En la UE nunca hay alternativas

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

VINCENT KESSLER | Reuters

20 jul 2019 . Actualizado a las 00:51 h.

Al final, el martes pasado Ursula von der Leyen logró pasar, por los pelos, el examen del Parlamento Europeo y convertirse en presidenta de la Comisión Europea. Se nos había prometido que este sería el debate definitorio de la Europa del futuro. Pero lo que se anunciaba como la batalla final entre la Europa liberal y la iliberal, entre euro-ortodoxia y euro-escepticismo, se ha resuelto de un modo tranquilizadoramente europeo: un reparto probablemente razonable y sin duda previsible de puestos entre las distintas familias políticas y países. De momento, la Europa renacida de Emmanuel Macron se sigue pareciendo mucho a la moribunda, al menos en un hecho clave: en que la diplomacia suplanta a la política.

Veamos con un poco de detalle la cuestión. Von der Leyen ha recibido el apoyo del Partido Popular Europeo, lo cual es lógico, puesto que es su formación. Pero la división del voto socialista no es ideológica. Mientras que los socialdemócratas alemanes votaron contra Von der Leyen por razones domésticas, los socialistas españoles la apoyaron porque, de no salir elegida, se habría perdido el puesto ganado para Josep Borrell como jefe de la diplomacia europea -un cargo casi irrelevante, pero de prestigio-. También el voto de los liberales a favor de Van der Leyen ha estado guiado más por los sillones que por los principios: dominados por el partido del presidente francés Macron, querían ante todo garantizar que la francesa Christine Lagarde se convirtiese en presidenta del Banco Central Europeo -este sí, un puesto importante-. El resto de los liberales europeos aceptaron darle también su voto a Von der Leyen cuando les ofreció colocar como vicepresidenta a la candidata liberal, Margrethe Vestager. Puesto que el socialdemócrata Frans Timmermans permanecerá como vicepresidente, a pesar de haber sido expresamente rechazado por numerosos países y grupos, se da la curiosa circunstancia de que todos los candidatos que concurrieron a las elecciones por los principales partidos quedan cómodamente instalados en el nuevo Ejecutivo europeo, salvo Manfred Weber, el candidato de los populares, que ha sido reemplazado por Von der Leyen.

Por lo que respecta a los demás grupos, Von der Leyen dedicó buena parte de su discurso parlamentario a hablar del cambio climático, pero los Verdes votaron en su contra porque no aceptó darles los cuatro cargos que exigían. Que muchos euroescépticos, en cambio, la hayan apoyado es revelador: saben que a partir de ahora tendrá que contar siempre con ellos. La han votado también los diputados británicos antibrexit, que se supone que abandonarán la UE en octubre, lo que crea un problema delicado, porque cuando el Reino Unido se vaya, la mayoría de Von der Leyen desaparecerá. Ella ya ha dicho que no piensa someterse a una moción de confianza cuando eso ocurra. En definitiva, ¿es todo esto un mal arreglo para la UE? No, es el mejor posible dada la alternativa, que era la parálisis. Por otra parte, ese es justamente el problema con la UE: que nunca hay alternativas para nada.