Un nuevo episodio de temblores dispara las dudas sobre Merkel

Patricia Baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

CLEMENS BILAN | EFE

Mantuvo su agenda oficial entre especulaciones sobre su futuro

28 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

No eran ni las diez de la mañana y todos los medios internacionales estaban pendientes de una mujer: Angela Merkel, que volvió a sufrir ayer un episodio de temblores. Sin duda fue un mal rato para la canciller alemana, que se encontraba en el palacio de Bellevue ofreciendo una rueda de prensa junto al presidente, Frank-Walter Steinmeier, con motivo del juramento de la nueva ministra germana de Justicia, cuando comenzaron a temblarle visiblemente las extremidades.

De naturaleza pragmática, Merkel rechazó un vaso de agua que le tendió uno de sus asistentes e intentó controlar los espasmos cruzando los brazos, mientras Steinmeier terminaba su alocución. Pero todos los esfuerzos fueron en vano. A pesar de que en Alemania la salud de los políticos, al igual que sus relaciones sentimentales, no suelen trascender a la esfera pública, los medios no tardaron en hacerse eco y difundir unas imágenes que generan preocupación tanto dentro como fuera del país.

Sobre todo porque la mandataria protagonizó un incidente similar hace solo 9 días. El 18 de junio, cuando asistía a una ceremonia junto al nuevo presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, se vio a una Merkel con convulsiones, atribuidas a la deshidratación. Aquel día ingirió abundante líquido y mejoró. «Bebí por lo menos tres vasos de agua, que claramente me faltaba, y ahora me siento muy bien», dijo.

Aunque Alemania, al igual que el resto de Europa, atraviesa una inusual ola de calor, con temperaturas que el miércoles llegaron a los 38 grados, en este caso no ha trascendido la causa de los temblores. Merkel, de 64 años y en el poder desde el 2005, goza de buena salud. Aunque en el 2014 también padeció una bajada de tensión por el calor, que la obligó a interrumpir una entrevista.

«No hay ningún encuentro anulado para hoy ni mañana, la canciller está bien. Viajará según lo previsto en avión a Osaka», informó su portavoz en alusión a la cumbre del G-20 que se celebra en Japón. No obstante, el momento no podía ser más inoportuno. Pues muchos podrían creer que ahora existe una razón añadida para que Merkel se retire de la política antes de concluir la legislatura en el 2021, como tiene pensado.

Los ultra, la gran amenaza para Alemania

 

Si algo queda claro en los últimos años es que la violencia ultra se ha convertido en una lacra para Alemania, donde no ha dejado de repuntar desde que estalló la crisis migratoria en el 2015, pese a caer el número de refugiados llegados al país. Lejos de reducirse, la cifra de extremistas de derecha aumentó en el 2018 hasta las 24.100 personas, un nuevo récord. De ellas, 12.700 se consideran violentas. Estas son las principales conclusiones del informe anual de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, equivalente a los servicios de Inteligencia, presentado ayer.

Los datos, unidos a la «gran afinidad con las armas» de la escena ultra, son «preocupantes», dijo el ministro del Interior, Horst Seehofer, que habló de la violencia de extrema derecha como la mayor preocupación del país, desplazando incluso a la amenaza islamista y los ataques antisemitas. Merecen especial atención los llamados Ciudadanos del Reich, movimiento que rechaza la legitimidad de la República Federal de Alemania y al que pertenecen unas 19.000 personas, un 13 % más que en el 2017. De ellas, 950 son neonazis. Thomas Haldenwang, jefe del servicio de Inteligencia, insistió en que la violencia ultra no es un fenómeno regional y que «la xenofobia sigue siendo uno de sus motores».

Ni él ni Seehofer pudieron evitar referirse al asesinato del diputado local Walter Lübcke, defensor de la política de acogida, que murió de un tiro en la cabeza en su casa a primeros de junio. Su asesino, el neonazi Stephan Ernst, ha sido arrestado tras haber confesado. Ayer mismo, la Fiscalía detuvo a otras dos personas: Elmar J., un alemán de 64 años sospechoso de haberle vendido en el 2016 el arma con el que cometió el crimen, y Markus H., de 43, que habría hecho de intermediario en la compra. Podrían ser acusados como cómplices de un caso que ha marcado» un antes y un después» en el país, como señaló Seehofer.