La opinión pública duda de Biden

Mercedes Gallego NUEVA YORK / COLPISA

INTERNACIONAL

Biden, en un acto electoral el pasado 10 de marzo
Biden, en un acto electoral el pasado 10 de marzo Brendan McDermid | Reuters

Crece la presión sobre el candidato demócrata a la Casa Blanca para que haga frente a la denuncia por presunto acoso sexual a Tara Reade en 1993

01 may 2020 . Actualizado a las 15:08 h.

Joe Biden no es Donald Trump. Sus bases integran el movimiento del #MeToo y la marcha del millón de mujeres. Por lo mismo, cuesta más que hagan la vista gorda con las acusaciones de presunto acoso sexual que enfrenta el candidato demócrata a la presidencia, por mucho que quieran desesperadamente que gane las elecciones.

Durante un año la historia de Tara Reade había quedado enterrada en el periódico local de California que primero publicó sus acusaciones de abuso sexual. Varios medios como The Washington Post y NPR dijeron haber encontrado «inconsistencias» en su testimonio, y eso sirvió para que los que querían creer al exvicepresidente de Obama desechasen su versión. Según la campaña del candidato, lo que Reade cuenta «nunca ocurrió». Pero lejos de desaparecer, la mujer que le acusa de haberla empujado contra la pared, y meterle los dedos en la vagina cuando trabajaba de asistente en su oficina del Senado, ha ido ganando credibilidad.

Esta semana tres importantes testimonios han hecho imposible mirar para otro lado. Uno, publicado por The Intercept, es una grabación del programa de Larry King en la CNN en el que una mujer llamaba anónimamente en 1993 para pedir consejo sobre qué puede hacer su hija para enfrentar los «problemas» que había tenido trabajando en la oficina de «un prominente senador». El poderoso documento póstumo ha sido identificado con la voz de la madre de Reade, ya fallecida, una de las pocas personas a las que la presunta víctima dijo habérselo contado en su momento. «Lo único que mi hija podía haber hecho es acudir a la prensa, algo que eligió no hacer por respeto a ese senador», concluyó sin mencionar el acoso sexual.

Sí lo hicieron Lynda Lacasse, vecina de Reade en esa época, y Lorraine Sánchez, compañera de trabajo en la oficina de otro senador a mediados de los años 90, a las que Reade se lo contó en su momento. Ambas son demócratas de hueso colorado y potenciales votantes de Biden, como la propia Reade. «Lo que cuenta ocurrió, porque recuerdo que me lo contó», dijo Lacasse a Business Insider. «Estaba llorando y muy afectada. Cuanto más hablaba de ello, más lloraba. Recuerdo que decía que esta persona a la que básicamente había idealizado la empujó contra la pared y le metió los dedos en la vagina por debajo de la falda. Se sintió violada».

Derrotar al presidente

Hablaba de poner una denuncia ante la Policía, pero no se atrevió. Informó a sus superiores de que se sentía «incómoda» con la forma en la que Biden la miraba y la tocaba, por lo que fue relegada de sus funciones y despedida. Lacasse, de 60 años, no pierde de vista lo que verdaderamente le importa en este año electoral, sacar a Trump de la Casa Blanca, por lo que de todas maneras votará por Biden. «Pero tengo que apoyarla y contar la verdad. Ella no me lo ha pedido, lo he decidido yo. Requiere de mucho valor denunciar esto, si me hubiera pasado a mí querría que alguien lo hiciera».

La credibilidad de estos testimonios le ha dado la vuelta a la opinión pública, donde ahora crecen las voces para que Joe Biden haga públicos sus archivos del Senado donde podría haber -o no- documentos que prueben la denuncia. Son 1.875 cajas y 415 gigabites que, según The Washington Postdeberían ser catalogados porque «no se debería permitir que Trump marque el nivel, sino un hombre mejor».