El pulso entre Maduro y Guaidó sigue, un año después de la fallida asonada

Pedro García Otero CARACAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Leopoldo López, el 30 de abril del 2019, acompañado de militares tras ser liberado de su arresto domiciliario
Leopoldo López, el 30 de abril del 2019, acompañado de militares tras ser liberado de su arresto domiciliario MIGUEL GUTIERREZ | Efe

El régimen refuerza su autoritarismo y la oposición lo fía todo a la presión de EE.UU.

30 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

A un año de la fallida asonada militar del 30 de abril del 2019 en Venezuela, el régimen de Maduro aún no tiene claro qué terreno pisa en relación con la lealtad de sus Fuerzas Armadas, mientras la oposición evita hacer apología de una fecha que terminó siendo un fiasco y en la que lo único positivo fue que Leopoldo López fue liberado de su arresto domiciliario para terminar acogido en la Embajada de España en Caracas.

Del fracaso de la asonada desde la oposición se sigue culpando a Maikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo de Justicia, y a Vladimir Padrino López, ministro de Defensa, quienes, supuestamente estaban confabulados con Juan Guaidó, presidente del Parlamento, y López, e iban a dar el argumento legal (y de fuerza) para destituir a Maduro. Tanto Moreno y Padrino mantienen sus cargos y siempre han negado que formaran parte de cualquier intentona.

Aunque ha perdido fuerza, Guaidó se mantiene como líder visible de la oposición y es el interlocutor de 60 países que lo reconocen como presidente interino de Venezuela. Leopoldo López, aún sujeto a las limitaciones de ser «huésped» de la embajada española, es uno de sus principales apoyos. El dirigente político, según señalan a La Voz fuentes dignas de todo crédito, ha rechazado numerosos ofrecimientos para dejar la delegación diplomática y salir del país. «Entiende que su lugar está en Venezuela», señalan las fuentes.

La situación de Maduro es más crítica que hace un año. Sin recursos, acusado de narcotráfico por Estados Unidos y con el país paralizado por el covid-19, el mandatario ha llamado a la oposición a un «cese el fuego» y a sentarse a conformar un «Gobierno de emergencia». Eso, sin ceder nada a cambio. La oenegé Foro Penal le respondió diciendo que desde que se inició la cuarentena por la pandemia, el régimen suma 80 nuevos presos políticos, con lo que ya hay un total de 347. Otras oenegés de derechos humanos, como Provea, han señalado que el régimen aprovecha la pandemia para reforzar su autoritarismo en un país que está al borde de la hambruna.

A pesar del férreo control que tiene sobre el país, la semana pasada Maduro cerró con contenedores todos los accesos por autopista a Caracas, levantando alarmas sobre el abastecimiento a la capital. Fue la respuesta a un supuesto intento de asonada militar que se estaba fraguando en Los Teques, una ciudad cercana a Caracas y sede de Ramo Verde, la principal cárcel castrense.

Un número indeterminado de militares, tanto de la misma cárcel (que sería «liberada») como de funcionarios activos, fueron detenidos y, según denuncias de sus familiares y del Foro Penal, torturados en la sede de la Dirección de Contrainteligencia Militar. Iván Simonovis, que se fugó el año pasado a EE.UU., donde desempeña el cargo de agregado militar del gobierno interino de Guaidó, señaló que «lo que va a pasar es impredecible e indetenible» tras el supuestamente frustrado alzamiento.

Mientras, la oposición, con el respaldo especial de Estados Unidos, permanece a la expectativa de lo que pudiera suceder social y políticamente en las próximas semanas. Según Elliott Abrams, enviado especial de la Casa Blanca para Venezuela, varios allegados a Maduro están negociando a cambio de que la Justicia de EE.UU. les perdone los cargos de narcotráfico.