Alberto Fernández receta populismo para reactivar una Argentina en crisis

Guillermo Redondo BUENOS AIRES / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Cristina Fernández evita dirigirse a Macri, durante el acto de investidura
Cristina Fernández evita dirigirse a Macri, durante el acto de investidura AGUSTIN MARCARIAN | Reuters

El peronista asume como jefe de Estado del país, con Cristina Fernández de vicepresidenta

11 dic 2019 . Actualizado a las 00:25 h.

El peronista Alberto Fernández recibió ayer el bastón presidencial de la mano de Mauricio Macri en un traspaso sin incidentes. Más frío fue el saludo obligado entre el expresidente y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Ambos juraron sus cargos y se convirtieron en la máxima representación de Argentina y los encargados de contrarrestar la grave crisis económica que arrastra el país desde el 2018.

En su discurso de asunción, el presidente marcó la hoja de ruta de su Gabinete de Ministros haciendo hincapié en las dificultades económicas que reciben en herencia. «Estoy seguro de que todos vamos a coincidir en que hemos llegado a esta situación porque se han aplicado muy malas políticas económicas», echó en cara al anterior Ejecutivo.

Adelantó cuáles serán las soluciones que propone para revertir la alta tasa de pobreza y reconstruir la capacidad de compra de los sectores sociales más diezmados. «Vamos a implementar un sistema masivo de créditos no bancarios que brinde préstamos a tasas bajas», adelantó el dirigente entre gritos de «Alberto presidente» y cánticos peronistas. «Debemos garantizar el derecho al primer empleo, a través de becas solventadas por el Estado para que jóvenes se capaciten y trabajen en empresas», explicó en lo que aparentemente supondrá mayor carga presupuestaria para el Estado. Como ya había adelantado Cristina Fernández en la celebración de la victoria electoral, el nuevo jefe de Estado dejó espacio para criticar al «neoliberalismo».

Sus retos principales serán reactivar la industria diezmada, encontrar un consenso con los sectores exportadores en vista a un más que probable aumento de las retenciones sin provocar una caída de la productividad, mantener los acuerdos de comercio vigentes, reducir la inflación y la pobreza evitando incrementar la deuda y la emisión de moneda.

Otros objetivos que enumeró fueron ser capaz de alcanzar una buena relación con Mercosur del que depende del Brasil de Bolsonaro y llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para explicar la situación y posponer el pago. «No hay pagos de deudas que se puedan sostener si el país no crece», expresó el jefe del Ejecutivo.

Apoyo a la vicepresidenta

El foco de atención también estaba en Cristina Fernández, quien además de recibir palabras de afecto de su compañero de fórmula, tuvo espacio para el apoyo de forma indirecta. «Nunca más a una justicia contaminada por servicios de inteligencia, operadores judiciales, procedimientos oscuros y linchamientos mediáticos», argumentó Alberto Fernández ante los casos judiciales que afronta la viuda de Kirchner.

La vicepresidenta, que tendrá fuerza en el Parlamento bajo la representación de su hijo Máximo Kirchner, será pieza fundamental en el Gobierno tras haber sido designadas personas de su cercanía como ministros y reservarse la fuerza de la provincia de Buenos Aires con la gobernación de su discípulo Axel Kicillof.