Primeras concesiones de México para aplacar la furia comercial de Trump

Carlos Pérez Cruz WASHINGTON / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El ministro de Exteriores de México, Marcelo Ebrard, tras ofrecer declaraciones ayer en Washington
El ministro de Exteriores de México, Marcelo Ebrard, tras ofrecer declaraciones ayer en Washington JIM LO SCALZO | EFE

López Obrador envía a 6.000 agentes a la frontera con Guatemala para frenar la inmigración

08 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Dice el monologuista Stephen Colbert que «Trump está poniendo aranceles al verano». Aunque entre la risa, lo cierto es que cuatro de los productos más afectados por las nuevas tarifas a las importaciones mexicanas que, según lo anunciado por el presidente de EE.UU. entrarán en vigor el lunes, dan para celebrar un buen verano: aguacates, tomates, cerveza y tequila. Estos productos mexicanos son los más demandados en Estados Unidos.

Sin embargo, las consecuencias para la economía de ambos países no pueden tomarse a broma cuando hay estudios que incluso advierten de despidos masivos de trabajadores si las tarifas se prolongan y aumentan hasta un 25 %. Por ejemplo, en el sector automovilístico estadounidense, que tiene una enorme dependencia de su país vecino.

A pesar de que la Cámara de Comercio de Estados Unidos ha subrayado los riesgos de la medida, o de que diversas voces republicanas se han echado las manos a la cabeza, el presidente Donald Trump se mantenía este viernes firme en la idea de implementar la imposición de aranceles del

5 % a todas las importaciones mexicanas. «Las tarifas entrarán en vigor el lunes», aseguró la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders. De hecho, las negociaciones que llevan en marcha desde el miércoles entre la delegación mexicana y EE.UU. han estado marcadas por su ausencia, dado que se encontraba en Francia con motivo de los actos de conmemoración del desembarco de Normandía. La última palabra la tiene Trump.

«Tercer país seguro»

Poco se sabe de las peticiones concretas de Estados Unidos a México, más allá del imperativo de Donald Trump para que México corte los flujos migratorios que atraviesan su territorio camino de suelo norteamericano. Sí se sabe que los negociadores mexicanos, liderados por su ministro de Exteriores, Marcelo Ebrard, comunicaron que su Gobierno iba a enviar a 6.000 agentes de la Guardia Nacional en la frontera con Guatemala.

Según explicó en rueda de prensa el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se desplegarán «en tareas de apoyo para funciones migratorias». Un gesto en la línea de lo que desea EE.UU., pero lejos del máximo: que México se declare «tercer país seguro».

Ebrard apuntó el lunes que esta consideración «no sería aceptable», pero este viernes López Obrador echó balones fuera. De llegarse a ese acuerdo, EE.UU. podría devolver a los solicitantes de asilo que lleguen a su país a través de México al entender que este país les puede proporcionar igual protección. El proyecto que se discute, tal y como recogen diversos medios estadounidenses, implicaría una reforma de las leyes de asilo, que afectaría no solo a Estados Unidos y a México, sino también a Guatemala, donde deberían pedir asilo hondureños y salvadoreños. Diversas organizaciones de derechos civiles han anunciado que cualquier modificación en este sentido acabará en los tribunales.

A pesar de que la Cámara de Comercio de Estados Unidos ha subrayado los riesgos de la medida, o de que diversas voces republicanas se han echado las manos a la cabeza, el presidente Donald Trump se mantenía ayer firme en la idea de implementar la imposición de aranceles del 5% a todas las importaciones mexicanas. «Las tarifas entrarán en vigor el lunes», aseguró la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders. De hecho, las negociaciones que llevan en marcha desde el miércoles entre la delegación mexicana y EE.UU. han estado marcadas por su ausencia, dado que se encontraba en Francia con motivo de los actos de conmemoración del desembarco de Normandía. La última palabra la tiene Trump.

«Tercer país seguro»

Poco se sabe de las peticiones concretas de Estados Unidos a México, más allá del imperativo de Donald Trump para que México corte los flujos migratorios que atraviesan su país camino de suelo norteamericano. Sí se sabe que los negociadores mexicanos, liderados por su ministro de Exteriores, Marcelo Ebrard, comunicaron que México iba a desplegar 6.000 agentes de la Guardia Nacional en la frontera con Guatemala. Según explicó en rueda de prensa el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se desplegarán «en tareas de apoyo para funciones migratorias». Un gesto en la línea de lo que desea EE.UU. pero lejos del máximo: que México se declare «tercer país seguro».

Ebrard apuntó el lunes que esta consideración «no sería aceptable», pero ayer López Obrador echó balones fuera. De llegarse a ese acuerdo, EE.UU. podría devolver a México a los solicitantes de asilo que lleguen a su país a través de México al entender que este país les puede proporcionar igual protección. El proyecto que se discute, tal y como recogen diversos medios estadounidenses, implicaría una reforma estructural de las leyes de asilo que afectaría no solo a EE.UU. y a México sino también a Guatemala, donde deberían pedir asilo hondureños y salvadoreños. Diversas organizaciones de derechos civiles han anunciado que cualquier modificación en este sentido acabará en los tribunales. Difícil explicar cómo países emisores de solicitantes de asilo pueden convertirse de pronto en garantes de este derecho.