Rafael Nieto: «Los jóvenes no recuerdan que Colombia iba camino de ser un Estado fallido»

héctor estepa BOGOTÁ / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Rafael Nieto, exviceministro de Colombia
Rafael Nieto, exviceministro de Colombia

El exviceministro del Gobierno colombiano con Uribe admite la fuerte movilización en las recientes protestas, pero subraya que su país «no ha seguido el camino chileno»

23 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Rafael Nieto (Bogotá, 1971) es uno de los más destacados políticos del Centro Democrático del presidente colombiano, Iván Duque. Fue viceministro de Interior con el exmandatario Álvaro Uribe, el fundador de su partido, y en el 2018 presentó su precandidatura a la presidencia. Considerado como miembro del núcleo duro del uribismo, atiende a La Voz para analizar la situación política del país, después de tres semanas de movilizaciones antigubernamentales.

-¿Cómo valora las protestas que están teniendo lugar en las calles de Colombia?

-Todo parece indicar que, por fortuna, el país no ha recorrido el camino chileno, y eso le da ventajas al Gobierno. Es, eso sí, significativo que hayan salido a manifestarse 400.000 personas. El Gobierno tiene que tener el oído fino para tratar de escuchar y entender sus preocupaciones, expectativas y necesidades. Pero hay dificultades. En el paro parecen haber confluido muy distintas causas. No parece haber una unificación de motivaciones. Eso enreda el escenario. Además, este es un país de 48 millones y medio de habitantes. Los otros 48 millones no salieron a protestar. Y no significa que no tengan voz, o posición política. ¿Cómo puede un Gobierno trasladar su agenda, por la cual han votado 10,4 millones de habitantes, la votación más alta de la historia de Colombia, para negociarla con quienes dicen ser los voceros de ese medio millón de ciudadanos que se fueron a la calle?

-¿Aumentan los problemas por la desunión del Congreso?

-Duque no ha querido hacer «mermelada», es decir, no ha querido, a cambio de apoyo, dar cupos sindicativos y permitir que los parlamentarios controlasen, de alguna manera, el acceso al presupuesto y a los contratos. Cuando Duque toma esa decisión, que es el hecho más importante contra la corrupción política que se ha desarrollado en los últimos tiempos, perdió la posibilidad de conformar unas mayorías parlamentarias. Eso lo ha dejado en una situación de ingobernabilidad. Tiene enormes dificultades para recibir mayorías parlamentarias. Le va a tocar hacer un ejercicio de distinguir entre «mermelada» y representación política. En los Gobiernos que son de coalición, de alianza, los partidos y movimientos que participan en esas coaliciones tienen la expectativa de participar en el Gobierno.

-¿Cómo le ha afectado al uribismo la derrota en las elecciones locales y regionales de octubre?

-La relación entre el Gobierno nacional y las regiones es ahora mucho más difícil de lo que era antes. Si uno a eso le añade la posibilidad de perder la gobernabilidad en la calle, pues la situación es francamente preocupante.

-¿Por qué han crecido los movimientos alternativos de centro o centroizquierda en detrimento del uribismo?

-Apenas pasaron las elecciones hablé de la paliza que nos habían dado. Por un lado, la impopularidad del Gobierno nos ha afectado de manera importante. Por otro, el Gobierno perdió parte de la base de su electorado. El Ejecutivo puede intentar satisfacer las preocupaciones de aquellos que no votaron por uno, o, por el contrario, desarrollar su programa. Tengo claro que cuando los Gobiernos no hacen el esfuerzo de implementar de manera integral su agenda, terminan perdiendo parte de su electorado.

-La percepción que tiene un sector del electorado uribista es que este Gobierno no responde a sus expectativas. Y eso, al final, castiga al Gobierno.

-La percepción que tienen parte de los colombianos en las calles es que es Uribe quien manda. Eso es irónico. Es exactamente al revés. Los dos, Uribe y Duque, sufren del síndrome del titiritero y la marioneta. Uribe, muy preocupado de que no se perciba que él es titiritero. Y Duque, muy preocupado de ser percibido como una marioneta. Por eso, Uribe no se mete, y Duque pregunta menos. No estaríamos donde estamos si Duque le preguntase mucho más a Uribe.

-La popularidad de ambos ha decrecido mucho. No superan el 30 % de apoyo.

-La figura del presidente Uribe se ha desgastado muchísimo en este año y medio. Y se ha desatado, curiosamente, por el Gobierno. Dentro del uribismo, que tiene un sector desilusionado con el presidente Duque. Que se siente frustrado por su gestión. Dentro de ese sector, hay un costo para el presidente Uribe porque a él le dicen que se equivocó con el expresidente Juan Manuel Santos y ahora con Duque, y le pasa factura a Uribe. Y, desde fuera del uribismo, la baja popularidad de Duque le pasa factura también al propio Uribe. A eso hay que añadir que los muchachos que hoy tienen 18, 22 o 24 años o no habían nacido o no se acuerdan de lo que era el país antes del 2002. No se acuerdan de lo que era el país y no tienen manera de valorar adecuadamente lo que yo sí creo que es importante, y algo que incluso todos los dirigentes de la oposición reconocen: que Colombia cambió de manera sustantiva, de lo que era un país casi inviable a uno que tiene estas discusiones, pero que no es un Estado fallido.