Para confirmar a un nuevo juez, McConnell necesita una mayoría simple, algo que podría conseguir si 53 de los 100 senadores republicanos se mantienen fieles a Trump. No obstante, el proceso de confirmación podría complicarse si hay deserciones entre los senadores republicanos más moderados.
Por su parte, el demócrata de mayor rango en el Senado, Chuck Schumer, abogó por esperar hasta después de las elecciones. «El pueblo estadounidense debe tener una voz en la selección de su próximo juez en el Tribunal Supremo. Por tanto, la vacante no debería cubrirse hasta que tengamos un nuevo presidente», dijo en Twitter Schumer, que usó exactamente las mismas palabras que empleó McConnell para oponerse al nombramiento que hizo Obama.
La jueza predijo la tormenta política
La propia jueza sabía que su muerte provocaría una tormenta política en Washington y antes de su muerte dictó a su nieta una frase que fue recogida por la cadena NPR: «Mi deseo más ferviente es no ser reemplazada hasta que haya un nuevo presidente». De esa forma, Ginsburg dejaba claro que su deseo es que los políticos esperen hasta las elecciones antes de buscarle un sustituto.
Nominada por el expresidente Bill Clinton en 1993, Ginsburg era la jueza de más avanzada edad de los nueve que conforman el Supremo y durante años había sufrido diferentes tipos de cáncer.
Ginsburg había vestido durante casi tres décadas la toga negra del Tribunal Supremo, donde llegó en 1993 como la segunda mujer de la historia que ocupaba un puesto en esta corte, después de toda una carrera dedicada a causas feministas y a los derechos civiles.