Alemania, pendiente del avance de la ultraderecha en las urnas

Patricia Baelo BERLÍN / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Merkel elogió el coraje de los ciudadanos de Leipzig protagonistas de la revolución pacífica que precedió a la caída del muro de Berlín, al recibir el título de doctora honoris causa por la Universidad de esa ciudad del este de Alemania
Merkel elogió el coraje de los ciudadanos de Leipzig protagonistas de la revolución pacífica que precedió a la caída del muro de Berlín, al recibir el título de doctora honoris causa por la Universidad de esa ciudad del este de Alemania WOLFGANG RATTAY | Reuters

AfD podría quedar segunda en los comicios de este domingo en Sajonia y primera en los de Brandemburgo

31 ago 2019 . Actualizado a las 18:00 h.

Antiguamente se asociaba al Chemnitzer FC con grandes leyendas del fútbol alemán como Michael Ballack. Hoy la imagen del campeón de la Bundesliga en 1967 ha quedado empañada por los arrebatos xenófobos de muchos de sus aficionados ultraderechistas. Algo similar les ocurre al entrenador y los jugadores del club RB Leipzig, que llevan semanas colgando carteles a favor de la tolerancia en las calles de Sajonia. Temen que el partido de extrema derecha AfD obtenga un buen resultado en las elecciones que se celebran el domingo en el estado federado que vio nacer al movimiento islamófobo Pegida.

«No se trata de política, sino de valores sociales. Nos sentimos orgullosos de apostar por una sociedad abierta. Tenemos a catorce nacionalidades en nuestro equipo, nuestros jugadores defienden la diversidad y también nosotros como club», asegura el director publicitario del Leipzig. El mismo día los sondeos confirmaban que AfD aspira a coronarse como la segunda fuerza más votada en Sajonia, con en torno al 25 % del apoyo y pisándole los talones muy de cerca a la CDU, el partido de Angela Merkel, que se consolida primera con el 29 %. En tercera posición quedaría La Izquierda, con el 15 %, seguida por Los Verdes, con el 11 %, y el Partido Socialdemócrata (SPD), con el 8 %. Unos pronósticos que, de cumplirse, obligarían al jefe de Gobierno del Land, el conservador Michael Kretschmer, a sustituir a sus actuales aliados socialdemócratas por los ecologistas, mientras en su partido cada vez más voces le exigen poner fin al cordón sanitario impuesto a los ultras.

Al menos la CDU se salvaría de la catástrofe que supondría ser superada en su bastión por AfD, que quedó primera en Sajonia en las elecciones europeas de mayo, gracias a un discurso antiinmigración que ha calado en el este de Alemania, donde los ciudadanos, con salarios muy inferiores y un desempleo mayor que sus vecinos del oeste, se sienten víctimas de una reunificación incompleta. Aún más en Brandemburgo, que tiene cita con las urnas el domingo y podría copar los titulares internacionales si finalmente AfD obtiene más votos que el SPD. 

Amenaza de crisis

La batalla por el primer puesto se prevé reñida, dado que las encuestas otorgan a ambas formaciones en torno al 21 % del respaldo. Por detrás quedarían la CDU, con el 17 %. Unos resultados que además podrían suponer el motivo definitivo de los socialistas para romper la gran coalición del Gobierno federal con los conservadores, provocando una crisis en el país.

La ultraderecha de Brandemburgo cerró esta semana filas en torno a su ala más radical. «Tenéis un líder fuerte. Con él os convertiréis, desde el este, en pioneros para Alemania», afirmó Jörg Meuthen. Hasta ahora el presidente de AfD había tratado de marcar distancias con Andreas Kalbitz, jefe regional del partido y miembro de Die Flüge, una corriente vigilada por sus vínculos con el neonazismo. Sin embargo, estos días comparte gira con él y le apoya, pese a que el ascenso de Kalbitz terminaría de evidenciar la faceta más radical de la formación ultra, que se empeña en mostrarse como moderada.

Ayudas al este

Entretanto, el Ejecutivo de la gran coalición aprobó un paquete de 40.000 millones de euros para ayudar a las regiones orientales a sobrellevar las pérdidas derivadas del abandono del carbón como fuente de energía en las próximas dos décadas. Un plan que se topa con el rechazo de los estados federados del oeste, cuyas economías no dependen del carbón, y que beneficiará precisamente a Sajonia y Brandemburgo.

Con ello pretende demostrar que se preocupa por la brecha que aún existe en Alemania, treinta años después de la caída del Muro, y sobre todo, robarle votos a la ultraderecha.