El PRI encomienda a un hombre de la casa su resurrección política

ALBERTO PRADILLA MÉXICO D.F. / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El mexicano Alejandro Moreno, presidente del PRI
El mexicano Alejandro Moreno, presidente del PRI

Alejandro Moreno, aupado por los históricos del partido, se presenta como el gran renovador

25 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Un cartel con las siglas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las afueras de Ciudad de México muestra el lema al que se aferra la formación que durante un siglo organizó la estructura institucional del país: «Volveremos». Esa es la tarea que se encomienda a Alejandro Moreno Cárdenas, de 45 años, nuevo presiente del PRI, exgobernador del estado de Campeche y un tipo que lleva viviendo a la sombra del partido casi desde que tiene uso de la razón. Lo tiene complicado. El sexenio de Enrique Peña Nieto pasará a la historia como uno de los más nefastos y de peor recuerdo para los mexicanos. Corrupción y la continuidad del baño de sangre iniciado por Felipe Calderón (PAN) son las dos herencias que deja el último mandatario priista. Las últimas elecciones, con el independiente José Antonio Meade, relegaron al PRI a la tercera posición, tras Morena y la coalición entre PAN y PRD. Ahora los militantes apuestan por la antítesis: un hombre de la casa para resucitar el partido.

«Inicia una nueva era», dijo Moreno Cárdenas tras imponerse en la elección interna. Sin embargo, la nueva era viene acompañada por las prácticas de siempre. Al menos, por las sospechas. Ivonne Ortega, quien le disputó el liderazgo, anunció el 16 de agosto que dejaba el partido en el que militó 29 años. Aseguró que no negociaba con ninguna otra formación, pero tras el empuje de Morena, del presidente Andrés Manuel López Obrador, también hay muchos casos de transfuguismo. De hecho, hasta Moreno Cárdenas calificó al mandatario como «priista de clóset», poniendo en valor la tradición histórica de su partido. Poca gente hay en la actual vida pública mexicana que no haya pasado por el PRI. A Moreno Cárdenas, conocido como Alito, hay quien ya le llama Amlito, en referencia al acrónimo Amlo con el que se conoce a López Obrador. No es mala estrategia vincularse al presidente que rompió el PRI y que ahora gobierna con el mayor porcentaje de aceptación que ha tenido un mandatario mexicano. Sus detractores dicen que pactó con López Obrador el apoyo para liderar la vetusta formación. Quién sabe. Las transas y los acuerdos bajo manga son marca de la casa en la imperfecta democracia mexicana.

Sí parece claro que las élites del partido, como el expresidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), avalaron esta candidatura. Es paradójico que Moreno Cárdenas se presente como la renovación del priismo, pero termine aupado al poder por los dinosaurios de la formación. Así le resultará difícil sacarse el estigma que llevó al partido de controlar el estado desde 1929 hasta 2000 hasta ser la tercera fuerza en las elecciones de junio del 2018. Aunque para cuestiones paradójicas, la enorme mansión de la que dispone el ya líder del PRI. Se trata de una construcción ubicada en el estado de Campeche, el que gobernó antes de presentarse a la elección interna, uno de los más pobres de México. La pagó entre el  2012 y el 2015, cuando ejercía como diputado. Porque de una cosa sí puede presumir Moreno Cárdenas: conoce los resortes de la política. Desde que con 16 años se afilió al PRI, prácticamente toda su carrera ha estado vinculada al partido, desde la presidencia de sus juventudes a cargos en Congreso y Senado. Podría decirse que se pasó toda la vida preparándose para esto. Aunque el PRI en el que comenzó su carrera nada tiene que ver con la actual estructura moribunda.