Egipto entierra al expresidente Mursi con la sola presencia de sus familiares más cercanos

Mikel Ayestarán JERUSALÉN / COLPISA

INTERNACIONAL

Amr Abdallah Dalsh | Reuters

El Gobierno rechaza las críticas de Human Rights Watch sobre la mala atención médica al exmandatario y la ONU pide una investigación imparcial

18 jun 2019 . Actualizado a las 17:44 h.

El cuerpo del primer presidente de Egipto elegido de forma democrática descansa en un cementerio de Medinat Nasr, al este de El Cairo. El entierro de Mohamed Mursi se ha producido a primera hora de la mañana «con la presencia de sus familiares más cercanos después de una breve oración de funeral en el hospital de la prisión de Tora», ha informado a la agencia AFP el abogado del dirigente islamista, Abdel Moneim Abdel Maksoud. Las autoridades no han aceptado la petición de la familia de llevar el cuerpo a su provincia natal, Sharquiya, en el delta del Nilo, y todo se ha realizado de la forma más discreta posible en un Egipto en estado de alerta por el riesgo a que estallen incidentes tras la muerte del expresidente islamista mientras declaraba ante un tribunal. Los Hermanos Musulmanes califican lo sucedido de «asesinato» y llaman a sus seguidores a concentrarse ante las embajadas de Egipto en todo el mundo en señal de protesta.

El adiós de Mursi se produce justo en el día en el que cumplen siete años de su victoria en las urnas frente a Ahmed Shafik, figura del régimen de Hosni Mubarak que aspiraba a ser el encargado de dirigir la transición en Egipto después de 30 años de dictadura. Su victoria supuso la llegada al poder de los Hermanos Musulmanes y desató una lucha de poder con el Ejército que acabó con el golpe militar del entonces ministro de Defensa, Abdelfatah al Sisi, que lanzó a las fuerzas de seguridad contra los seguidores de Mursi en un verano del 2013 que acabó con un baño de sangre en la capital, donde «más de mil manifestantes fueron masacrados a plena luz del día», según los informes realizados por HRW, ante la indiferencia de la comunidad internacional, que aceptó el golpe militar desde el primer momento y nunca movió ficha para intentar respaldar al presidente electo por los egipcios un año antes. En sus seis años de cautiverio tampoco ha habido movimiento diplomático alguno sobre Mursi.

Muerte en pleno juicio

«Mientras estaba el acusado Mohamed Mursi dentro de la jaula se desmayó y se trasladó directamente al hospital, y se comprobó su muerte», informó el fiscal general, Nabil Sadeq, a media tarde del martes. La noticia no tomó por sorpresa a organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch (HRW), cuya directora ejecutiva para Oriente Medio y Norte de África, Sarah Leah Whitson, afirmó que «se trata de una muerte predecible debido a la negligencia criminal del Gobierno».

Este organismo denunció hace ya dos años la extrema dureza del cautiverio de un Mursi, enfermo crónico, que no recibía apenas tratamiento y que se encontraba en un régimen de aislamiento muy severo, ya que solo se le han permitido tres visitas de su familia desde su detención en el 2013.

Su muerte se produjo cuando estaba siendo juzgado por sus vínculos con Hamás, brazo palestino de los Hermanos Musulmanes, en la Academia de la Policía de El Cairo. Cumplía ya una pena de 20 años por «el asesinato de manifestantes en las manifestaciones de diciembre del 2012 frente al palacio presidencial» y una cadena perpetua por espiar para Catar. Acusaciones que siempre negó y que consideraba fabricaciones del actual régimen.

Investigación imparcial

La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, ha reclamado este martes una investigación «imparcial» sobre la muerte «repentina» de Mursi mientras estaba bajo custodia policial.

«Cualquier muerte repentina en custodia debe estar seguida de una investigación rápida, imparcial, exhaustiva y transparente llevada a cabo por un órgano independiente para esclarecer la causa de la muerte», ha dicho el portavoz de Bachelet, Rupert Colville, en un comunicado.