Boris solo es feliz en el ruido

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira SIN COBERTURA

INTERNACIONAL

El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson WILL OLIVER

16 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Boris Johnson no sabe pasar desapercibido. Mítica es la anécdota que revela que su postura antieuropea se fraguó con un sorteo: escribió dos artículos para el periódico en el que colaboraba, uno a favor del brexit y otro en contra. Los lanzó al aire y encima de la mesa quedó el contrario, que fue el que envió y marcó su camino.

Pero Boris no está acostumbrado a respetar los acuerdos. Ni siquiera los que él mismo firma. Necesita la bronca. Es un adicto al ruido mediático. Y excitar la vena antieuropea de sus bases en una receta sencilla para camuflar la pésima gestión de la pandemia, el desastre económico que se avecina o el incumplimiento de sus compromisos electorales.

En la trastienda de Downing Street se mueve a su antojo Dominic Cummings, el gurú al que Johnson entregó su alma para cumplir su sueño de niño: ser el primer ministro de su país y sentarse en la silla de su idolatrado Churchill.

Pero gobernar es otra cosa y en estos casi dos años ha demostrado estar muy lejos de ser un estadista. Los Veintisiete están hartos de sus veleidades y a las islas ya no les vale su pasado triunfal. El canal de La Mancha es su cordón umbilical con el mundo. Ojalá deje pronto de perder el tiempo.