Lukashenko endurece la represión para evitar la caída de su régimen

Rafael M. Mañueco MOSCÚ / COLPISA

INTERNACIONAL

Manifestación de apoyo a la oposición, el miércoles en Minsk
Manifestación de apoyo a la oposición, el miércoles en Minsk Efe

Los líderes de la UE no reconocen los resultados de las elecciones en Bielorrusia, mientras el presidente refuerza las fronteras y prohíbe las protestas

20 ago 2020 . Actualizado a las 11:53 h.

El dictador bielorruso, Alexánder Lukashenko, parece dispuesto a acabar lo antes posible con la revuelta que amenaza con demoler su régimen. Un claro desafío a la UE, cuyos líderes en una cumbre telemática, decidieron no reconocer los resultados de los comicios presidenciales en los que se proclamó vencedor Lukashenko.

El miércoles Lukashenko reunió una vez más a su Consejo de Seguridad para ordenar medidas con las que espera normalizar la situación tras once días ininterrumpidos de manifestaciones y huelgas por todo el país. Estallaron porque la oposición y sus partidarios dan por hecho que las elecciones presidenciales del 9 de agosto fueron manipuladas y no fue Lukashenko el vencedor sino su adversaria, Svetlana Tijanóvskaya, refugiada en Lituania. Pero el autócrata se propone reprimir aún más las protestas, sigue desplegando tropas en el límite con Polonia y se prepara para cerrar a cal y canto todo el perímetro fronterizo.

«He ordenado al Ministerio del Interior no permitir más disturbios en las calles, especialmente en Minsk. La gente está ya cansada y quiere paz y tranquilidad», afirmó Lukashenko. «He dispuesto también el reforzamiento de la protección fronteriza en todo su perímetro para impedir la penetración desde otros países de pistoleros, armas, munición y dinero para financiar la revuelta», declaró igualmente citado por la agencia Belta.

Poco antes, durante la reunión con el Gobierno y las fuerzas de seguridad, incluyendo por videoconferencia a dirigentes regionales, el presidente arremetió contra la oposición y, en particular contra el recién creado comité coordinador con el que Tijanóvskaya quiere pilotar de forma pacífica la transición hacia unas nuevas elecciones y emplearlo como instrumento de diálogo con las autoridades y con Lukashenko, al que exigen su dimisión. Sin embargo, el mandatario tachó de «ilegal» al comité coordinador y le llamó «centuria negra». 

Este órgano -que eligió el miércoles a su presídium, compuesto por siete personas- tuvo su primera reunión el martes y designó a sus 70 miembros. Refiriéndose a estos, Lukashenko dijo que «no hay carteras suficientes en todo el país para tantos cargos. Pero sí tenemos escobones y palas de sobra para proporcionarles». A su juicio, «la legislación no contempla la formación de órganos de poder alternativos».

El líder bielorruso atacó también a Occidente. «Los Estados occidentales declaran directa y abiertamente, sin ocultarlo, que reúnen medios y los envían a Bielorrusia», aseguró, y les aconsejó «ocuparse de sus problemas». Citó en particular a los 'chalecos amarillos' en Francia, las protestas raciales en EE.UU. y las movilizaciones en Alemania y en otros países europeos contra las restricciones por la pandemia. Según Lukashenko, todos esos países «están afilando sus sables, pero recibirán una respuesta contundente». De igual modo, deploró que en la ciudad de Grozno manifestantes agitaran banderas polacas. «Esto es intolerable. Vamos a acabar con todo esto de forma drástica», advirtió y acto seguido informó de que ha dado instrucciones al Ministerio de Defensa «para rastrear los movimientos de la OTAN en Polonia y Lituania». La víspera había ordenado el despliegue del Ejército en la frontera occidental.

«No estamos solos»

También Lukashenko ordenó al Ministerio de Exteriores bielorruso «que sean advertidos los socios occidentales de la responsabilidad en la que están incurriendo por los desórdenes en curso». «No estamos solos», dijo el presidente, refiriéndose a los asistentes a los mítines de respaldo a su persona en Minsk y en otros puntos del país. Este miércoles se supo de un tercer muerto en los choques de los últimos días con la Policía. Hubo cientos de heridos y casi 7.000 detenidos, de los que han sido puestos en libertad menos de la mitad.

Lukashenko dijo que acabará con los piquetes de huelga, que «actúan como la Gestapo». Los antidisturbios disolvieron a los trabajadores congregados a la entrada de la fábrica de tractores MTZ. Mientras, los agentes filtraban  la entrada a los estudios de los canales públicos ONT y BT. A los que se declararon en huelga, según Aliona Martinóvskaya, una líder sindical, no se les permitió el acceso al edificio y han sido sustituidos por personal llegado de Rusia, aunque no se les ha comunicado todavía el despido. «Si quieren abandonar el trabajo, que lo hagan, pero no deben tener la posibilidad de regresar. Se fueron, pues adiós», dijo de ellos Lukashenko. La oposición teme que hagan lo mismo con los trabajadores de otras compañías.

 Cumbre de la UE

«Las elecciones no fueron justas ni libres y no cumplieron los estándares internacionales. No reconocemos los resultados presentados por las autoridades bielorrusas», declaró el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en una rueda de prensa que recoge Efe al término de una cumbre telemática de líderes comunitarios.

Horas antes del inicio de la cumbre telemática de los líderes de la UE, Svetlana Tijanóvskaya se dirigió a los dirigentes europeos para pedirles que no reconozcan los resultados de las elecciones, que según las cifras oficiales ganó Lukashenko con el 80,1 % de los votos.

El político belga insistió en que la situación en esa república exsoviética es «cada vez más preocupante» y que el mensaje de los líderes europeos es «claro»: «La UE se mantiene en solidaridad con el pueblo de Bielorrusia, y no aceptamos la impunidad». También insistió en que los problemas que atraviesa el país no tratan «sobre geopolítica», sino que «en primer lugar, es una crisis nacional» sobre «el derecho a elegir libremente a los líderes».