Guerra en la CDU por la sucesión de Merkel

Juan Carlos Barrena BERLÍN / COLPISA

INTERNACIONAL

Annegret Kramp-Karrenbauer, flanqueada por dos de sus rivales a Jens Spahn y Friedrich Merz
Annegret Kramp-Karrenbauer, flanqueada por dos de sus rivales a Jens Spahn y Friedrich Merz Fabrizio Bensch | Reuters

Las voces más críticas de la formación conservadora ya no ocultan su ambición por relevar a la jefa de Gobierno alemana

04 nov 2019 . Actualizado a las 19:39 h.

La guerra por la sucesión de Angela Merkel en la cancillería federal ya no se dirime entre bastidores. Desde esta semana es abierta y algunos interesados no ocultan sus ambiciones en el seno de la Unión Cristianodemócrata (CDU), que preside desde diciembre pasado Annegret Kramp-Karrenbauer -AKK para los alemanes-, la elegida por Merkel para sudecerla en la jefatura del partido y del gobierno.

El alboroto en las filas conservadoras es tal, que incluso se discute la posibilidad de decidir por votación interna entre los afiliados quien será el candidato a la cancillería en dos años. Una posibilidad que pone los pelos de punta a muchos cristianodemócratas a la vista de las consecuencias que ese sistema selección tuvo para sus socios socialdemócratas (SPD) en la gran coalición. El SPD lleva desde junio pasado descabezado tras la dimisión de su presidenta Andrea Nahles y esperando a que las bases decidan quién liderará el partido, mientras la formación, ocupada en resolver sus problemas, pierde aparatosamente un comicio tras otro.

El detonante de la guerra de sucesión fueron los resultados de las elecciones del 29 de octubre en el estado federado germano oriental Turingia, un feudo tradicional de la CDU que, sin embargo, es gobernado desde hace cinco años por los excomunistas de La Izquierda en coalición con socialdemócratas y verdes. En los últimos comicios en esa región la Unión no solo fue superada por el llamado socialismo democrático, sino también por los ultranacionalistas de Alternativa para Alemania (AfD), quedando relegada a un deshonroso tercer puesto. Una catástrofe electoral que desbordó a AKK. Merz, el más combativo.

La antigua jefa del Gobierno del Sarre sigue sin pasar de promesa política y en sus diez meses de liderazgo conservador no ha conseguido aún despertar el entusiasmo de sus correligionarios, que en muchos casos cuestionan su autoridad y dudan de que pueda llegar a dirigir la próxima campaña para las legislativas germanas. Su nivel de popularidad en las encuestas es además muy bajo.

El caso es que lo que parece un vacío de poder en el partido y el Gobierno ha desatado fuerzas con capacidad destructiva que critican abierta o veladamente a las dos mujeres. El primero de ellos el ambicioso cristianodemócrata Friedrich Merz, que al día siguiente de las elecciones de Turingia lanzó un ataque frontal contra la canciller, a la que acusó de gobernar de manera «pésima y cavernícola», así como de «pasividad y liderazgo deficiente». Merz no oculta que quiere ser jefe del Gobierno alemán y cuenta con importantes apoyos. Experto en economía, lidera el ala más conservadora de la CDU, la plataforma Unión de Valores, tiene el respaldo de las juventudes del partido y el aprecio de una gran parte de las bases.

Es enemigo a muerte de la canciller desde hace casi dos décadas, desde que Merkel le arrebatara en el 2002 el liderazgo del grupo parlamentario conservador. Poco después se retiró de la política para retornar hace poco más de un año cuando la canciller dio a conocer su intención de abandonar el poder al término de su cuarta legislatura. El pasado diciembre estuvo a punto de hacerse con la presidencia de la CDU, pero se la llevó al final la delfina de la canciller, aunque no por eso ha perdido ambición.

El ataque frontal de Merz a la canciller sorprendió por su virulencia y fue criticado por desmedido. Pero dio pie a declaraciones críticas de otros defenestrados por Merkel, como el antiguo jefe del Gobierno del estado de Hesse, Roland Koch, que abandonó la política cuando comprobó que no había sitio para él en Berlín. Koch cuestionó el liderazgo de la canciller, a la que acusó de «abstención argumental» y de la que exigió posiciones claras y menos compromisos para mantener la, desde su nacimiento, tambaleante gran coalición con los socialdemócratas.

Falta de ideas

Críticas llueven también para la presidenta del partido, cuya autoridad es cada vez más cuestionada y es acosada sutilmente por el primer ministro de Renania del Norte-Westfalia, Armin Laschet, otro conservador que aspira a la jefatura del Gobierno en la capital alemana. Laschet no pierde ocasión de hablar mal de las iniciativas de AKK o de corregir sus citas desafortunadas, al igual que otros cristianodemócratas de segunda fila pública, pero cuya opinión resulta decisiva en el debate interno.

En la lucha por la sucesión de Merkel, no hay que olvidar al joven ministro federal de Sanidad, Jens Spahn, que trata de aparentar fidelidad a su jefa, pero a la que no duda en criticar indirectamente cuando lamenta la falta de nuevas ideas y visiones para el futuro. Spahn también fracasó con su candidatura a la presidencia de la CDU, pero es un político tenaz y mantiene sus aspiraciones.

Y no hay tres sin cuatro. El cuarteto de potenciales herederos de la jefatura del Gobierno alemán lo completa el primer ministro de Baviera y presidente de la Unión Socialcristiana (CSU), Markus Söder. Aunque se ha comprometido a gobernar dos legislaturas en su región y acaba de comenzar la primera, nadie duda de que aprovechará cualquier oportunidad que surja para dar el salto a Berlín.

Ante este panorama, el 32 congreso federal de la CDU a finales de este mes en Leipzig puede ser decisivo. Annegrett Kramp-Karrenbauer ha reconocido que su presidencia ha sido cuestionada en el seno del partido y considera que la decisión sobre la candidatura a la cancillería para los comicios del 2021 se debe tomar dentro de un año. «Pero quien crea que esa cuestión se debe abordar este otoño, tendrá la oportunidad de hacerlo en el congreso federal», declaró retadora y consciente de que hay fuerzas en su formación que intentan cortar las patas de su silla con el serrucho. Pese a que los vientos le son adversos, AKK está decidida a plantar cara. «Estoy dispuesta para cualquier votación», señaló este jueves. Aunque el congreso de Leipzig tiene carácter programático, la lucha por el poder animará los debates y nadie descarta posibles sopresas.

 La canciller se mantienen al margen de la polémica y da la callada por respuesta

No hay mejor desprecio que no hacer aprecio. Este debe de ser uno de los lemas de la canciller federal, que no ha dicho ni palabra ante los ataques personales sufridos estos días en los que se cuestiona su liderazgo en la Unión Cristianodemócrata y el Gobierno federal. Mientras en Berlín se desataba la lucha por su sucesión al frente del Ejecutivo, Angela Merkel visitaba India y disfrutaba de los elogios hacia su política y su persona de sus anfitriones en Nueva Delhi. 

La canciller no es una mujer de decisiones rápidas o espontáneas. Hay quien incluso afirma que no es una mujer de decisiones y últimamente menos aun en lo que se refiere a su propio partido. Desde que abandonara la presidencia de la CDU hace menos de un año parece que se ha quitado un lastre de encima y actúa como si el partido ya no fuera su problema. A la canciller no le gusta, además, inmiscuirse en debates sobre cargos.

De ahí su silencio. Mientras unos cristianodemócratas como su retornado rival Friedrich Merz la acusan de dirigir el Gobierno y el país con desgana, otros la defienden y plantan cara a los críticos, y los terceros tratan desesperadamente de acabar con la dañina guerra sucia interna. Merkel calla.

Para el analista político Eckart Lohse se debe a la animadversión que siente la canciller por su archienemigo Merz, quizás también a que no tiene intención de rebajarse ante uno que juega en una liga inferior, pero fundamentalmente a que, pese a la enemistad, la veterana estadista alemana es consciente de que su rival es un hombre de prestigio en las bases y el electorado como salvador de los viejos valores y hombre de éxito potencial en las urnas.

El silencio de Merkel es en realidad obligado. Una intervención en la lucha por el poder entre sus correligionarios solo podría perjudicarla. También aunque no tuviese un favorito o favorita para sucederla y solo quisiera que el mejor tomara las riendas. Si contraatacara y respondiese a Merz, este se sentiría triunfador. Habría provocado con éxito a la canciller y forzado a participar en una batalla abierta por el poder. Los seguidores de Merz en el partido y el electorado lo celebrarían.

Pero para Annegret Kramp-Karrenbauer, sucesora de Merkel en la presidencia de la CDU y aspirante a serlo en la cancillería federal, sería perjudicial. Un ataque contra el eterno rival podría ser entendido como una maniobra para salvar a Kramp-Karrenbauer, la 'chica de Merkel' a la que hay que sacar de apuros. Una situación fatal para la presidenta de la CDU, que no puede permitirse el lujo de dar muestras de debilidad.

Pese al aparente distanciamiento entre las dos mujeres, el tabloide Bild aseguraba el sábado, en base a fuentes gubernamentales, que mantienen un pacto secreto: si la gran coalición se rompe antes de acabar la legislatura, Merkel defenderá a su protegida como candidata a la jefatura de Gobierno y si la canciller decide dejar su cargo antes de tiempo Annegret Kramp-Karrenbauer será la primera en enterarse.