Israel se ve obligado a confinar a los judíos ultraortodoxos para frenar los brotes de coronavirus

Mikel Ayestaran JERUSALÉN / COLPISA

INTERNACIONAL

Un ultraortodoxos, durante el rezo de la mañana en Mea Shearim, a las afueras de Jerusalén
Un ultraortodoxos, durante el rezo de la mañana en Mea Shearim, a las afueras de Jerusalén ABIR SULTAN | eFE

La policía cierra Bnei Brek, bastión de los jaredíes donde los contagios se han disparado por rechazar las normas sanitarias

03 abr 2020 . Actualizado a las 21:42 h.

Más de mil agentes de la policía israelí bloquean y vigilan las entradas y salidas de Bnei Brak y el Ejército ha desplegado en esta localidad al sur de Tel Aviv a la 98 División de paracaidistas para asistir a sus 200.000 habitantes. Bnei Brak, conocida como la ciudad de la Torá (los cinco primeros libros de la Biblia, a los que los cristianos llaman Pentateuco), es un bastión de la comunidad judía ultraortodoxa y se ha convertido en el foco principal de coronavirus en Israel, ya que los responsables de sanidad estiman que el 40 % de los vecinos están infectados. Además del cierre total, los ministerios de Interior y Defensa ordenaron la evacuación de 4.500 ancianos mayores de 80 años a un hotel cercano reconvertido en centro de cuarentena y confinaron en sus casas a aquellos residentes de entre los 60 y 80 años.

Aunque Israel fue uno de los primeros países en cerrar sus fronteras e imponer restricciones a la población, las medidas de choque en Bnei Brak llegaron tarde y el nivel de contagios es allí cinco veces superior al del resto de un país en el que ha habido hasta ahora 36 muertos y 7.030 infectados, según los datos oficiales. Hay varios motivos que explican el contagio masivo en este lugar, el más densamente poblado de Israel con 26.368 habitantes por kilómetro cuadrado, entre ellos «la falta de acceso a la información por parte de los ciudadanos debido a la prohibición por parte de los rabinos de usar televisión, radio, teléfonos móviles o periódicos seculares. Luego está la profunda sospecha de que cualquier interferencia exterior desde el Gobierno o de expertos «pone en duda el liderazgo de los rabinos», recuerda en el diario Haaretz Anshel Pfeffer, uno de los periodistas que pudo acceder a Bnei Brak antes de su cierre.

Temerosos de Dios

El Estado judío proyecta al exterior la imagen de ser el país de las start-ups y de contar con la capital gay de Oriente Próximo, Tel Aviv, pero a pocos kilómetros de distancia de esas industrias del siglo XXI y de las noches de ambiente hay un lugar como Bnei Brak. Los ultraortodoxos o jaredíes (temerosos de Dios) suponen un 11 % de la población del país y lugares como Bnei Brek y barrios como Mea Shearim, en Jerusalén, son auténticos guetos donde tratan de mantenerse lo más aislados posible del resto. En estos lugares la llegada de las fuerzas del orden para imponer el confinamiento fue recibida con indignación y los agentes, recibidos la grito de »nazis, nazis« en algunos barrios, tuvieron que recurrir a la fuerza para que los religiosos respetaran las normas de emergencia. Según los datos del estudio anual que realiza el Israel Democracy Institute se calcula que en el 2030 los ultraortodoxos supondrán el 16% de la población judía de Israel y en el 2065 el porcentaje se elevará al 40 %. Un crecimiento basado en la media de 6,9 hijos que tiene cada mujer ultraortodoxa, muy superior al 2,4 de las mujeres no jaredíes.

Los hombres no trabajan porque deben dedicar su vida a cumplir con una misión divina que es el estudio de la Torá. Para indignación de los israelíes seculares, que soportan una fuerte carga de impuestos, los jaredíes gozan de una amplia gama de subsidios y la mayoría no realiza el servicio militar obligatorio.