El presidente estadounidense planta a los daneses por negarse a negociar la venta de Groenlandia

C. P. C. WASHINGTON / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

La primera ministra danesa, Mette Frederiksen
La primera ministra danesa, Mette Frederiksen FABIAN BIMMER | REUTERS

La primera ministra Mette Frederiksen calificó de absurda la propuesta de venta de ese territorio

22 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La misma franqueza que Donald Trump aprecia en la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, es la que le falta al presidente de EE.UU.. Si el domingo aseguraba que el motivo de su viaje a Dinamarca a principios de septiembre «para nada» tenía que ver con su interés en la compra de Groenlandia, 48 horas después se desdijo al anunciar a través de Twitter que posponía la visita porque este país no le quiere vender una isla que forma parte del reino danés. Trump agradecía a Frederiksen que fuera «tan directa», porque así les ha «ahorrado un montón de gastos y esfuerzo» a ambos países. El problema es que la súbita franqueza del estadounidense abre una posible crisis institucional: Trump estaba invitado oficialmente por la reina Margarita.

Prueba de que todo estaba listo para el viaje -y de que el mandatario no tiene la más mínima cortesía con su propio personal diplomático- es que la embajadora de Estados Unidos en Copenhague, Carla Sands, había tuiteado apenas dos horas antes de que lo hiciera su presidente que «¡Dinamarca está lista para la visita de Donald Trump!». Entusiasmada, subrayaba que el país nórdico es «socio, aliado, amigo». Un amigo que ahora se siente insultado por el desplante de Trump, aunque la primera ministra danesa mantuviera ayer las formas al declararse «sorprendida» (mismo concepto utilizado por la casa real) y «apenada» por el feo de su «aliado más importante en política de seguridad». Respecto al interés del estadounidense en comprar Groenlandia, Frederiksen reiteró que «esa posibilidad ha sido rechazada por el presidente groenlandés, Kim Kielsen, y yo apoyo ese rechazo».

A pesar de la contención de la mandataria, Trump estaba ayer molesto porque Frederiksen hubiera calificado de «absurda» la opción de compra de Groenlandia. Un calificativo «inapropiado» y «desagradable» según el presidente. «No se puede tratar a Estados Unidos de la forma en que se los trataba con Obama. Ella no está hablando conmigo, lo está haciendo con los Estados Unidos de América, y no es así como se les habla». 

«Tonto narcisista»

Menos sujeto a la cortesía diplomática, Villy Søvndal, ministro de Exteriores danés entre el 2011 y el 2013, calificó en una entrevista a Trump de «tonto narcisista». «Si hubiera sido un payaso de circo se podría decir que probablemente tiene un considerable valor para el entretenimiento. El problema es que el presidente de la nación más poderosa del mundo».

Trump había reconocido el domingo el interés estratégico que Groenlandia tiene para su país. El dramático deshielo que afronta el Ártico incrementa el potencial para su explotación. El propio secretario de Estado, Mike Pompeo, declaró hace unos meses que el Ártico es una región de «oportunidades y abundancia», en referencia fundamentalmente al petróleo y al gas disponible bajo su superficie. Estados Unidos, junto a otras potencias como China o Rusia, rivaliza por hacerse con el control de las nuevas rutas de navegación que se abrirán en el futuro. Donde la ciencia ve drama, ellos ven poder y negocio.