La crisis migratoria en la frontera de EE.UU. y México bate récords

Mercedes Gallego NUEVA YORK / COLPISA

INTERNACIONAL

LOREN ELLIOTT | Reuters

El número de menores indocumentados se dispara, al ser estos los únicos solicitantes de asilo que no tienen que esperar a que se diriman sus casos

31 oct 2019 . Actualizado a las 14:16 h.

Hay dos historias de la frontera, y ni siquiera tienen la misma cara. La que contó el martes en El Paso Mark Morgan, comisionado de Protección Fronteriza y Aduanera de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), al presentar los números récords de cruces fronterizos registrados en el año fiscal que acaba de terminar (de octubre a septiembre) habla de inmigrantes sin escrúpulos que «agarran a un niño para cruzar», dado que los carteles les han dicho que eso es «el pasaporte automático para entrar en EE.UU.». La otra, la de adolescentes desesperados que se lanzan solos al peligroso viaje o niños varados durante meses en la frontera a los que sus padres despiden con lágrimas en los ojos para que se entreguen a las patrullas, en busca del sueño que a ellos se les niega.

Unos y otros suman cerca de un millón de personas interceptadas en ese año fiscal, lo que supuso un 88 % más que en el anterior. De ellos el número más polémico es el de los 76.000 menores sin acompañar que detuvieron las patrullas fronterizas -un 26 % más que el año anterior- y las 473.000 familias -un 342 % más que el anterior-. Esta última cifra bate el récord de todos los tiempos. «Esto es como nada de lo que haya visto yo en mis 26 años de carrera», declaró Robert Perez, adjunto del comisionado.

Su jefe no disimulaba su admiración por el presidente Donald Trump, a quien da crédito por reducir el número récord desde los 144.000 inmigrantes que se alcanzó en mayo, con casi 6.000 detenciones en un solo día hasta los 52.000 que se registraron en septiembre, casi tres veces menos. Y era el cuarto mes consecutivo en el que la cifra se reducía, gracias a los acuerdos alcanzados con México, Guatemala y El Salvador para que frenen el flujo antes de llegar a EE UU.

Chantaje con aranceles

El país azteca, chantajeado con arbitrarios aranceles comerciales que hundieron el peso y su Bolsa, aceptó retener a los solicitantes de asilo político hasta que las autoridades migratorias terminen el proceso, cada vez más lento. Los letrados expertos en esta materia coinciden en que desde que Trump llegó al poder el Departamento de Inmigración ha ralentizado el proceso con nuevos requisitos y estándares que ni siquiera comunica y, a la vez, obligan a repetir las peticiones. «El objetivo es claro: confundir a los abogados, disuadir a los solicitantes y colapsar el sistema», sostiene Jim Stillwaggon, cuyo gabinete de Miami trata con acaudalados hombres de negocios que, aún así, necesitan hoy el triple de tiempo que hace tres años para gestionar sus visados.

Morgan, como es de esperar, no está de acuerdo. «Quien diga que esta es una crisis manufacturada, miente», señaló el martes en El Paso. Se escudaba en lo que no se ve, la estimación de 150.000 inmigrantes indocumentados que se les escapan por tener que desviar a los agentes a realizar «hasta 4.900 rescates en un día, algo que no cuenta la prensa», acusa. Como Trump, mete en el mismo saco a «traficantes, criminales, y violadores», dijo el ahora mandatario al lanzar su campaña en el 2016. A esa afirmación ya implícita el comisionado pone cifras: 16.000 criminales deportados, 12.000 pandilleros y 750.000 libras de droga (casi 340.200 kilos) incautadas. Y le añade una amenaza para terminar de meter el miedo en el cuerpo de los estadounidenses que le escuchaban en directo por Fox: «Y si a nosotros se nos escapan, van a por ti. Van a tu ciudad, a tu barrio».

En Matamoros (Tamaulipas, Mexico), Yolani, una hondureña de 17 años retratada por el diario The Intercept, había dejado atrás a su padre para entregarse a las patrullas en Brownsville (Texas) antes de cumplir los 18 años. A partir de esa edad se convierte en adulta y sería deportada a México, pero el Protocolo de Protección de Migrantes la protege mientras sea menor. Su padre, Danilo Ruiz, había esperado llegar con ella hasta donde viven sus familiares en EE. UU. para librarla del acoso de las bandas en su país, pero después de meses durmiendo en el suelo bajo el puente fronterizo, e incapaz de protegerla en un albergue donde los separarían, no le sorprendió que la adolescente tomara la decisión por su cuenta de seguir camino sola. El último paso es también el más doloroso de quienes se tropiezan con el muro de Trump, físico o burocrático.