Von der Leyen: tropiezos, artificio y golpe de realidad

S. Arroyo BRUSELAS / COLPISA

INTERNACIONAL

Von der Leyen, durante la rueda de prensa tras su encuentro digital del jueves con Merkel
Von der Leyen, durante la rueda de prensa tras su encuentro digital del jueves con Merkel JOHN THYS | Efe

El gran pacto verde se atascó ante de la pandemia por falta de presupuesto, mientras que ahora busca un plan de recuperación ambicioso tras una gestión caótica de la crisis sanitaria

03 jul 2020 . Actualizado a las 11:01 h.

Cambio climático, transformación digital, migración, salario mínimo común europeo, igualdad de género y no discriminación, euroescepticismo, brexit, tensiones comerciales con Estados Unidos, la intoxicación cibernética, la amenaza rusa, los desencuentros con China... Esa era la voluminosa agenda con la que Ursula von der Leyen asumía la presidencia de la Comisión Europea el pasado 1 de diciembre.

Con cinco años por delante el nuevo Ejecutivo de Bruselas era consciente de que debería lidiar con un legislativo más fragmentado que nunca y muy hostil, con el desafío perpetuo que supone buscar el apoyo de las capitales a cada paso. Y con un multilateralismo en rompan filas a golpe de tuit firmado por Donald Trump.

Antes de estallar la crisis pandémica la bandera de su presidencia, el gran pacto verde (tan «histórico como la llegada del hombre a la Luna», dijo altisonante durante su presentación en diciembre), comenzó a doblegarse por el mástil. No hubo acuerdo pleno de los Veintisiete ese mismo mes para conseguir las emisiones cero en Europa en el 2050. Y se fracasó estrepitosamente en febrero con la primera cumbre sobre el presupuesto plurianual 2021-2027 que debía sustentar un proyecto que contempla ayudas multimillonarias para ayudar en la transición.

En medio, el pulso de Turquía con los refugiados sirios, y una visita de la alemana a Grecia de aire manu militari agradeciendo al Gobierno de Atenas ser «el escudo» de Europa. Sin cuestionar que hubiera suspendido el derecho de asilo ni los métodos de represión para contener a los migrantes en su frontera. En ello estábamos cuando el patógeno asestaba el gran golpe. Arremetía cuando Von der Leyen solo había consumido cuatro meses de presidencia. Ni ella ni nadie calculó su gigantismo. Las llamadas a la coordinación intergubernamental, a seguir el criterio de los expertos y no dejarse llevar por el pánico marcaron la primera reacción. Incluso con sobreexposición mediática y carga marketiniana, como aquella presentación el 2 de marzo de un gabinete de crisis contra el covid-19 vacío de contenido. ¿El escenario? La sede de Protección Civil de la UE en Bruselas. Se rodeó de pantallas. Todo muy técnico y profesional.

Sálvese quien pueda

Ni dos semana de aquel artificio y comenzó el cierre caótico en el espacio Shenghen, los confinamientos en cascada, el veto a traición de EE.UU., el bloqueo de Alemania o Francia a cualquier venta exterior de mascarillas o respiradores, Italia aceptando la ayuda de Rusia y China... vamos, ese 'sálvese quien pueda' de sobra conocido que dejó a la Comisión en simple 'oficina' administrativa. Vacía.

Pero de lo peor también ha llegado lo mejor. Bruselas liberó rápido a los Gobiernos de la UE del corsé de déficit y endeudamiento para volcarse en la crisis sanitaria, pues está empujando con fuerza por una vacuna universal. Y su plan de reconstrucción (tras algún desliz con la ingeniería financiera) es hoy una referencia de ambición y solidaridad. De una Europa más de verdad.