Ohio, el termómetro electoral que predice la derrota de Trump

Jairo Mejía TOLEDO / EFE

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DAVID MAXWELL | EFE

El republicano parece estar perdiendo apoyos en zonas rurales y suburbanas, incluso entre los agricultores, que no han visto los frutos de sus promesas

04 nov 2020 . Actualizado a las 03:59 h.

En Ohio hay que fijarse en los pequeños detalles. Su fama como termómetro político lo convierte en un estado donde se pueden medir las inclinaciones electorales del votante rural, urbano y suburbano en pocos kilómetros de distancia y muchas veces solo observando de puerta a puerta. «En Ohio la división rural-urbana en el voto es muy clara y en realidad hay solo unos cuantos condados que son decisivos para ver hacia dónde se inclina todo el estado», explica Robert Alexander, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Ohio Northern.

Una visita a los condados que decidirán las elecciones de noviembre permite aventurar una conclusión: Donald Trump podría no conseguir un segundo mandato, ya que parece estar perdiendo apoyos en zonas rurales y suburbanas, incluso entre los agricultores, que no han visto los frutos de sus promesas.

Los bulos no abonan el campo

«Hay cosas que la desinformación no puede ocultar como el hecho de que el cambio climático lo vemos a diario y está afectando a los cultivos o a que la mala gestión de la pandemia nos ha sumido en una crisis. Los agricultores somos personas que nos basamos en la ciencia y en los datos», afirma Matt Vodraska, dueño de una pequeña explotación agrícola de viñedos y árboles frutales en el condado de Wayne.

El calentamiento global ha llevado a temperaturas más extremas y a que ciertas variedades de frutales no sean sostenibles, mientras que eleva el riesgo de una mala cosecha cada año y con ello la incertidumbre sobre una actividad que depende de los caprichos del clima. Además, la pandemia clausuró durante meses la venta al público de Vodraska, así como la distribución a restaurantes, al tiempo que ha hecho mucho más difícil encontrar mano de obra para la recolección.

Estas elecciones han puesto ante una disyuntiva a Rebekah Headings, una agricultora del condado de Madison, que se define como republicana, pero que este año aún no tiene claro si votará por Trump. Headings es todo lo americana que un europeo puede ser en esta tierra. Trece generaciones que se pueden trazar hasta la llegada del Mayflower en 1620. «Todos mis antepasados fueron agricultores y es algo que no voy a dejar de hacer», asegura. «Es muy difícil subsistir como agricultor o ranchero en estos momentos», lamenta.

Los granjeros de Ohio siguen mostrando su apoyo a Trump con banderas y carteles, pero lo cierto es que muchos han sido muy perjudicados por la política proteccionista del presidente frente a China, que ha dificultado las exportaciones de soja y otros productos agrícolas y ganaderos.

El cinturón industrial

En la ciudad de Toledo, a orillas del lago Erie, grandes plantas automovilísticas dan trabajo a la clase media mejor pagada, pero en riesgo de desaparecer.

«En los últimos seis meses hemos visto un milagro manufacturero tras otro», aseguró Trump en una visita a Ohio en agosto. Esa afirmación no se corresponde con la realidad que vive este sector vital, donde antes de la pandemia quienes eran despedidos eran reintegrados en el mercado laboral a través del sector de la restauración, peor pagado, pero hasta entonces capaz de acaparar la demanda de empleo.

«Desde 1910 se han construido automóviles en esta fábrica y se ha convertido en parte integral de la comunidad», reflexiona Chuck Padden, gerente del gigantesco complejo de ensamblaje de Fiat Chrysler en Toledo.

La planta da trabajo a más de 7.000 personas, una nota positiva en el sector de las manufacturas, que en este estado ha experimentado una caída de 40.000 empleos frente a los datos previos a la pandemia.