El «brexit» ensombrece a Irlanda del Norte al resucitar el conflicto del Úlster

JUAN FRANCISCO ALONSO LONDRES / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Una mujer pasa por delante de un mural republicano irlandés en Belfast, en una imagen de archivo
Una mujer pasa por delante de un mural republicano irlandés en Belfast, en una imagen de archivo PAUL MCERLANE | Reuters

Amenaza con despertar, 22 años después, la dura pugna entre protestantes y católicos

02 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El 28 de julio del 2005 el Ejército Republicano Irlandés (IRA, por sus siglas en inglés), que durante más de tres décadas buscó forzar al Reino Unido que permitiese a la región de Irlanda del Norte reunificarse con la vecina República de Irlanda, anunció que dejaba las armas y que buscaría su objetivo por medios «puramente políticos y pacíficos». Sin embargo, tres lustros después de este histórico paso aumentan los temores a que el conflicto resurja. ¿La razón? El brexit y sus consecuencias.

Desde el referendo de junio del 2016 en el que la mayoría de los ingleses y galeses -los norirlandeses junto a los escoceses votaron en contra- respaldaron salir de la Unión Europea, la violencia paramilitar sectaria en el Úlster ha crecido. En el 2019 la policía regional contabilizó 67 víctimas de asalto y agresiones, frente a 51 en el 2018. A esto hay que sumarle el atentado con bomba registrado en Londonderry en enero del año pasado; el asesinato, cuatro meses después, de la periodista Lyra McKee durante unos enfrentamientos entre la policía y miembros de una facción disidente del IRA; y el frustrado camión bomba que el llamado IRA Continuidad trató de ejecutar el pasado 31 de enero, cuando el país dejó las instituciones comunitarias.

«El brexit está reintroduciendo la cuestión identitaria y creará diferencias entre los ciudadanos británicos e irlandeses», alertó recientemente en un artículo el político laborista Mike Buckley, quien recordó que los británicos norirlandeses podrán seguir gozando de la libre movilidad dentro del bloque, a diferencia del resto de sus compatriotas. Mientras, los norirlandeses que no tienen ciudadanía británica y que usan los pasaportes emitidos por Dublín verán como sus derechos en el Reino Unido se ven disminuidos e incluso tendrán que pagar más por utilizar la sanidad pública.

El posible restablecimiento de una frontera entre las dos Irlandas es lo que más ruido genera. Esta idea violenta el acuerdo de paz del Viernes Santo de 1998, con el que se puso fin al conflicto armado, conocido popularmente como The Troubles (Los problemas). Dicho instrumento lo suscribieron dos Estados miembros de la UE y nadie pensó que alguno de ellos dejaría el club en el futuro. Disidentes del IRA ya han advertido que los futuros puntos de control fronterizo serán para ellos objetivos de ataque. 

Conflicto no resuelto

El conflicto en el Úlster no está resuelto y prueba de ello es que los Peace walls (Muros de la paz), esas altas vallas de cemento y metal que desde hace décadas dividen a los barrios católicos y protestantes de Belfast, para evitar que sus habitantes se atacaran mutuamente, continúan en pie más de dos décadas después de la firma de la paz. En el 2013 las autoridades regionales anunciaron que los derribarían para el año 2022.

Todo lo anterior deja muy claro que la confianza entre ambos colectivos está aún lejos de conseguirse. Ello explicaría por que el Ejecutivo regional estuvo suspendido desde el 2017 hasta el pasado mes de enero. Tres años tardaron los unionistas del DUP y los nacionalistas irlandeses del Sinn Féin en suscribir un pacto de Gobierno y repartirse el poder político.

La salida de la Unión Europea ha disparado las ansias de reunificación 

La violencia no es lo único que el brexit está haciendo crecer en Irlanda del Norte, sino también las ansias de reunificación. Este mes académicos británicos, irlandeses y estadounidenses anunciaron la puesta en marcha de un proceso de consulta pública para preparar un eventual referendo, en el cual se le preguntará a los habitantes de la región británica si desean pasar a estar regidos por Dublín. Los acuerdos del Viernes Santo prevén esta posibilidad.

Una encuesta publicada el pasado mes de febrero reveló que el 46,8 % de los norirlandeses desean continuar siendo súbditos de Isabel II, mientras que el 45,4% desean ser ciudadanos de la vecina república. Por su parte, un crucial 7,8% no tiene clara su opción. Para aumentar la presión, en el 2021 se espera que, por primera vez en la historia, los católicos sean la mayoría de la población del Úlster. Los católicos tradicionalmente han sido partidarios de independizarse del Reino Unido.

El posible resurgimiento de la violencia a causa del restablecimiento de una frontera entre ambas Irlandas y el fuerte impacto económico que conllevará la futura salida de la Unión Europea para esta región, la más pobre del país, son suficientes motivos por los cuales muchas personas -tanto católicos como protestantes y, sobre todo, los más jóvenes- hoy no verían con tan malos ojos romper amarras con Londres. El divorcio de los Veintisiete, por lo visto, tendrá un alto coste interno.