Ursula von der Leyen: una designación que desata una nueva crisis en el Gobierno alemán

Patricia Baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Nominada como presidenta de la Comisión Europea

04 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni fue una de las candidatas ni ha hecho carrera política dentro de la UE. Aun así, la ministra alemana de Defensa, Ursula von der Leyen, ha sido elegida para ocupar el puesto más importante del bloque: la presidencia de la Comisión Europea. Una decisión que ha pillado por sorpresa y a la que se ha llegado por descarte, después de que los socialdemócratas vetaran al candidato propuesto por los conservadores, Manfred Weber, y de estos a su vez rechazaran al socialista Frans Timmermans. Por eso la designación de Von der Leyen, tras intensas negociaciones, ha sido recibida con escepticismo, incluso antes de saber si el Parlamento Europeo dará su visto bueno.

Sobre todo en Alemania, donde ha desatado una nueva crisis entre los socios de la gran coalición, de por sí muy debilitada por las luchas internas. Los socialistas del SPD, que fueron desplazados como segunda fuerza por detrás de los verdes, soñaban con ver a Timmermans al frente de la CE. Ahora interpretan el nombramiento de Von der Leyen como una derrota y hasta un motivo suficiente para romper la alianza de Gobierno sellada en marzo del 2018 bajo la batuta de Angela Merkel. «Se trata de un acto sin precedentes que podría justificar dejar la GroKo», creada sobre la promesa de hacer una Europa más democrática, declaró ayer el expresidente socialdemócrata, Sigmar Gabriel.

«Anularon las elecciones europeas. No importa quién gane, los jefes hacen lo que quieren», decía Bild. El diario más leído de Alemania no se equivoca: Von der Leyen no se presentó a los comicios de mayo. La tríada interina a cargo del SPD criticó el procedimiento por antidemocrático, mientras que otro exlíder del partido y antiguo presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, se refirió a ella como «la ministra más débil» del Ejecutivo. Lo cierto es que Von der Leyen, de 60 años, es mucho más impopular en casa que en el resto del continente. Los recientes sondeos la sitúan como la segunda ministra con menos respaldo popular.

No la ayudaron ni las acusaciones por haber plagiado supuestamente su tesis doctoral ni los escándalos y fiascos que han sacudido al Ejército durante su mandato. Tal es el rechazo que genera entre la ciudadanía y la oposición, que Merkel se vio obligada a abstenerse de votar en el Consejo Europeo para designar a la que otrora fue considerada su delfina y potencial sucesora.