John Bercow dejará de poner «¡Ooorden!» en el Parlamento británico el 31 de octubre

Juan Francisco Alonso LONDRES / LA VOZ

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John Bercow, durante una sesión en Westminster
John Bercow, durante una sesión en Westminster Reuters TV

Desde el 2009 ha puesto orden a la Cámara Baja con su peculiar teatralidad, y en los ultimso años lidiado con los duros debates a cuenta del «brexit»

10 sep 2019 . Actualizado a las 01:16 h.

«¡Ooorden!, ¡ooorden!». Estos gritos durante los acalorados debates sobre el brexit han convertido al presidente del Parlamento, John Bercow, en un personaje famoso. En las redes sociales pueden verse cientos de vídeos del político tratando de evitar que el legislativo terminara como un patio de escuela a la hora del recreo. Pero sus teatrales gritos tienen los días contados. El speaker de la Cámara de los Comunes, de baja estatura y gusto por las corbatas llamativas, anunció que renunciará a su cargo el 31 de octubre y que no volverá a postularse a la reelección como diputado en las próximas elecciones.

«Le prometí a mi mujer y a mis hijos en el 2017 que esta sería mi última legislatura. Si la Cámara decide finalmente que haya unas elecciones generales, será entonces cuando termine mi mandato. Pero si no votan a favor de dicho adelanto, la decisión menos inoportuna será abandonar la presidencia de la Cámara el 31 de octubre», dijo este lunes.

Su decisión hizo que a Bercow, diputado por la localidad inglesa de Buckingham y speaker desde el 2009, le cayera una lluvia de elogios. Apenas hace unos días ocurría todo lo contrario, en especial de sus colegas del Partido Conservador, que consideran que no ha sido imparcial con los brexiters (no le perdonan su voto a favor de la permanencia en la UE).

No le ha temblado el pulso a la hora de defender las facultades del legislativo ante el Gobierno. La semana pasada no dudó en tachar de «ultraje constitucional» la polémica decisión de Boris Johnson de solicitar a la reina Isabel II que suspendiera durante cinco semanas las actividades de la Cámara.

Bercow ha velado con vehemencia por que todas las voces disidentes pudieran oírse. «No permitiré que el portavoz de la oposición sea silenciado», llegó a decir en una ocasión en que los gritos tories impedían al líder laborista, Jeremy Corbyn hacer uso de la palabra. «No lo toleraré ni hoy ni ningún otro día (…) Esta Cámara tiene que comportarse con decoro», zanjó. Pero además ha permitido que los defensores de la permanencia en la UE o los críticos de un brexit abrupto pudieran impulsar iniciativas, en contra de las posiciones del Gobierno de Johnson y antes del de su antecesora, Theresa May, convirtiéndose así en un dolor de cabeza para ambos.

En el 2018, por ejemplo, dio su autorización para que una enmienda presentada por el diputado Dominic Grieve, expulsado la semana pasada por Johnson de las filas tories, fuera debatida. Dicha propuesta obligó al Ejecutivo de May a presentar un plan alternativo al acuerdo que negoció con Bruselas, el cual fue rechazado en tres ocasiones por los Comunes. Habrá que esperar a ver si su sucesor es capaz de evitar que la Cámara —un pequeño recinto en el que no caben todos los diputados sentados— se vuelva un patio de colegio.