Suiza votará si frena o no la llegada de trabajadores extranjeros

Santiago Garrido Rial
S. G. Rial LA VOZ

INTERNACIONAL

Cola en Carouge (Ginebra) para recibir bolsas de alimentos, debido a las necesidades que han aparecido tras la crisis en determinados grupos de trabajadores
Cola en Carouge (Ginebra) para recibir bolsas de alimentos, debido a las necesidades que han aparecido tras la crisis en determinados grupos de trabajadores SALVATORE DI NOLFI

El 27 de septiembre se debatirá una iniciativa de la derecha para limitar la libre circulación de personas con la Unión Europea

22 jun 2020 . Actualizado a las 18:09 h.

Estaba prevista para el 17 de mayo, el Día das Letras Galegas, pero finalmente habrá que esperar al 27 de septiembre para votar sobre la Iniciativa para una inmigración moderada, que no es otra cosa que el equivalente a un referéndum sobre la limitación de la libre circulación en Suiza de ciudadanos de la UE y, por tanto, de cortapisas a la llegada de trabajadores extranjeros. Una iniciativa que se realizará en los 26 cantones del país, y no solo en alguno de ellos, como es extremadamente frecuente el país ejemplar de la democracia directa. También las hay en toda la confederación helvética, claro, pero apenas de temas tan sensibles como limitar la movilidad y la contratación. Y con una enorme implicación para países vecinos como Alemania, Francia o Italia, pero también para España (solo de Galicia hay algo más de 40.000 residentes) y Portugal, con algunas zonas con una penetración emigrante tan intensa como la Costa da Morte, aunque en esta comarca empezó antes: en 1959 llegaron los primeros.

Como explica el portal oficial Swissinfo, la UDC exige la rescisión del acuerdo sobre la libre circulación de personas con la UE, algo que el Gobierno confederal considera que es jugar con fuego. No es la primera vez que se vota algo así, ni la segunda: será la quinta en 20 años (en la última, del 2014 y por supuesto de la UDC, ya se aprobaron determinadas restricciones). Pero ahora el sentir social es otro, sobre todo tras la crisis del coronavirus. No es que haya hecho demasiada mella en un país tan rico (hay cantones que siguen con su 1% de paro, décimas arriba o abajo), pero el Gobierno ha tenido que poner muchos miles de millones de euros para mantener lo que allí se denomina paro parcial. Si esta nueva votación sale adelante, será necesario cambiar un artículo de la Constitución (más bien, agregar una nueva disposición en el 121) para añadir las limitaciones. Entre otros muchos aspectos, se prevé que, en caso de aumento de paro, los nacionales tendrán prioridad en las contrataciones. Claro que una medida así tendría contrapartidas: por reciprocidad, los suizos que viven y trabajan en otros países de la UE también verían limitados sus derechos.  

Graves perjuicios

Xosé Abelenda, de Santa Comba, inspector en el sector TIC con el sindicato Syndicom y antes, durante varios años, en Unia, buen conocedor de la realidad laboral en todo el país, opina: «Se isto sae adiante, os inspectores non poderemos controlar e exixir ás empresas da UE que respecten os salarios suízos, nin as condicións laborais helvéticas, xa que as medidas de acompañamento negociadas coa UE, non estarán máis en vigor, e levaría consigo dumping salarial, traballo en negro e competencia desleal, para as empresas que son correctas. O caos estaría servido e a desprotección social e laboral sería unha constante».

A Suiza no llegan ahora, como pasó tras la crisis del 2007, decenas de gallegos cada vez, en la que fue una nueva diáspora que nunca ha cesado desde los años 60 (el período álgido fue en los 70 y 80, con más de 120.000 gallegos en el país en algunos momentos), pero es un flujo constante de idas y venidas, incomparable a otros países europeos, y desde luego nada ver con América: es cierto que en Argentina hay más gallegos de tercera o cuarta generación, pero no tiene sus intereses familiares económicos y económicos tan directos como los que viven en Suiza. No es casual que el primer destino del aeropuerto de Santiago, a gran distancia del resto, sea Suiza, ni que cada día taxis y camiones conecten unas y otras fronteras.