Las promesas de México aplacan la furia arancelaria de Trump

Carlos Pérez Cruz DATA / AGENCIA

INTERNACIONAL

Policías mexicanos impiden a una familia de migrantes entrar por la frontera con Guatemala
Policías mexicanos impiden a una familia de migrantes entrar por la frontera con Guatemala José Torres | Efe

El presidente  retira la amenaza de gravar todas las importaciones a cambio de un acuerdo migratorio, que incluye acoger a los solicitantes de asilo en EE.UU. mientras esperan la tramitación

09 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Dice Donald Trump que «¡todo el mundo está muy emocionado con el nuevo acuerdo con México!». Hay sin duda un suspiro de alivio entre los empresarios de ambos países, pero el comunicado conjunto deja la sensación de que todo sigue más o menos donde estaba. El presidente norteamericano suspende «indefinidamente» la amenaza de aplicar aranceles a las importaciones mexicanas a cambio de un vago compromiso del país vecino para incrementar «significativamente» la aplicación de sus leyes de migración. Además, México acepta cobijar a quienes soliciten asilo en Estados Unidos mientras esperan su cita en los tribunales. Una práctica que la Administración Trump venía ya llevando a cabo de manera unilateral y que está denunciada por posible violación de la ley.

Lo esperable es que México recrudezca la represión contra quienes atraviesan su país para reducir de esa forma el flujo migratorio y calmar, aunque sea temporalmente, la furia de Trump. Su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, defendió que, a pesar de ello, «estamos cuidando que se respeten los derechos humanos».

Tal y como confirmó en Washington el ministro de Exteriores, Marcelo Ebrard, el lunes se desplegarán 6.000 integrantes de la Guardia Nacional en la frontera con Guatemala. Se suma a diversas acciones que su país ha tomado esta semana, como la congelación de cuentas bancarias de presuntos traficantes de personas y la detención de los activistas Cristóbal Sánchez e Irineo Mújica, presidente de Pueblos Sin Fronteras, oenegé a la que se vincula con la organización de las caravanas migrantes. La oenegé defiende esta fórmula como una manera de protección frente a posibles abusos durante el camino.

Ebrard se felicitó por haber logrado sortear la mayor pretensión de Estados Unidos: aceptar ser catalogado como «tercer país seguro». Hubiera obligado a los emigrantes que buscan asilo a solicitarlo al llegar a México, ya que en tal caso se consideraría que ambos países ofrecen las mismas garantías de protección. México se negó desde el primer día de las negociaciones. 

Plan de inversiones

La delegación de López Obrador en Washington subrayó muy especialmente que el acuerdo incluyera el apoyo de Estados Unidos a un plan de inversiones en Honduras, El Salvador y Guatemala, países de los que huyen la mayoría de quienes buscan asilo. Fue firmado en diciembre pasado y ahora recobra vida después de que Trump les cerrara el grifo económico «por no hacer nada» para frenar las caravanas.

A pesar de la alegría colectiva de la que presume Trump, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, emitió un comunicado en el que señaló que «las amenazas y las rabietas no son forma de negociar la política internacional» y denunció diversos aspectos del acuerdo, como la devolución temporal a México de los solicitantes de asilo, porque «viola sus derechos». La oposición mexicana reprochó al López Obrador haberse «rendido» ante EE.UU. El presidente, por su parte, tuiteó ayer que «¡México ha accedido a empezar a comprar de inmediato grandes cantidades de productos agrícolas de nuestros grandes y patriotas granjeros!». Lo escribió en mayúsculas, pero ese acuerdo no figura en ningún punto del documento oficial. ¿Quizá está en la letra pequeña?