Sueldos de 400 euros, jóvenes que sueñan con irse del país y comedores sociales llenos

D.M. ATENAS / COLPISA

INTERNACIONAL

07 jul 2019 . Actualizado a las 16:05 h.

María Margari tiene 56 años, pero aparenta al menos diez más. Solo le quedan un par de dientes y su rostro refleja las penurias por las que han pasado buena parte de los griegos durante esta última década de crisis, en la que los salarios bajaron una media del 15 % y el desempleo se disparó hasta el 27 %. «Llevo siete años en paro desde que cerró la cafetería donde trabajaba. El primer año cobré el seguro y desde entonces aguanto con una ayuda de 200 euros», cuenta mientras espera a que abra la puerta del comedor social Kiada, el mayor de Atenas, gestionado por el Ayuntamiento y la Iglesia ortodoxa. Cada día ofrece en dos turnos 1.700 comidas y cenas a griegos e inmigrantes. «Me da miedo que Mitsotakis reduzca las ayudas sociales», dice María sin acabar de creerse las promesas del conservador, que asegura que no hará recortes y reducirá los impuestos.

No hay más que darse una vuelta por Atenas para contemplar los efectos de la crisis. No faltan los mendigos, los locales cerrados ni las colas en los comedores sociales. «Aquí no hay futuro», afirma Dora, una veinteañera que vende tarjetas telefónicas por las calles. «Me gradué en Diseño en la universidad, amplié estudios en el extranjero y luego me especialicé con un máster, pero hay una falta de oportunidades laborales bestial y solo he podido encontrar este trabajo. Es muy frustrante. Mi sueño es irme cuanto antes de Grecia», dice.