Gantz quiere liderar el Gobierno de Israel

Mikel Ayestaran JERUSALÉN / COLPISA

INTERNACIONAL

Un acto en recuerdo a Simón Peres juntó por primera vez tras la cita electoral a Gantz y Netanyahu, con el presidente de Israel como testigo
Un acto en recuerdo a Simón Peres juntó por primera vez tras la cita electoral a Gantz y Netanyahu, con el presidente de Israel como testigo ABIR SULTAN | Efe

Rechaza la oferta de Netanyahu de un ejecutivo de unidad que incluya a los ultraortodoxos

20 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Una ceremonia en recuerdo a Simón Peres juntó por primera vez desde el cierre de las urnas al ganador de las elecciones de Israel, Benny Gantz, y al segundo candidato más votado, Benjamin Netanyahu. Con el recuento de votos a punto de finalizar la lista Azul y Blanco alcanzó los 33 escaños, dos más que el Likud. El presidente, Reuven Rivlin, que el domingo comenzará la ronda de contactos para proponer a un candidato para formar Gobierno, aprovechó el encuentro para pedir a los dos líderes que se dieran la mano ante las cámaras. Una imagen simbólica en una jornada marcada por el llamamiento unánime a formar un Ejecutivo de unidad nacional que evite al país tener que organizar unas terceras elecciones.

Pese a ser el perdedor, Netanyahu dio el primer paso y se dirigió a Gantz durante su discurso en la ceremonia para decirle que «no hay otra opción que formar un amplio gobierno de unidad». El que ha sido primer ministro durante la última década y parecía invencible hasta las dos últimas elecciones, recordó a los presentes «el ejemplo de Peres, que cuando no obtuvo una victoria clara optó por un gobierno de unidad con Isaac Shamir para llevar a Israel a una costa segura». Este caso ocurrió entre 1984 y 1988 cuando ambos líderes pactaron una jefatura de Gobierno rotatoria. Lo que no dijo Netanyahu es que el experimentó acabó mal, ya que después de los dos primeros años como primer ministro, Peres traicionó el pacto y negoció con los partidos religiosos para no ceder el asiento a su rival.

Gantz no tardó en responder y lo hizo sin complejos, reforzado por el apoyo obtenido en las urnas. El exjefe del Ejército se mostró partidario del Ejecutivo de coalición nacional «amplio, liberal y liderado por mí, un Gobierno que represente el deseo de la gente». Tuvo además una reprimenda hacia su adversario porque «para construir un Gobierno de unidad, no vienes con bloques políticos y una maniobra, sino con honestidad, patriotismo, responsabilidad y seriedad».

Un reproche debido a que Netanyahu firmó un compromiso con las dos formaciones ultraortodoxas (Shas y Judaísmo Unido por la Torá) y la alianza de partidos de derecha y ultraderecha, Yamina, para llevar a cabo las negociaciones como un solo bloque. Estos son los partidos con los que contaba el líder del Likud para alcanzar los 61 escaños que le dieran la mayoría en una cámara de 120 diputados, pero su proyecto ha fracasado porque entre todos solo suman 55. 

«Con él no funcionaría»

Los altos cargos de la lista de Azul y Blanco defendieron la postura de su líder. El número dos, el periodista Yair Lapid, lamentó que Netanyahu «es incapaz de aceptar los resultados». Otro de los pesos pesados, el también exjefe del Ejército Moshe Yaalon, señaló que «con él no funcionará, no entraremos en una coalición liderada por Netanyahu. Llegamos al poder para arreglar las cosas y devolver al país al buen camino y con él nunca funcionaría».

A lo largo de su carrera Netanyahu ha demostrado ser capaz de superar situaciones muy complejas, pero el segundo tropiezo que sufre en las urnas en apenas cinco meses ha terminado con su áurea de gran líder y le obliga a poner los pies en tierra.

El programa de Azul y Blanco no difiere una coma con el del Likud en temas clave para el país como la ocupación, la amenaza de Irán o las relaciones con Estados Unidos. El ex primer ministro basó su campaña en su estrecha amistad con Vladimir Putin o Donald Trump y colgó carteles enormes en las ciudades con el presidente estadounidense, pero el inquilino de la Casa Blanca pareció tomar distancia tras su derrota.