El plan electoral de Trump pasa por sacar tajada de los obstáculos para el voto negro

DAVID FRUM

INTERNACIONAL

María Pedreda

Los ataques al sistema legal y la ayuda extranjera, los otros ejes de su estrategia

28 jun 2020 . Actualizado a las 09:44 h.

Las encuestas muestran un panorama sombrío para Donald Trump, pero si la preferencia de los votantes decidiera las elecciones de EE.UU., Hillary Clinton habría obtenido la presidencia por una diferencia de al menos 3 millones de votos. Las elecciones presidenciales del 2020 pueden convertirse en una partida para la que ya los acontecimientos del pasado 19 de junio dieron un indicio de cómo la Administración Trump espera jugar sus cartas. El fiscal general de EE.UU., William Barr, anunció la «renuncia» del fiscal de Nueva York, Geoffrey Berman. Este procesó a socios de Trump y sacó a la luz muchas de las irregularidades del presidente, incluidas algunas con el Estado ucraniano, que hicieron que Trump se enfrentara a un impeachment en el 2019.

Ese mismo viernes, BuzzFeed ganó una demanda en defensa de la libertad de información para obtener partes del informe sobre el consejero especial Robert Mueller, texto que ha concluido que: «A partir de junio del 2016, el ex miembro de la campaña Roger Stone anticipó a los altos cargos de esa campaña que WikiLeaks divulgaría información que podría dañar la imagen de la candidata Clinton». Los detalles que apoyaban ese cargo fueron suprimidos. Ahora que están disponibles, parece que Trump ordenó personalmente a su jefe de campaña, Paul Manfort, mantenerse en contacto con Stone para conocer los detalles de WikiLeaks.

El Washington Post informó que menos de 200 mesas electorales estarían abiertas para las elecciones primarias de Kentucky del 23 de junio, cuando usualmente hay habilitadas 3.700. La inminente desorganización afectó especialmente a los votantes afroamericanos. Los electores de Louisville, un condado con un 20 % de personas negras, se vieron obligados a votar todos en una única mesa, y se formaron largas colas. Las elecciones primarias no son allí una mera formalidad: los demócratas de Kentucky se enfrentan a una reñida elección en el Senado. Louisville es donde la policía asesinó a Breonna Taylor y el enfado sobre el tiroteo ha acelerado el ascenso de un competidor para Amy McGrath, la candidata favorecida por los demócratas nacionales. Si McGrath, que es blanca, derrota al representante estatal, Charles Booker, que es negro, en unas primarias estropeadas por los obstáculos al voto negro, eso podría resquebrajar a los demócratas de Kentucky, desmovilizar el voto negro del estado en noviembre, y garantizar la fácil reelección del líder mayoritario del Senado, Mitch McConnell.

Estos tres elementos sugieren los tres componentes del juego final de Trump para el 2020: atacar la independencia y la integridad del sistema legal; beneficiarse de la ayuda extranjera y de la confianza de que, para cuando esa ayuda sea probada, dará noticias rancias de escaso interés; y beneficiarse de los obstáculos al voto, particularmente de aquellos que impedirán la votación negra, y de los que separarán a la coalición demócrata en torno a líneas raciales. (Si bien la Administración Trump no tiene la culpa directa del desastre electoral en Kentucky, ya que son los estados quienes administran las elecciones, claramente saca ventaja).

La campaña de Trump es cruda en sus métodos. Aparentemente consideraba que la fiscala estadounidense en Washington, Jessie Liu, era insuficientemente obediente a sus demandas para enjuiciar al ex director interino del FBI, Andrew McCabe. Y se deshizo de ella anunciando su promoción a un gran puesto en el Departamento del Tesoro. Una vez que Liu renunció a su cargo de abogada, él retiró su nominación para el Tesoro. Y fue reemplazada por Tim Shea, un asesor cercano a Barr. Este ha cumplido con su misión de proteger a los amigotes políticos de Trump que están en el lado equivocado de la ley, y frustrar a los funcionarios que investigan a esos amigotes.

Roger Stone fue condenado por obstrucción a una investigación oficial, falsa declaración y manipulación de testigos. Se demostró que había mentido repetidamente bajo juramento. Los cuatro fiscales en el caso firmaron un memorando recomendando una sentencia de entre siete y nueve años de cárcel. Trump lanzó un discurso violento en contra, y Barr intervino para recomendar una sentencia más leve. Al final, Stone fue sentenciado a solo 40 meses, menos de la mitad de lo solicitado por la Fiscalía.

«Abuso del poder fiscal»

Por su parte, Michael Flynn se declaró culpable de mentir a los investigadores federales en dos ocasiones. Una vez más, Barr intervino. Esta vez a través de su aliado, el fiscal interino para Washington, que había reemplazado a la engañada Liu. Barr y Shea buscaron retirar la condena a Flynn, a pesar de su declaración de culpabilidad, una acción tan sorprendente que el juez buscó el consejo de un juez federal retirado, John Gleeson. Este calificó por escrito las acciones de Barr y Shea de «un abuso grave del poder fiscal». Y aseguró que el cambio de rumbo en el caso era «obviamente un pretexto» para no admitir que «la decisión de retirar los cargos estaba basada únicamente en el hecho de que Flynn es un aliado político de Trump».

Se desconoce aún qué escándalo de Trump se busca ocultar con la dimisión de Berman, el fiscal de Nueva York. En sus memorias, John Bolton afirma que Trump le prometió al presidente Erdogan que detendría una investigación de Berman sobre un banco estatal turco. Pero Trump puede estar tratando de encubrir una cantidad innumerable de escándalos. Como apunta el descubrimiento de BuzzFeed, Trump se salió con la suya al recibir ayuda de Rusia en el 2016. Hasta qué punto su campaña estaba en comunicación directa con los rusos sigue siendo incierto, pero se sabe de la reunión con agentes moscovitas el 16 de junio del 2016 en la Torre Trump en Nueva York. Y también que Manafort compartió información de campaña con socios comerciales rusos.

Empresas del presidente, beneficiarias del fondo de emergencia

En Columbia ya se percibe un fuerte olor a escándalo desatado por el intento del secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, de ocultar a los beneficiarios de la ayuda del fondo de emergencia para el alivio de la pandemia, que posiblemente incluya a las empresas de Trump. Si este pierde las elecciones en noviembre, se enfrentará a una terrible exposición legal y a problemas financieros. Trump debe ganar para sobrevivir, y ante la baja aprobación y el alto desempleo, es poco probable que gane si el voto es justo. La desorganización en las elecciones de Kentucky, tras el caos en Georgia a principios de junio, muestra cómo sesgar el voto. En Georgia, las filas de votación eran más largas en áreas mayoritariamente negras, cerca de Atlanta. En una elección que depende del voto por correo, el franqueo de las papeletas cobra mucha importancia. Por ejemplo, las militares se pueden enviar sin sello, y en 16 de los 50 estados no se realiza el franqueo, en especial en los mayoritariamente blancos. Pero en Georgia y en otros del sur se exige timbre, lo que desalienta la participación. Trump buscó en el 2019 extorsionar una ayuda electoral desde Ucrania. El nuevo libro de Bolton confirma las declaraciones de que Trump también ha buscado ayuda del presidente chino, Xi Jinping. Si funcionó la última vez, a un precio político manejable, ¿por qué no volver a intentarlo? La única esperanza de Trump es manipular, distorsionar y reprimir, y está actuando ahora para ver realizada esa esperanza.

Este artículo fue publicado originalmente en Theatlantic.com.

© 2020. Todos los derechos reservados. Distribuido por Tribune Content Agency. Traducción, Lorena Maya