Giuseppe Conte: «Más que a mí, mi popularidad beneficia a las fuerzas que sostienen el Gobierno»

darío menor ROMA / COLPISA

INTERNACIONAL

Europa Press

«Ante los flujos migratorios no se puede dejar solo a ningún país europeo»

08 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Italia y España fueron de la mano en la primera parte de la pandemia pero en esta segunda ola sus destinos se han separado. Mientras que en España -con el mayor número de contagios de la UE- la incidencia acumulada supera los 300 casos, en Italia no llega a los 50. La buena gestión de la crisis del coronavirus ha catapultado la popularidad del primer ministro italiano, Giuseppe Conte, que rechaza hablar de «milagro» y considera los buenos datos fruto de los «durísimos sacrificios de todo el país».

-¿Cómo explica que Italia tenga hoy tan pocos contagios respecto a otros países europeos?

-Detrás de la realidad de los datos epidemiológicos italianos no hay ningún milagro, sino los esfuerzos y sacrificios durísimos de todo el país, que nos han consentido superar la fase más aguda de la pandemia y hoy nos permiten afrontar esta nueva fase con gran sentido de la responsabilidad y atención. Ahora también aquí hay un lento aumento de contagios, aunque obviamente estamos en una condición mejor que antes, porque hemos reforzado notablemente el sistema sanitario nacional e invertimos mucho en los controles. En los aeropuertos, por ejemplo, es posible saber en solo 15 minutos si uno está contagiado. No bajamos la guardia y somos conscientes de que una distracción prolongada, aunque solo sea durante una o dos semanas, puede llevarnos a un repunte de casos. Por eso hemos anticipado nuevas medidas, entre ellas que los ciudadanos deberán llevar la mascarilla también cuando estén al aire libre. Y habrá multas si no respetan estas reglas.

-Al inicio de la pandemia usted dijo una frase que tuvo un impacto no solo en Italia: «Mantengámonos alejados para poder abrazarnos mañana». ¿Esas palabras fueron verdaderamente suyas?

-Sí. Era un mensaje para decirle a los italianos que estábamos llamados a grandes sacrificios, pero también que había confianza en el futuro. La idea era que si hacíamos estos sacrificios conseguiríamos abrazarnos más adelante.

-Algunos familiares de las víctimas del covid-19 han empezado una batalla legal en Bérgamo para tratar de encontrar un responsable a las tragedias que han sufrido. ¿Qué les diría?

-Es perfectamente comprensible que quien pierda a una persona querida tenga el deseo de obtener respuestas y de solicitar una verdad judicial. A mí la Fiscalía me convocó para que declarara como persona informada sobre los hechos y estoy siempre dispuesto a referir los hechos que conozco. Esta situación era impensable para todos. A mí algunos me acusan de haber hecho demasiado, de ser un liberticida, mientras que otros en cambio dicen que he hecho demasiado poco. Pero antes de responder a la opinión pública o a una autoridad judicial debo responder a mi conciencia y, lo digo con humildad: creo que hice todo lo posible para gestionar una situación verdaderamente complicada.

-Italia va a ser el país más beneficiado por los fondos de recuperación europeos por la pandemia, que ofrecen la oportunidad de realizar inversiones que no se han hecho en 30 años. ¿Cuál es su proyecto?

-Tenemos una gran oportunidad, pero también una gran responsabilidad. Por eso dije que si fracasamos, tendremos que irnos a casa con ignominia, con vergüenza. Dicho esto, tenemos bien claras las prioridades. Debemos trabajar en la digitalización, que supone un gran instrumento de inclusión para superar las desigualdades territoriales y sociales. Tenemos además que invertir más en infraestructuras como autovías, ferrocarriles, puertos y aeropuertos. Y hemos de lograr una economía circular y la transición energética, pues estamos comprometidos con la política de la Comisión Europea para conseguir un cambio verde a todos los niveles. Luego está la inversión en formación: escuela, universidad e investigación. Invertimos poco en el capital humano porque las políticas de austeridad y la deuda pública nos han penalizado. Debemos revolucionar nuestra posición e invertir mucho en capital humano para ofrecer oportunidades a los jóvenes italianos que ahora buscan fortuna en el extranjero.

-¿Es estable la coalición que sostiene al Gobierno?

-Tras superar una fase electoral, tenemos ahora una perspectiva de trabajo hasta el 2023, cuando termina la legislatura. Está claro que un Gobierno necesita tiempo cuando tiene un plan ambicioso y un proyecto de renovación del país. En Italia en el pasado hubo Ejecutivos muy breves, lo que no facilita la construcción de un proyecto. En este Gobierno hay mucha cohesión, que se ve reforzada por nuestro proyecto.

-Usted goza de un nivel de popularidad muy alto, que subió con el inicio de la pandemia y se ha mantenido desde entonces por encima del 60%. ¿Tiene un plan para mantenerlo?

-No sería una respuesta sincera si dijera que no me gusta esa confianza, pero más que a mí, le hace bien a todas las fuerzas políticas que sostienen al Gobierno, pues crea un clima en el que se puede trabajar mejor. Pero mi objetivo no es gozar de una confianza alta, sino transformar este país y aprovechar las oportunidades que se nos presentan.

-¿Será usted candidato a las elecciones en el 2023?

-No trabajo para nada en mi candidatura. Estoy absolutamente determinado y concentrado en hacer bien lo que estoy haciendo. Yo antes de ser primer ministro tenía una profesión muy gratificante como abogado y profesor. Estoy muy sereno. Valoro esta experiencia como un servicio y una gran oportunidad para mejorar mi país. Ese es mi horizonte.

-La nave de Open Arms y las de otras oenegés que socorren a inmigrantes en el Mediterráneo se han visto bloqueadas por las autoridades italianas. ¿Cómo cambiará su situación con la reciente modificación en la ley sobre migraciones?

-Italia siempre ha respetado las obligaciones internacionales, la tutela de los derechos fundamentales y el salvamento en el mar. Pero está claro que si hablamos de flujos migratorios hay que tener en cuenta que no toda la responsabilidad puede gravar sobre los países a los que se llega en primer lugar, que por su ubicación geográfica están expuestos a flujos migratorios que pueden ser luego difíciles de gestionar. En este período se añade la necesidad de gestionar a los migrantes asegurando la tutela de su salud y la de los otros ciudadanos. Respecto a las naves que usted ha citado, deseamos que haya siempre un mecanismo europeo para la gestión de los flujos migratorios que incluya las repatriaciones. Con el nuevo pacto de asilo presentado recientemente por la Comisión Europea hay una perspectiva en ese sentido. No se puede dejar solo a ningún país europeo.

-En los últimos meses ha habido un cambio por el que el papel del Estado vuelve a ser central en Europa, también en la economía. ¿Estamos ante un cambio de época o se trata solo de un paréntesis?

-Una de las respuestas de esta pandemia es que debemos volver a pensar los modelos imperantes hasta ahora en la economía, que eran autorreferenciales y basados solo en el crecimiento, sin considerar el bienestar de las personas y de las comunidades. Tenemos en cambio que asegurar a los jóvenes países más verdes, digitales e inclusivos. Yo hablo a menudo de nuevo humanismo, pues hemos de trabajar con modelos económicos que pongan en el centro al hombre, con sus necesidades, que no son solo económicas. En este contexto, además, ningún país debe permitir que producciones estratégicas puedan caer. En esos casos el Estado no es que pueda entrar, es que debe hacerlo. Pero no podemos reducir la complejidad de la vida humana solo a los índices contables. A los gobernantes debe interesarnos la calidad de la vida, no solo el PIB.

Sánchez viajará a Roma el día 20 para reunirse con el líder italiano

En los últimos años nunca Madrid y Roma estuvieron tan cerca como hasta ahora. Los Gobiernos de ambos países superaron los mutuos recelos del pasado para presentarse unidos en Bruselas en la crucial negociación de la ayudas por la pandemia, cuya primera ola afectó primero a Italia para luego cebarse también con España. Fruto de esa buena sintonía es la visita que el presidente español, Pedro Sánchez, tiene previsto realizar a Roma el 20 de octubre para reunirse con el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, en el marco de un foro convocado por organizaciones empresariales.

«Además estamos trabajando en la preparación de una cumbre entre ambos países a finales de noviembre. Iré a España con algunos ministros para reunirnos con el Gobierno de Sánchez», adelanta el líder italiano. «Tenemos un potencial de desarrollo de la cooperación bilateral verdaderamente notable. También en el frente europeo hemos compartido la misma actitud de trabajar para conseguir una respuesta europea unitaria y coordinada, pues era indispensable para salir de la pandemia».

Conte, que califica de «amigo» a Sánchez, al que visitó en Madrid el pasado mes de julio, mantiene con el presidente español un diálogo «muy intenso» que también existe entre otros miembros de ambos Gobiernos. «Durante la pandemia los ministros de Sanidad español e italiano están colaborando intensamente, con mutuos intercambios de información. Nos hemos visto unidos por este destino porque la epidemia explotó aquí y, poco después, lo hizo en España. Los dos países estábamos en una situación particularmente dramática», sostiene Conte, que no quiere entrar a valorar por qué los datos epidemiológicos españoles son mucho peores que los italianos durante esta segunda ola. «No me permito hacer juicios sobre las decisiones tomadas en otros lugares. Digo solo que en Italia nos aferramos en seguida a la idea de que la tutela de la salud era la mejor manera para comunicar confianza a los ciudadanos y preservar el tejido económico. De hecho, Italia está volviendo a crecer ahora y existe confianza entre los consumidores y las empresas. Los índices económicos son mejores respecto a otros países porque intervenimos a tiempo para proteger la salud de los ciudadanos». También justifica el éxito de su nación en esta segunda ola de la pandemia por la transparencia de su Ejecutivo, que «explica a los ciudadanos las medidas adecuadas y proporcionadas que tomamos».

Siempre muy diplomático, Conte no quiere mojarse sobre la posición que tomaría Italia si ganaran en votos los partidos independentistas en las elecciones catalanas, convocadas para el próximo 14 de febrero. «Nunca me permitiría intervenir», dice algo incómodo, para excusarse a continuación: «Siento decírselo, pero es un asunto íntegramente español y lo único que puedo augurar desde fuera es que haya una posibilidad de que se produzca un proceso inclusivo y que se pueda dialogar en todos los niveles».