La presión de las calles acelera la dimisión del primer ministro iraquí

Mikel Ayestaran JERUSALÉN / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Una  mujer usa un tirachinas contra las fuerzas del orden en la calle Al Rasheed de Bagdad
Una mujer usa un tirachinas contra las fuerzas del orden en la calle Al Rasheed de Bagdad Ameer Al Mohammedaw | Europa Press

La renuncia se produjo después de la oración del gran ayatolá Sistani, en la que calificó al Gobierno de «incompetente» y pidió frenar la violencia

29 nov 2019 . Actualizado a las 21:05 h.

Casi dos meses de protestas y 400 muertos después, Adel Abdel Mahdi anunció que «presentaré al estimado Parlamento una carta oficial para pedir mi dimisión de la presidencia del actual Gobierno». La plaza Tahrir de Bagdad, epicentro de las manifestaciones, y las calles de las principales ciudades del sur de Irak recibieron la noticia con alegría en medio de una jornada de luto en la que despidieron a las más de 40 personas muertas por disparos de las fuerzas de seguridad el jueves.

La razón principal que llevó a Abdel Mahdi a dar este paso, exigido por los manifestantes desde el primer día, fue el sermón que el gran ayatolá Sistani dirigió a los fieles en la oración del viernes, en el calificó al Gobierno de «incompetente» e instó a los parlamentarios a reconsiderar su apoyo para evitar el «caos» y más muertos. El clérigo, de 89 años, llamó además a acelerar las reformas necesarias en el sistema para celebrar unas nuevas elecciones en el país.

Hace un mes el presidente, Barham Saleh, anunció la predisposición del primer ministro a abandonar el cargo en cuanto las fuerzas políticas del país llegaran a un acuerdo para encontrar un sustituto. Un mínimo de 165 diputados deben aceptar ahora la dimisión y se desconoce quién asumirá el puesto, pero podría ser responsabilidad de un candidato de la fuerza más importante del Parlamento, que es Sairún, el partido del clérigo chií Muqtada al Sadr. Otras medios iraquíes apuntan a que una coalición entre diferentes fuerzas podría sumar más escaños y dejar a los de Al Sadr sin la jefatura de Gobierno, pero no hay consenso sobre cómo se debe llenar este vacío de poder.

El papel de Sistani vuelve a ser clave en Irak, como ya lo fue en el 2014 cuando emitió una fatua llamando al alistamiento masivo para frenar al grupo yihadista Estado islámico (EI) que acababa de alzarse con el control de Mosul y amenaza con llegar a Bagdad. 

Injerencia de Irán

Economista de formación, Abdel Mahdi, de 77 años y exvicepresidente entre el 2005 y el 2011, es un político independiente que se hizo cargo del Gobierno hace un año con la promesa de combatir la corrupción y mejorar los servicios de un país que nada en petróleo, pero cuyos beneficios no llegan a las calles. No ha sido capaz de cumplir su palabra. Ante la presión de las calles y de Sistani, el político adoptó algunas tímidas reformas que no fueron suficientes para tranquilizar la situación. Esta es la primera victoria de unos manifestantes que piden a gritos «la caída del régimen», en referencia al sistema establecido por Estados Unidos tras derrocar a Sadam Huseín.

Sajad Jiyad, director del centro de estudios estratégicos Al Bayan, de Bagdad, señaló en las redes sociales que «después de los cientos de muertos y miles de heridos, resulta duro decirlo, pero creo que las cosas se van a poner peor. Soy pesimista a corto plazo, pero optimista a largo».

Los iraquíes protestan contra la corrupción, el desempleo, la falta de servicios y la fuerte injerencia de Irán en su política. La noche del miércoles se produjo un asalto a la legación de la república islámica en la ciudad santa de Nayaf, que acabó consumida bajo las llamas. Las 24 horas posteriores estuvieron marcadas por un endurecimiento de la represión y el Ejército abrió fuego contra los manifestantes en Bagdad y, sobre todo en Nasiriya, ciudad situada a 370 kilómetros al sur de la capital en la que hubo decenas de muertos