Pompeo lanza un órdago a la UE si no corta lazos con Huawei

Patricia Baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Mike Pompeo y Angela Merkel, ayer, durante la visita del secretario de Estado a Berlín.
Mike Pompeo y Angela Merkel, ayer, durante la visita del secretario de Estado a Berlín. FABRIZIO BENSCH | Reuters

Amenaza con no compartir información, si Europa monta la red 5G china

01 jun 2019 . Actualizado a las 09:39 h.

Si el secretario de Estado estadounidense pretendía quedar bien ayer, al pisar territorio alemán por primera vez tras casi trece meses en el cargo, pasar antes por 40 países e incluso haber cancelado en el último minuto su visita del pasado 7 de mayo a Berlín, más bien consiguió todo lo contrario. En un ejercicio nada diplomático, Mike Pompeo aprovechó la ocasión para amenazar a sus socios europeos por la pugna que mantiene con el gigante asiático Huawei, demostrando una vez más que la guerra comercial con Pekín es ahora la prioridad para la Administración de Donald Trump.

«Tendremos que cambiar nuestra conducta. No podemos permitir que información de ciudadanos particulares o datos de seguridad nacional atraviesen redes que no percibimos como fiables y acabe en manos del partido comunista chino», declaró el jefe de la diplomacia de Washington. Es más, Pompeo advirtió que el Gobierno estadounidense podría restringir el flujo de información que comparte con los países de la UE, si estos no siguen sus pasos y cortan por lo sano con Huawei, cuyos servicios de tecnología 5G resultan muy competitivos para el mercado europeo. 

Contraataque de Pekín

Lo hizo en rueda de prensa junto a su par alemán, Heiko Maas, que se limitó a reconocer que el Ejecutivo de Angela Merkel tiene «dudas» con respecto a ciertas prácticas de Pekín. «La tecnología del futuro necesita valores occidentales», argumentó Pompeo, haciendo gala del proteccionismo que tanto caracteriza a Trump, y antes de que el Ministerio de Comercio chino contraatacara con una lista de entidades no fiables en la que incluirá a firmas, organismos y personalidades extranjeros que «dañen los derechos e intereses legítimos» de sus empresas.

El distanciamiento que existe hoy entre las dos grandes potencias tradicionalmente aliadas a uno y otro lado del charco se hizó aún más evidente en la comparecencia posterior ante la prensa de Pompeo tras reunirse con la canciller alemana. «Berlín y Washington persiguen los mismos objetivos en la cuestión iraní, aunque por distintas vías», subrayó el secretario estadounidense sobre el acuerdo nuclear con Teherán, que Europa se resiste a dar por muerto pese a la retirada de Washington y la consecuente escalada de la tensión en el golfo Pérsico.

De poco sirvieron los elogios ante las cámaras y el talante pragmático y conciliador de Merkel, quien se empeñó en resaltar que «Estados Unidos es y sigue siendo el primer socio de Alemania fuera de la Unión Europea», al tiempo que apeló a la necesidad de unir fuerzas. Algo que parece imposible dadas sus divergencias en cuanto a temas internacionales, como Irán o Venezuela, y tras los repetidos ataques de la Casa Blanca a Berlín por su elevado superávit comercial y su escaso gasto en Defensa.

Sin duda la de Pompeo fue una visita incómoda, que se produjo apenas un día después de que la canciller fuera investida doctora honoris causa en la universidad estadounidense de Harvard, donde defendió a ultranza la libertad, el multilateralismo y el libre comercio, frente a «los muros, la ignorancia y la intolerancia».