Las ultras favoritas de Trump para borrar el legado «progre» de Ginsburg

Francisco Espiñeira Fandiño
FRANCISCO ESPIÑEIRA REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

La jueza de ascendencia cubana Bárbara Lagoa
La jueza de ascendencia cubana Bárbara Lagoa FLORIDA SUPREME COURT | Reuters

La religiosa Barret y la latina Lagoas encabezan una lista con 45 aspirantes

22 sep 2020 . Actualizado a las 08:45 h.

No solo en España hay conflicto con la renovación del poder judicial. En Estados Unidos, ser magistrado del Tribunal Supremo es no solo un alto honor que culmina toda una carrera, sino también un puesto vitalicio que condiciona la legislación del país durante décadas.

Por eso, cada relevo se convierte en una oportunidad del presidente de turno para imponer sus filias y garantizarse un órgano afín a sus intereses. En el caso de Donald Trump, varios de sus planes estrella, como la deportación de inmigrantes o la derogación de algunos aspectos de la ley sanitaria del Obamacare, han fracasado en el alto tribunal.

Y al magnate le gusta poco perder. Por eso, la muerte de Ruh Bader Ginsburg le ofrece la oportunidad de moldear un poder judicial más acorde con sus intereses tras lograr colar a Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh al inicio de su mandato.

De poco parecen servir las críticas de los demócratas e incluso dentro de su propio partido para esperar a que pasen las elecciones del 3N, donde las encuestas dan la espalda de momento al actual inquilino de la Casa Blanca. Trump no parece dispuesto a perder la oportunidad y maneja una lista con 45 nombres, la mayoría mujeres, con la que borrar el legado de Bader Ginsburg, un icono progresista en EE.UU.

Con Ginsburg, el Supremo tenía cinco jueces conservadores y cuatro progresistas, con lo que si Trump logra la confirmación de su nominado apuntalaría aún más el predominio conservador, que podría durar décadas y adoptar decisiones de calado en asuntos como el aborto o la inmigración, fundamentales para su base de votantes.

Los jueces de ese tribunal son designados por el presidente y confirmados en el Senado. Los republicanos son mayoría en la Cámara Alta con 53 de los 100 escaños, y necesitarían 51 votos para confirmar al nominado por Trump para el Supremo, con lo que solo pueden perder tres respaldos antes de que el presidente de la Cámara, el vicepresidente del país Mike Pence, pudiera emitir un voto de desempate.

La senadora republicana Lisa Murkowski anunció este domingo que se opone a que se cubra la vacante dejada por la fallecida Ginsburg. «Durante semanas he afirmado que no apoyaría ocupar una potencial vacante en el Tribunal Supremo tan cerca de las elecciones. Lamentablemente lo que entonces era hipotético ahora es nuestra realidad, pero mi postura no ha cambiado», dijo Murkowski. «No respaldé aceptar una nominación [de un juez al Supremo] ocho meses antes de las elecciones del 2016 para cubrir la vacante que dejó el juez [Antonin] Scalia -recordó-. Ahora estamos incluso más cerca de las elecciones del 2020, a menos de dos meses, y creo que deben aplicarse los mismos estándares». De esta manera Murkowski se une a la senadora republicana por Maine Susan Collins en su oposición a que Ginsburg sea reemplazada en el Supremo antes de los comicios y estrecha ese margen de ventaja de los republicanos.

AMY CONEY BARRET

Creyente fervorosa. Amy Coney Barret ya fue elegida por Trump para ocupar una plaza de libre designación en el Tribunal de Apelaciones en el 2017. Es una mujer blanca, de 48 años, licenciada en Derecho por la ultrarreligiosa Universidad de Notre Dame, donde también dio clases durante quince años. No oculta su condición de devota católica y su oposición al aborto, convicciones que ya le supusieron el voto en contra de los demócratas en la designación para su actual puesto. Su candidatura no es nueva. En Estados Unidos se da por hecho que su nombre ya estuvo encima de la mesa en el 2018, pero que entonces el propio Trump explicitó su intención de reservarla para sustituir a Ginsburg, que ya presentaba numerosos problemas de salud.

Para completar su historial, Barret ya fue una estrecha colaboradora de Antonin Scalia, al que se considera su mentor. Como él, defiende la teoría del originalismo, que entiende que las resoluciones del Supremo deben acercarse lo más posible a la literalidad de las normas escritas por los fundadores del país hace más de dos siglos y medio.

BÁRBARA LAGOA

Hija de exiliados cubanos. Bárbara Lagoa, hija de exiliados cubanos de Miami, es el otro fijo en las quinielas de los trumpistas. Esta abogada de 52 años creció en el barrio cubano de Hialeah, en Miami-Dade y se presenta como una candidata clave que alentaría al electorado de Florida, estado vital para la reelección de Trump.

Lagoa fue nominada en enero del 2019 a la Corte Suprema de Florida por el gobernador Ron DeSantis y pocos meses después por Trump para el Tribunal de Apelaciones en Atlanta, cargo que ocupa tras una votación bipartidista y sin obstáculos en el Senado. DeSantis, aliado político de Trump, la nominó el 9 de enero del 2019 durante un discurso en el que recordó a los jueces que deben tener un trabajo «limitado» sin cambiar la ley ni la Constitución. La cubana asumió ese mismo día como la primera jueza hispana de la Corte Suprema de Florida en compañía de sus padres, su esposo y sus tres hijas, en la Torre de la Libertad de Miami, donde fueron recibidas las primeras oleadas de exiliados de Cuba.