Preámbulo de un genocidio en Nagorno Karabaj

Artur Tamazian

INTERNACIONAL

Europa Press

01 nov 2020 . Actualizado a las 15:35 h.
  • «El destino está empujando a Turquía de oeste a este. Salimos de los Balcanes, nos vamos también de África, pero debemos extendernos hacia el Este. Nuestra sangre, nuestra religión, nuestro idioma están ahí. Y esto tiene un magnetismo irresistible. Nuestros hermanos están en Bakú, Daguestán, Turquestán y Azerbaiyán. Debemos tener un camino hacia esas áreas. Y ustedes, los armenios, se interponen en nuestro camino.»

Vehib Pasha, comandante del Ejército Turco, 1918



El 27 de septiembre del 2020 Azerbaiyán declara una guerra a gran escala contra la población pacífica de Nagorno Karabaj, utilizando armas prohibidas.

La historia de Armenia es casi tan antigua como la historia del mundo. Los armenios con una diáspora mundial han sobrevivido a los imperios persa, ruso y otomano, invasiones, guerras, migraciones y tratados. El pueblo armenio, una de las naciones más antigua con historia que data del año 2000 a. C., también ha sido testigo de los peores excesos de la especie humana, el primer genocidio del siglo XX. Después de las masacres otomanas y deportaciones de armenios, que comenzaron de forma masiva a finales del siglo XIX y eclosionando en 1915 con el genocidio, los armenios se quedaron con solo una pequeña parte del territorio que rodea a Ereván, su capital actual. Como resultado de la revolución rusa en 1917, finalizaron las ansias imperiales y se formó la Federación Transcaucásica, que, más tarde (en la primavera de 1918) dio lugar a las tres repúblicas independientes de Armenia, Azerbaiyán y Georgia. Así, entre los años 1918 y 1920 la Región Autónoma de Nagorno Karabaj o simplemente Artsaj (nombre utilizado por la Gran Armenia siglos antes) era una unidad autónoma y tenía todos los atributos de un estado soberano. Sin embargo, diferentes formaciones militares de Azerbaiyán continuaron perpetrando masacres sistemáticas de población armenia allí residente, provocando miles de muertes civiles y desplazando a unas 30.000 personas de Shushi, que actualmente se encuentra en el territorio de Nagorno Karabaj, a otras regiones de Armenia. En este punto, hay que destacar que la región de Nagorno Karabaj nunca formó parte de Azerbaiyán, teniendo este último su propio estatus de estado independiente. Tras ser declarado territorio en disputa en 1920 por La Liga de Naciones (actual Naciones Unidas), Stalin decide en 1921 adscribir la región de Nagorni Karabaj a la República Socialista Soviética (RSS) de Azerbaiyán, en contra de la voluntad de su población que mayoritariamente era armenia (más del 90 %).

Durante la era soviética, todas las entidades constitutivas pertenecientes a la Unión Soviética estaban sujetas a las leyes de esta. Lamentablemente, con el paso del tiempo, parece que este argumento se ha perdido y parecen no haberse retomado en la discusión actual sobre el aspecto legal del estado de Nagorno Karabaj y las pretensiones infundadas de Azerbaiyán. Sirva como muestra el hecho de que Nagorno Karabaj declaró su independencia de la RSS de Azerbaiyán, por un lado y la Unión Soviética por otro en dos referendos legalmente constituidos e implementados. En 1987, la región autónoma de Nagorno Karabaj celebró el primer referéndum en el que declaró públicamente su intención de retirarse de la RSS de Azerbaiyán y unirse a la RSS de Armenia. En otras palabras, declaró mediante referendo su deseo de cambiar su estatus y anexionarse a la RSS de Armenia. La RSS de Azerbaiyán declaró su rechazo a esta decisión. Sin embargo, dicho rechazo carecía de fundamento legal alguno ya que el referendo constituía un instrumento legal válido de acuerdo al artículo 3 de la constitución de la Unión Soviética.

Posteriormente, tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, la región autónoma de Nagorno Karabaj celebró un segundo referendo, esta vez, para proclamarse como una república independiente empleando el mismo procedimiento que el resto de los países que por aquel entonces formaban parte de la Unión Soviética (entre ellos Armenia y Azerbaiyán) y que fueron reconocidos como estados totalmente independientes, persistiendo con el mismo estatus independiente hasta la actualidad. Por tanto, todos los procedimientos aplicados por parte de la región autónoma de Nagorno Karabaj desde su estatus autónomo dentro de la RSS de Azerbaiyán y hasta su secesión de ella y de la Unión Soviética fueron realizados de conformidad con la ley, lo cual significaría que Nagorno Karabaj es de jure una entidad separada, y por tanto, indiscutiblemente debería ser reconocida por la comunidad internacional.

Al amanecer de 27 de septiembre del 2020, los líderes político-militares de Azerbaiyán, respaldado por Turquía y con una clara participación de mercenarios y terroristas procedentes de Siria y Libia llegados a través del territorio turco (información confirmada también por el presidente francés Emmanuel Macron), lanzaron ataques aéreos con misiles a lo largo de toda frontera de Nagorno Karabaj, apuntando también a asentamientos pacíficos, incluida la capital, Stepanakert. Esta agresión sin precedentes se ha convertido en una guerra a gran escala donde Azerbaiyán sostiene que su objetivo es liberar sus tierras mientras la población de Nagorno Karabaj defiende sus asentamientos, sus hogares, las tierras de sus antepasados, su cultura y tradiciones, todos ellos sometidos a una represión sistemática a lo largo de los años. Un ejemplo de ello fue el bombardeo con drones y aviones azerbaiyanos de la Catedral de Shushi, en el que resultaron heridos, entre otros, varios reporteros al ser alcanzados por los misiles. Son actos de vandalismo y de crímenes contra la Humanidad que demuestran la absoluta carencia de cualquier valor humano por parte de los dirigentes de Azerbaiyán y Turquía provocando una masacre de seres inocentes, particularmente de niños y ancianos, generando así una catástrofe humanitaria de la que las instituciones europeas y otros organismos internacionales no pueden ni deben ser ajenos. En este contexto, Armenia y no Azerbaiyán, ha pedido abierta y repetidamente que se establezca una misión de observadores internacionales para vigilar la situación en la línea de contacto. Esta iniciativa permanece sin abordar y sin respuesta hasta la fecha por la oposición diametral de los dirigentes de Azerbaiyán.

Lamentablemente, los patrones de comportamiento de los azeríes de hoy y sus homólogos turcos son similares a los mostrados en 1915, alienados con sus políticas de exterminio armenio. En plena Primera Guerra Mundial, los turcos maquinaron la política del genocidio armenio. Hoy, cuando todas las comunidades del mundo luchan contra un enemigo común, el Covid-19, los líderes políticos de Azerbaiyán inician sus maniobras de ataque contra el pueblo pacífico de Nagorno Karabaj. Hoy, esta iniciativa agresora con objetivos supremacistas de panturquismo y la escalada de la guerra acompañada por acciones terroristas en las puertas de Europa, plantea a la comunidad Internacional la oportunidad para poner en funcionamiento el potencial real y la capacidad para interferir en esta inconmensurable violación del Derecho Internacional, y el potencial desastre humanitario que supone. Hoy es el día, hoy y ahora es el momento en el que la comunidad internacional ha de establecer de forma urgente mecanismos de protección de todas estas vidas humanas implementando acciones claras de condena y rechazo a estas iniciativas que suponen una agresión y opresión de derechos fundamentales evitando así los comportamientos autoritarios, dictatoriales y una guerra forzada en un país que desea ser pacífico. Es el momento oportuno para evitar lo que podría ser la antesala de otro genocidio armenio. Como decía en 1989 Andrei Sakharov, Premio Nobel de La Paz: «Para Azerbaiyán, el problema de Nagorno Karabaj es una cuestión de ambición, pero para los armenios de Karabaj es una cuestión de vida o muert». Mañana será tarde.