Juzgan el asesinato que tensó la relación entre Alemania y Rusia

pablo l. barbero BERLÍN / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

CLEMENS BILAN | EFE

El fiscal implica a Moscú en la muerte de un separatista checheno

08 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El asesinato el año pasado en Berlín, presuntamente por encargo de Moscú, de un asilado georgiano de origen checheno podría quedar esclarecido pronto. Ayer arrancó en la capital alemana el juicio contra Vadim Krasikov, también conocido como Vadim Sokolov, como presunto autor de la muerte de Zelimjan Tornike Jangoshvili, exlíder separatista checheno de 40 años, en el parque berlinés de Tiergarten y a plena luz del día.

El Ministerio Fiscal alemán implica directamente a altas instancias rusas en el crimen, que tensó gravemente las relaciones entre Alemania y Rusia. Según la Fiscalía encargada de los casos de terrorismo y espionaje, al acusado, de 55 años, se le encomendó acabar con la vida del georgiano actuando «por codicia u otros bajos motivos» por cuenta de «organismos vinculados al Gobierno central de la Federación rusa». Su objetivo era eliminar a quien consideraba «enemigo de Moscú, de su república autónoma de Chechenia y del Gobierno prorruso de Georgia».

Jangoshvili combatió en la guerra de Chechenia al lado de los rebeldes contra las fuerzas rusas entre el 2000 y el 2004 y desde el 2016 vivía con su familia en Alemania, donde pidió asilo tras haber sobrevivido a dos intentos de asesinato en Georgia. El Kremlin lo consideraba un terrorista.

Disparos a bocajarro

Según la acusación, el presunto autor del asesinato se acercó a la víctima y disparó con un silenciador, antes de rematarlo con dos tiros a bocajarro en la cabeza. El ruso fue detenido ese día cerca del lugar de los hechos tras ser visto intentando deshacerse de la bicicleta, la peluca y el arma en el río Spree. Desde entonces está encarcelado. Según una investigación de la revista Der Spiegel, Krasikov fue entrenado por los servicios secretos rusos (FSB).

Pocos meses después, Alemania expulsó a dos diplomáticos rusos por su falta de cooperación en la investigación, a lo que Moscú respondió expulsando a su vez a dos diplomáticos alemanes. El asesinato de Jangoshvili vino a tensar unas relaciones entre Berlín y Moscú ya de por sí deterioradas tras el ciberataque del Bundestag en el 2015 atribuido a Rusia y las numerosas discrepancias políticas respecto a la crisis de Ucrania o las guerras de Siria o Libia. El envenenamiento del activista opositor ruso Alexéi Navalni ha sido el último capítulo de sus desencuentros.

Pero las relaciones entre Berlín y Moscú están condicionadas por la construcción del Nord Stream 2, el gasoducto casi terminado que transportará gas desde Rusia hasta Europa. En cada una de las crisis con Putin aumenta la presión sobre Merkel para que interrumpa el proyecto, en el que se han invertido unos 12.000 millones de euros y están implicadas unas 120 empresas de una docena de países europeos.

Berlín y París proponen sanciones adicionales a los responsables del «crimen» contra Navalni

Los Gobiernos de Alemania y Francia propusieron ayer imponer sanciones adicionales a «personas» consideradas responsables del «crimen» que supone el envenenamiento del líder opositor ruso Alexéi Navalni, según un comunicado conjunto que recoge Efe. Berlín y París dijeron que sus propuestas tienen como objetivo «personas» que cree «responsables de ese crimen y de esa violación de las normas internacionales, debido a sus funciones oficiales, y una entidad implicada en el programa Novichok».

Ambos Gobiernos aluden a ese agente nervioso tras condenar el envenenamiento de Navalni «cometido en territorio ruso» y «desarrollado por Rusia» y recuerdan que el martes la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas confirmó que lo detectó en muestras del opositor.

Ambos Gobiernos subrayan que han pedido a Rusia sin éxito que arroje luz sobre las circunstancias de lo ocurrido y sobre quiénes han cometido el crimen. «No hay otra explicación plausible en el envenenamiento del señor Navalni que no sea la de que hay una responsabilidad y una implicación rusas», concluyen.