka Trump -representante del rubio de élite-. Ambas forman parte de esa generación que llama a aprovecharse de las ventajas del feminismo sin soltar las armas de mujer.

Kellyanne Conway, la primera mujer en el país en dirigir una campaña presidencial y llevarla a la victoria, representa el rubio de la derecha alternativa, la denominada Alt-Right, cultivada en el Tea Party y curtida en el poder del trumpismo. Ha acuñado el término «hechos alternativos» para defender los números inflados de audiencia del presidente y definirá para siempre la era de la posverdad en la Casa Blanca.

Pero si Conway es la encargada de manipular los hechos, Ivanka Trump es la portavoz de un feminismo de élite que apela a la mujer perfecta de negocios en la cima del mundo. Alguien capaz de comprarse joyas con su dinero y que busca premiarse a sí misma en lujos producidos en cadenas de trabajo donde los niños pobres ríen y son felices.

Ivanka tiene una relación especial con la esposa de su padre, Melania Trump. La exmodelo inmigrante y primera dama habita el mundo de los reflejos rubios top model, escultural, lejana e inalcanzable, una sinsonrisa perpetua tras las gafas de sol. Los apodos con los que se refieren la una a la otra lo dicen todo: Melania llama a Ivanka «princesa» y esta se refiere a su madrastra como «el retrato» porque apenas habla, pero es una experta en manejar las cuerdas detrás del escenario.

También la nuera de Trump, Lara, casada con Eric y consejera ejecutiva de la campaña de reelección de su suegro, ha ido progresando al mundo del rubio republicano (al principio era castaño oscuro) paralelamente a su escalada en las zonas de poder del presidente. Hace poco, defendió la sugerencia de su suegro de que la gobernadora demócrata de Míchigan, Gretchen Whitmer, «debería ser encarcelada» junto con otros rivales políticos.

La jefa de prensa de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, se ha hecho un nombre en la esfera de la propaganda republicana a base de renovar el repertorio de exabruptos de Trump y saberlos vender. Aprendió de su antecesora Sara Huckabee Sanders a crear universos de información paralelos y de veteranas como Conway el poder del escándalo para prevalecer en las noticias.